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“Un poeta siempre es un recién llegado”

Andrés García Cerdán, ganador del Premio Alegría 2015. | EMILIO FERNÁNDEZ

Lucía Fernández

El poeta Andrés García Cerdán ha sido galardonado con el Premio Alegría de poesía convocado por el Ayuntamiento de Santander por su obra 'Barbarie' elegida por unanimidad del jurado entre los 241 originales presentados a esta decimonovena edición del certamen literario. Este reconocimiento, dotado con 3.000 euros y la publicación de la obra ganadora en la Colección Adonáis, se entregará el próximo mes de diciembre, junto al resto de premios literarios del Consistorio santanderino, en la que será la I Gala Anual de las Letras de Santander. 

Andrés García Cerdán (Albacete, 1972) es doctor en Literatura por la Universidad de Murcia y profesor de Educación Secundaria. Ha publicado los poemarios 'Los nombres del enemigo', 'Los buenos tiempos', 'La cuarta persona del singular', 'Curvas' y 'Carmina', así como la plaquette 'Libro de las heridas abiertas'. Como ensayista, es autor de 'La realidad total. Desde la poesía de Julio Cortázar' y es responsable de la amplia selección de poetas contemporáneos 'El llano en llamas', además de fundador de las revistas 'Thader', 'Los deseos' y 'Magia Verde'.

Entre otros, ha obtenido los premios Barcarola, Antonio Oliver Belmás, Ateneo de Alicante, Voces del Chamamé de Oviedo y Ciudad de Pamplona. Su obra aparece en antologías como 'Mar interior', 'Ardentissima', 'Trazado con Hierro', 'Aula de Poesía' o 'Generación fanzine'.

¿Qué encontraremos en 'Barbarie'?

'Barbarie' es un libro de poemas, no muy extenso, en el que recojo algunas de mis preocupaciones poéticas. Fundamentalmente, abro la poesía al mundo contemporáneo inmediato, sin tapujos, y denuncio la inmensa soledad en que vivimos, la insensibilidad, el subdesarrollo emocional, la agresión continua de los medios de comunicación y las instituciones políticas. Ese es el origen de algunos poemas de este libro. La barbarie no es solo el caos extremo o la guerra que vemos en la televisión. La barbarie es, sobre todo, el abandono de la dignidad humana, el canibalismo capitalista, el olvido de nuestra memoria y nuestra palabra. Digo barbarie pero podría decir absurdo, crueldad, hipocresía o aletargamiento. La barbarie está muy cerca de lo que somos. Por lo demás, vuelvo a la poesía que es conocimiento humano y a la poesía que indaga en la naturaleza del lenguaje.

Aunque no es nuevo en el mundo literario... ¿Qué supone ganar el Premio Alegría?

Un poeta siempre es un recién llegado a la poesía. Poema a poema, la creación te obliga a replantearte siempre qué haces, hacia dónde vas. Cada libro es una aventura nueva. Es cierto que he ido publicando libros desde que tenía 23 años, respondiendo a una necesidad imperiosa de decir y de cantar. Mi poesía ha ido creciendo conmigo. De hecho, se podría decir que ella envejece mejor que yo, que tiene una memoria mejor, que mantiene el tipo. Mis primeros libros eran ruptura y búsqueda de caminos más allá de la poesía de la experiencia y la poesía contemplativa. En esa línea, con una atención especial al otro, a lo demás, han aparecido también mis últimos libros. En el fondo se trata de una 'poesía de la inexperiencia', de una poesía incómoda con los narcisismos y con el descuido del lenguaje. En 'Barbarie' culminan muchas de mis aspiraciones poéticas y vitales: el poema es testigo insobornable del mundo y de la realidad y también el mejor testigo del otro mundo, el interior.

El mundo del libro, y la cultura en general, han sufrido la crisis como pocos sectores de nuestra sociedad. ¿Considera los concursos literarios una manera de sobrevivir a esta crisis?

En mi caso, los concursos son solo una forma de publicar en condiciones y de tener ese breve despegue que supone el aval de un jurado. Publicar en la Colección Adonáis, por ejemplo, es todo un lujo por el cuidado de la edición y la historia de la poesía española que encierra. No creo, por otro lado, que se deba escribir para ganar un concurso. La honestidad pasa por la dedicación exclusiva al poema, a su captura, que es lo único que importa.

En cuanto a la crisis, las convocatorias pueden calmar algo la sed. Pero el desierto cultural se extiende a nuestros pies, a nuestro alrededor, como un cáncer maligno. Es lamentable el abandono de la inteligencia, la belleza y la sensibilidad. Parece que todo se hace de cara a la galería y en nombre del dinero o de los votos. Creo que una civilización sin cultura, sin arte, sin ciencia es un estado absolutamente fallido. Esta lacra nos empobrece sin solución. Para Borges, el libro era extensión de nuestra imaginación y nuestra memoria. Moribundo el libro, somos seres incompletos, zombis de la vulgaridad.

¿Por qué presentarse a un premio en Santander?

Le tengo mucho cariño y mucho respeto al norte. Me ha tratado siempre bien: Oviedo, Pamplona, ahora Santander... Tengo un gran recuerdo del Cantábrico. Curiosamente, uno de mis poemas habla de los pescadores cántabros, metáfora de la dignidad. Hace unos años estuve en la UIMP haciendo un curso de literatura. Con todo, mandé mi libro a esta convocatoria porque el Premio Alegría es un gran premio, prestigioso, independiente y bien organizado. La publicación en Adonáis cumple uno de mis sueños.

¿Qué influencias recibe Andrés García Cerdán de aquello que ha leído? ¿Qué deja huella y qué no a la hora de escribir su obra?

Creo que en mi poesía hay una clara huella literaria. Escribo poesía sobre la poesía, propia y ajena, en un diálogo incesante. Mis gustos son abiertos y dispares. Aprecio el misticismo de San Juan de la Cruz, la expresión radical de César Vallejo, la visión, la música y la hondura de Claudio Rodríguez o la aridez directa y estremecedora del realismo sucio. Me llega mucho José Hierro y me conmueve la poesía de Eloy Sánchez Rosillo, a quien le dedico un poema. También Georg Trakl, Lautréamont, Blas de Otero, Roger Wolfe, Constantino Molina entre los jóvenes. Todos ellos están en 'Barbarie' de una forma u otra. Creo, sin embargo, que mi poesía viene también del grunge, del folk y del rock americano, de los cuadros de Basquiat o Georgia O’Keefee, de Giacommetti o Michelangelo. Y de la publicidad y de las películas y, sobre todo, de lo que veo por la calle. Escribo sobre aquello que me emociona, me hiere o me da placer.

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