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Rajoy define como “obstruccionista y antipatriótico” que Sánchez no haya permitido su reelección

Rajoy y Alfonso Alonso por las calles de Bilbao camino del mitin.

Iñigo Sáenz de Ugarte

La campaña electoral vasca no ha podido venir en peor momento para el Partido Popular, que ha enlazado en las últimas semanas titulares demoledores sobre José Manuel Soria y Rita Barberá. Los dirigentes vascos del PP no se han privado en el pasado de criticar con dureza los casos de corrupción en el partido. A fin de cuentas, ellos viajaban con escolta mientras en otras comunidades algunos compañeros de partido se dedicaban a recalificar y recibir la comisión correspondiente. Las prioridades eran diferentes.

Pero la campaña es la campaña y toca cerrar filas, sobre todo si las encuestas indican que el PP obtendría un éxito inesperado si pudiera mantener el mismo número de diputados en Vitoria, cosa que se antoja difícil. En ese escenario, Mariano Rajoy llegó a Bilbao para lanzar el mensaje que se le ha escuchado en innumerables campañas, con el discurso que bien podría haber repetido hace cuatro años, excepto algunos datos económicos más recientes.

El presidente en funciones sí hizo un par de referencias al bloqueo en el Congreso. “Ofrecimos al partido socialista y a Ciudadanos una coalición. No quisieron. Ofrecimos pactos. Tampoco. Si usted no quiere esto y esto, por lo menos deje que gobierne el partido más votado, porque se supone que la democracia sirve para algo”, dijo en el mitin celebrado en el teatro Campos Elíseos.

Rajoy definió la negativa de Pedro Sánchez a permitir su reelección como “una actitud obstruccionista, antipatriótica y bastante poco democrática”. Lo primero y lo tercero lo hemos oído muchas veces. Lo segundo, no tanto, porque en este caso Rajoy parecía envolverse en la bandera española, la Constitución y las costumbres populares para sostener que la defensa de la patria exige que él siga en Moncloa, aunque no tenga la mayoría absoluta.

Por lo demás, Rajoy repitió una, dos, tres veces –en realidad, más– que el PP “es un gran partido”. O que es un “valor seguro”. O que “aguanta bien”. O que “aquí continuamos”. Es la forma, tampoco muy apasionada, que tiene Rajoy de decir a sus partidarios que no deben dar importancia a todo lo que leen en los medios de comunicación o en los autos judiciales. Donde otros leen el intento de pagar los servicios prestados a Soria o la insumisión de Rita Barberá –hasta hace nada, carné número 3 del partido–, Rajoy sólo presenta “un partido que se sobrepone a todas las dificultades”.

El PP vasco está acostumbrado a resistir en condiciones difíciles, así que ese mensaje no será descartado. En especial, ahora cuando las previsiones indican que seguirá cayendo en Euskadi. Ante esa perspectiva, los candidatos decidieron el domingo negar la realidad y pretender que ellos son la fuerza decisiva para frenar al nacionalismo vasco. Quizá sea cierto en Madrid, pero no en el Parlamento de Vitoria.

“Los únicos que les pueden sustituir algún día (al PNV en el poder) somos nosotros”, dijo Alfonso Alonso, candidato a lehendakari. “Somos los únicos que desafiamos al nacionalismo”, comentó después. “El partido socialista ha abandonado la defensa de sus ideas. Ellos han preferido la conformidad. Se conforman con las sobras que deja el PNV”, denunció Alonso sobre sus antiguos aliados en el apoyo al Gobierno de Patxi López, pero que ahora pactan con los nacionalistas en las instituciones forales y locales.

Cómo lo hará el PP con ocho, nueve o diez diputados en la Cámara de Vitoria, sobre un total de 75, es algo que resulta más difícil de argumentar.

No será por falta de optimismo, que es lo propio en campaña. Para desdeñar a Ciudadanos, el candidato por Vizcaya Antón Damborenea dijo que aspiran a ganar al nacionalismo. “No a sacar un diputado, sino a sacar 30 diputados”. Tuvo que salir luego Alonso para decir que “30 es poner el listón un poco…, en fin. Como no saque 20 por Álava”.

No era un día para sentirse limitado por la realidad o por la sombra de Barberá. Damborenea dijo antes que Rajoy había sido “el ministro que ilegalizó la kale borroka” en su etapa de Interior. La hemeroteca dirá que quemar contenedores y lanzar piedras a la policía ya era ilegal antes.

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