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Sobre este blog

'Cántabros con Historia' es un blog en el que intentaremos sacar brillo a los logros de todos esos personajes ilustres por cuyas calles paseamos a diario sin tener ni idea de cuáles fueron sus méritos. En los textos que siguen intentaremos trazar la biografía de unos hombres y mujeres que, desde una pequeña tierra en el norte de España, contribuyeron con sus aportaciones al desarrollo de la ciencia, la literatura, la política o el arte. Este blog, patrocinado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, está escrito por el periodista Miguel Ángel Chica y tiene como única pretensión reivindicar su memoria, para que sus nombres permanezcan en el recuerdo. Los estudiantes del Ciclo Formativo de Técnico Superior en Ilustración de la Escuela de Arte número 1 de Puente San Miguel son los encargados de retratar, a través de distintas técnicas pictóricas, a todos los protagonistas.

La ciencia libre de Augusto González de Linares

Ilustración de Augusto González Linares. | SARA DOMÍNGUEZ

Miguel Ángel Chica

Prólogo

En 1872 Augusto González de Linares ganó la cátedra de Historia Natural en la Universidad de Compostela. En sus clases defendía la validez de una teoría entonces reciente, propuesta por el naturalista inglés Charles Darwin, según la cual todos los seres vivos proceden de un ancestro común y la selección natural actúa como motor de la evolución. González de Linares no tardó en recibir el siguiente anónimo, conservado en el Fondo Giner de la Real Academia de Historia:

Muy señor nuestro. El cuerpo escolar está escandalizado de tus esplicaciones (sic) heréticas, de tus quijotadas y de tus pedantescas elucubraciones. Galicia cuna de tantos sabios, tierra clásica de hidalguía, no necesita que un pasiego, un montañés salido de la nada venga a echárselas de Padre grave y de un Sócrates (...) Odiamos las doctrinas y las ideas de V. que son heréticas y condenadas por la doctrina de Jesucristo.

Primer Acto

Es cierto que González de Linares era un montañés salido de la nada. Había nacido en Valle de Cabuérniga en 1845, se había educado en la escuela municipal de su pueblo, en los Escolapios de Villacarriedo y en el Instituto de Santander. Sus resultados académicos le permitieron matricularse en las universidades de Valladolid y Madrid, donde estudió Ciencias Naturales y Derecho. Tuvo su primer empleo en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, como ayudante de mineralogía.

La nota anónima, sin embargo, se equivocaba en casi todo lo demás. González de Linares no había cumplido todavía los 25 años en 1869, pero su carrera avanzaba en la buena dirección. Consiguió una plaza de profesor sustituto en la cátedra de Historia Natural del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid y un año después se doctoró en Ciencias por la Universidad Central. En 1872 obtuvo la cátedra de Ciencias Naturales en el Instituto de Albacete. Casi no tuvo tiempo de ejercer porque meses después, como ya sabemos, ganó la cátedra universitaria en Santiago de Compostela.

Segundo Acto

Recién llegado a la universidad, González de Linares, tiene las ideas claras a pesar de su juventud. Sus convicciones son firmes. Considera que la educación española necesita adaptarse a las nuevas corrientes que vienen de Europa y defiende el modelo educativo propuesto por el krausismo, una doctrina basada en la tolerancia con el alumno y la libertad de cátedra frente al dogmatismo. En las clases del profesor cántabro la asistencia no es obligatoria, los alumnos frecuentan el laboratorio y abundan las clases fuera del aula.

En una institución demasiado apegada a las clases magistrales, las ideas de González de Linares irrumpen con la violencia de una revolución inevitable. En lugar de limitarse a dictar conferencias desde el estrado, implica a los estudiantes y los anima a exponer sus propias ideas y opiniones. Pero no todos los alumnos están dispuestos a aceptar los métodos de este naturalista despegado de su época. Cada vez que González de Linares cita a Darwin, un murmullo desafiante recorre el aula.

Tercer Acto

González de Linares solo pasó tres años en Galicia. Tres años, treinta y seis meses, más de mil días, más de mil clases, centenares de lecciones impartidas. Enfrentamiento, compromiso y resistencia. Ni los anónimos de sus alumnos ni las presiones desde la dirección del centro consiguieron desplazarlo del eje de unos principios que mantuvo siempre firmes. La Constitución de 1869 y la I República le permitieron sostener su empeño de modernizar la universidad española. Pero la República fue efímera, y cuando en 1874 los militares y los conservadores hicieron saltar el endeble régimen por los aires, González de Linares se vio envuelto en una batalla administrativa para defender su libertad de cátedra.

El 1875 el ministro de Fomento del nuevo gobierno conservador, el marqués de Orovio, promulgó un decreto que regulaba los libros y programas de estudio y prohibía la enseñanza contra el dogma católico. En Santiago de Compostela, González de Linares se opuso firmemente a la nueva norma. El 5 de marzo dirigió un escrito al rector del centro para comunicarle que no acataría el mandato del Ministerio. El 6 de marzo la universidad le instó a reconsiderar su posición. El 7 de marzo González de Linares se ratificó en su decisión. En su respuesta al pliego de cargos, escribió:

Fúndase mi negativa a obedecer esta disposición en no haber razón verdaderamente digna de tal nombre que autorice a Gobierno alguno a exigir de mí que tolere semejante imposición de su criterio y principios en asuntos, de todo punto extraños a su misión y competencia.

Perdió su cátedra el 20 de abril.

