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Nostalgia anticipada

Facundo Campazzo defendiendo en un partido anterior.  EFE/Marcial Guillén

Pedro Serrano Solana

Murcia —

El UCAM Murcia volvió por sus fueros de manera rotunda y destrozó al Montakit Fuenlabrada en el Palacio de los Deportes por 99 a 62. Tras el jarro de agua fría que supuso el partido contra Estudiantes, el equipo de Katsikaris tenía que ganar, pero no de cualquier modo; debía hacerlo regalando algo singular a su afición, dándole más que una ‘simple’ victoria. Y vaya que si lo hizo.

El regalo fue batir un nuevo récord, el de mayor diferencia de puntos a favor en un partido de ACB (+37), lo que habrá que unir en el balance de final de temporada a las primeras victorias de su historia en las pistas de Manresa y Bilbao, y por supuesto, a una digna participación en Eurocup. Muy probablemente ya no podrá meterse en los playoffs, pero con el suero competitivo que el técnico griego ha logrado meter en la vena del CB Murcia, seguro que aún habrá motivos para el disfrute y, por qué no, para soñar con que el carácter que Katsikaris ha tallado en este equipo tenga continuidad la temporada que viene.

El partido contra los de Jota Cuspinera, que cumplieron con la fatídica estadística de perder tras la jornada de descanso, fue redondo para el CB Murcia. No hubo faceta del juego en la que el equipo rojiblanco no superara a Fuenlabrada, algo en lo que quizá no se haya reparado pero que es muy difícil de ver: Murcia tuvo mejores porcentajes en tiros de 2, en triples y en tiros libres; cogió más rebotes defensivos y más rebotes ofensivos; dio más asistencias; recuperó más balones y perdió menos balones; puso más tapones de los que recibió; machacó más veces el aro rival de las que el rival machacó el suyo; cometió menos faltas de las que le hicieron; valoró más del doble que el contrario y, sí, ganó todos y cada uno de los parciales. Los cuatro cuartos. También el último, en el que el partido estaba más muerto que vivo, y todo gracias a un triple de Facu Campazzo que además de servir para no perder el parcial, sirvió para batir el mencionado récord de mayor ventaja en las 19 temporadas ACB.

De nuevo vimos rotaciones perfectas y una maquinaria muy bien engrasada, con jugadores entrando y saliendo del ‘ring’ suavemente, sin provocar contrastes ni bajones en el ritmo. Nadie superó los 25 minutos en pista. Los bases, con Campazzo en ‘modo crack’, se dieron el relevo a la perfección, y Pedro Llompart volvió a demostrar que el equipo lo ha necesitado mucho durante más de media temporada.

Baron enchufó la primera, y el resto estaba cantado que le entrarían. Antelo fue capaz de lanzar más de 2 que de tres y también de liderar la parcela reboteadora de su equipo, en un día algo más discreto del siempre productivo Sadiel Rojas. Tumba dio otro paso al frente e incluso celebró sus acciones; tanto él como Delía se han beneficiado claramente de una forma de juego que les facilita la anotación, su faceta menos brillante. Radovic siguió siendo Radovic, un auténtico lujo para el CB Murcia. Benite y Pocius defendieron de forma notable -que nadie se los coma de vista en esa tarea, son más que dignos defensores-. Clark y Chumi dieron buenos minutos de refresco... Es que no hubo nada que objetar a nadie. ¿Qué vas a objetar, cuando divides entre cuatro el resultado final de un partido y ves que la media te sale a casi 25-15 por periodo?

Lo que viene

El Club Baloncesto Murcia alcanza así la cifra de 11 victorias y allana un poco más su camino hacia la permanencia y la tranquilidad. Situado en la 11ª plaza, con dos triunfos de ventaja sobre el grupo de Obradoiro, Joventut y Zaragoza, y tres sobre Sevilla – en puestos de descenso-, los de Katsikaris pueden viajar a Fontes do Sar con la suficiente tranquilidad como para disfrutar sobre la pista y traerse una victoria más debajo del brazo. Sería la tercera de su historia, aunque en ACB, debemos añadir. El CB Murcia ha ganado más veces en Santiago.

Vengo diciendo en este mismo medio que tener detrás al equipo de Moncho Fernández es como correr delante de un toro en lugar de hacerlo detrás de una liebre. Los gallegos no van a tirar la toalla nunca en la liga, como tampoco la tiran en los partidos. La última vez que jugaron ante su público cayeron contra el Unicaja de Málaga, pero lo hicieron dando una lección de pundonor, y, además, jugando bien. Muy bien, teniendo en cuenta su limitada plantilla. Pero es que después han derrotado a Bilbao a domicilio. No voy a apelar a la historia de los enfrentamientos entre el CB Murcia y el Obradoiro, a ese ‘background’ que ha acompañado y acompañará por siempre a estos dos equipos; ni siquiera voy a referir la manera en la que el Obra le tiene tomada la medida al equipo rojiblanco en los últimos tiempos. Basta repetir que no hay ya motivos para la angustia y que Fontes do Sar es un lugar precioso para jugar al baloncesto, con un ambiente espectacular y con una afición que respira por los suyos. Que los nuestros lo disfruten.

Sí, que lo disfruten, pero entretanto que cierren el grifo de McConnell y de Dulkys, ambos en estado de gracia, y que logren desquiciar a Pustovyi, un río puesto de pie, y que no se olviden de otros como Yusta, Bendzius o Whittington. Insisto: tiene mucho mérito lo que ha hecho una vez más Moncho Fernández con este equipo, sobre todo tras haber perdido por lesión a dos de sus referentes: Corbacho y Allen.

En Santiago vendrá muy bien que el CB Murcia vuelva a poner en práctica lo mismo que Katsikaris les dijo a sus jugadores en el partido contra el Fuenlabrada: tanto si van por delante -ahí es más fácil cumplirlo- como si van por detrás, hay que jugar sin mirar el marcador. Hay que ser constantes, estar concentrados, procurar no cometer errores y tener mucha paciencia en ataque.

Nostalgia anticipada

A los que nos gusta la historia nos suele atacar una dolencia indeseable, como todas las dolencias: la nostalgia anticipada. A veces adelantamos la añoranza que sentiremos en el futuro por un tiempo presente que es bonito, pero que sabemos fugaz. Lamento ponerme así de intenso, pero sé que voy a echar de menos a Facu Campazzo el día que no esté aquí. Recuerdo cuando comenté su cesión con Andrés Egea en la SER, en el verano de su aterrizaje en Murcia, y dije que aun reconociendo la calidad que apuntaba, me daba miedo que su afán por querer demostrar todo lo que tiene dentro le hiciera no sólo no progresar, sino también fracasar en el CB Murcia, con lo perjudicial que sería para el propio equipo. No era un temor infundado ni injusto, era una prevención bastante natural, pero por suerte para el CB Murcia y para el jugador, creo que su progresión ha sido notable en estas dos temporadas.

Facundo Campazzo ha aprendido mucho en Murcia, eso lo sabe él mejor que nadie. Ha tenido a su lado a dos bases experimentados como Carlos Cabezas y Pedro Llompart, ha sabido lo importante que es para su juego tener un entrenador exigente como Fotis Katsikaris, ha vivido momentos únicos e irrepetibles en la historia del Club Baloncesto Murcia y también ha sufrido situaciones de tensión e impotencia.

Precisamente en esas situaciones hubo quien creyó que la afición criticaba al argentino, cuando en realidad lo que se decía es que no estaba dando lo mejor de sí por culpa de las minutadas a las que lo sometía Óscar Quintana. Esto no es un detalle menor: Campazzo llegó a estar física y mentalmente fundido, y el hecho de que la gente se diera cuenta y lo comentara, no suponía en modo alguno dudar de él ni criticarlo, sino simplemente señalar una obviedad.

El Facu estaba desquiciado, y por eso le dediqué un tuit: le dije a través de Twitter que uno de los mejores bases que ha tenido el CB Murcia en su historia, Mike Anderson, siempre jugaba con una sonrisa. Concentrado, intenso, pero al mismo tiempo disfrutando del juego que le apasionaba y le daba de comer. Le dije a Facu que esperaba verlo sonreír de nuevo, y por fin ha vuelto a sonreír y a disfrutar con la camiseta del CB Murcia.

Campazzo ya forma parte de la historia de este equipo tanto en lo estadístico como en lo emocional, y por eso espero ver algún día el número 7 colgado del techo del Palacio. Los aficionados murcianos siempre seremos del Facu, y estoy seguro de que allá donde vaya en el futuro, el Facu siempre será del CB Murcia. Aún le quedan unos cuantos partidos por disputar con la camiseta rojiblanca, y aunque me estoy preparando por si son los últimos, no puedo acabar este artículo de otro modo: Facundo, ¡quédate un año más!

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