Cuarto Acto

Tiene treinta años, acaba de ser expulsado de un puesto de trabajo que había conseguido por méritos propios, se ha enfrentado al Gobierno y a los dirigentes de la comunidad educativa de su país, ha perdido, pero no está solo. En España, en la década de los años 70 del siglo XIX, abundan los profesores como González de Linares. La cabeza visible del movimiento es Francisco Giner de los Ríos. También Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón, presidente de la República durante tres meses, entre julio y septiembre de 1873. Y Laureano Calderón, catedrático de Química, compañero en la Universidad de Santiago, que se rebeló junto a González de Linares y también había perdido su cátedra. Todos estarán presentes en la fundación de la Institución Libre de Enseñanza.

La institución nace al margen del Estado con la voluntad de aplicar los principios krausistas. Sus principios concuerdan con los que González de Linares ha enarbolado durante toda su carrera: libertad de cátedra y una negativa rotunda a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma religioso, político o moral. Solo un año después de perder su cátedra, en 1876, Augusto González de Linares se convierte en el primer secretario del centro, cargo que ocupará hasta 1880. Enseña Cristalografía y Morfología Natural, viaja por toda Europa y entra en contacto con las personalidades científicas más destacadas del continente. Aprende y regresa para enseñar lo aprendido.

Entreacto

La ciencia fue feliz en el siglo XIX. La química, la biología, la geología, la mineralogía, la botánica y la medicina empezaron a desarrollarse después de siglos de religión y alquimia. Se descubrieron los primeros fósiles de dinosaurio y nació la paleontología. Se abrieron al público los primeros museos. Charles Darwin recorrió el mundo a bordo del Beagle y publicó El Origen de las Especies. La revolución industrial engendró una sociedad nueva.

En 1871 el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann encontró la ciudad de Troya, considerada hasta entonces una licencia poética de Homero. Todo parecía posible. Todo estaba por hacer. Los científicos se dejaban crecer la barba y vestían levitas de colores oscuros. Los geólogos intentaban calcular la edad de la tierra, los físicos terminaban de encajar el universo conocido en los postulados newtonianos, los botánicos regresaban de las selvas africanas cargados de nuevos especímenes, los biólogos empezaban a familiarizarse con el mundo microscópico. Augusto González de Linares fue zoólogo, geólogo y mineralogista. Y en cada uno de esos campos dejó trabajos que contribuyeron al desarrollo de la ciencia española.

Quinto Acto

En 1881 los liberales volvieron al poder y González de Linares recuperó su cátedra. Como el puesto que fue forzado a abandonar en Santiago de Compostela estaba ocupado lo enviaron a la Universidad de Valladolid, donde retomó sus clases y sus métodos. Durante un año interrumpió su actividad docente para dedicarse al estudio del litoral. Tenía cuarenta y un años cuando regresó a Santander en 1886 para embarcarse en un proyecto al que dedicaría el resto de su vida.

La Estación de Biología Marina de España se convertirá en uno de los mayores legados de Augusto González de Linares. Cuando inició su actividad solo existían cuatro centros similares en el mundo. La institución se dedicó desde su puesta marcha al estudio de la fauna y flora de los mares españoles, al desarrollo de la industria marítima y a la preparación de colecciones científicas destinadas a museos y centros de enseñanza. González de Linares dirigió el centro durante los siguientes dieciocho años. Desde la estación contribuyó de manera decisiva al desarrollo de la ciencia oceanográfica en España.

Sexto Acto

Augusto González de Linares murió en Santander el 1 de mayo de 1904, meses antes de cumplir los sesenta años. Sus contribuciones científicas fueron variadas y originales. Como geólogo demostró la existencia de formaciones del wealdiense en Cantabria. Como profesor contribuyó al debate en torno a los modelos pedagógicos e introdujo las ideas evolucionistas en España.

En las instalaciones de la Estación de Biología Marina de Santander llevó a cabo la disección de una ballena que sirvió para esclarecer importantes dudas acerca de la anatomía de los cetáceos. En el ámbito social, su defensa a ultranza de la libertad de cátedra sirvió, junto al esfuerzo de muchos otros profesionales de la enseñanza, para afianzar una figura legal que desde 1948 se encuentra recogida en la Declaración de Derechos Humanos de la ONU.

Epílogo

En 1907, tres años después de la muerte de González de Linares, la Estación de Biología Marina se trasladó desde la segunda playa de El Sardinero hasta su ubicación actual junto a la playa de Los Peligros. En 1914 pasó a depender del Instituto Español de Oceanografía.

El centro que fundó González de Linares cumplirá 121 años en 2017. Sigue activo bajo la denominación de Centro Oceanográfico de Santander. En un edificio anexo el centro alberga el Museo Marítimo del Cantábrico. De los cuatro estudiantes que en 1872 acusaban a González de Linares de ser un pasiego herético salido de la nada solo quedan cuatro firmas desleídas por el paso de tiempo al pie de una nota anónima.

Sobre este blog

'Cántabros con Historia' es un blog en el que intentaremos sacar brillo a los logros de todos esos personajes ilustres por cuyas calles paseamos a diario sin tener ni idea de cuáles fueron sus méritos. En los textos que siguen intentaremos trazar la biografía de unos hombres y mujeres que, desde una pequeña tierra en el norte de España, contribuyeron con sus aportaciones al desarrollo de la ciencia, la literatura, la política o el arte. Este blog, patrocinado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, está escrito por el periodista Miguel Ángel Chica y tiene como única pretensión reivindicar su memoria, para que sus nombres permanezcan en el recuerdo. Los estudiantes del Ciclo Formativo de Técnico Superior en Ilustración de la Escuela de Arte número 1 de Puente San Miguel son los encargados de retratar, a través de distintas técnicas pictóricas, a todos los protagonistas.

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