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“Un pueblo sin cultura es un pueblo embrutecido”

Charly Domínguez, bajista de Los Suaves, que están haciendo su última gira.

Isabel Ceballos

Los Suaves llevan 36 años de trayectoria en la carretera de forma ininterrumpida. Encadenando directo tras directo, concierto tras concierto, y festival tras festival, con unos fans entregados que saben lo que buscan y lo reciben de esta emblemática banda. Llega el final de una larga trayectoria, pero siguen tocando como si fuese el principio. El último concierto en Cantabria será el viernes 22 de julio dentro del Festival Música en Grande de Santander.

Charly Domínguez lleva en la banda desde el principio, cuando en 1979 decidió junto con su hermano Yosi emprender un proyecto de rock and roll cuya primera gran oportunidad llegó en el 81, cuando fueron teloneros de Los Ramones en La Coruña. Ahora le dicen adiós a una carrera honesta en la que siempre han ido “a su bola”. El bajista rememora con humor momentos de su periplo para eldiario.es Cantabria.

Están ante su último concierto en Cantabria. ¿Qué recibimiento esperan de sus seguidores?

Como el de otras tantas veces: entrega, coreando las canciones y siendo un Suave más, un componente más, siempre ha sido así. Siempre nos han recibido con mucho cariño y yo recuerdo los primeros conciertos en los que siempre han estado muy entregados y siempre hemos estado muy agradecidos. Eso es lo que esperamos. ¿Un poco de emoción? Pues posiblemente. Ya lo estamos viendo en otros sitios, deberíamos llamarle a la gira 'Lagrimón 2016'. 

En realidad, es un lloro de despedida, pero no son unas lágrimas de tristeza o de desgracia, son lágrimas de haber participado en la historia de un grupo -algunos a lo largo de 36 años,- pero que se sienten orgullosos de nosotros y nosotros de ellos. Lo más grande que hemos tenido han sido nuestros seguidores, si algo hay que valorar de la historia de Los Suaves han sido los seguidores.

¿Cómo ven el panorama en el rock español?

Tiene lo bueno y lo malo. Lo bueno, gente preparada. Ya no quedan autodidactas como Los Suaves. Son gente que estudia, le dedica sus horas a los instrumentos y gente que tiene ya estilo, porque lo hemos comprobado tocando con ellos en bastantes conciertos. Eso es lo bueno. Hay un interés enorme y a la gente le sigue apasionando la música. Y lo malo es que no hay infraestructuras, posiblemente poco apoyo, no económico, me refiero a dar a conocer a grupos que están a tu lado, están a 50 metros y a lo mejor otros especialistas en música se dedican a sacar a alguien que grabó una canción en su cocina en Kenya.

Ese apoyo de darles a conocer, de hacer referencia a ellos y darles tiempo para crecer... No puedes pretender que unos Guns N'Roses de repente ya te llenen esa página musical o que la gente pueda dedicarle una portada. Necesitan tiempo. Nosotros necesitamos hasta el tercer disco, estuvimos 10 años en altibajos y a punto de dejarlo. Hoy no, hoy tienes que ser el primero. 

Y faltan infraestructuras, hay que hacer sitios adecuados porque la Constitución dice que hay que invertir en cultura, de cualquier tipo, no solo de música. Tienen que tener locales adecuados como tiene la ópera y como tiene el teatro. Tienen que tener acústicos que estén bien y que la gente después si quiere asistir o no, si quiere seguir matando marcianos en su ordenador o en su móvil, allá ellos, así terminarán, absolutamente descerebrados. Pero el rock and roll es cultura, y eso es lo que hay que potenciar porque un pueblo sin cultura es un pueblo embrutecido. Y con cultura la sociedad se convierte en algo mucho mejor, serás un hijo de puta, pero un hijo de puta mucho mejor.

Con sus letras a veces parece que no poder dejar el rock ha sido una condena. Ahora que es un momento dulce, ¿pesan los amargos?

No, ayudan. Te hacen ser la persona que eres. Aparte de que tenemos la capacidad de obviar y olvidar esos momentos malos. Si hurgo mucho en mi memoria puede aparecer alguno como anécdota, pero evidentemente tienes que olvidarnos, si no palmas, no hay cabeza que aguante. Pero sí que hubo tiempos duros que nos fueron formando para no cometer los mismos errores, aunque algunos se volvieron a repetir.  Los Suaves llegaron con esos 36 años ininterrumpidos porque hemos sabido tratar los malos momentos. Hubo portazos, y si los hubo alguien aparecía a buscar a esa persona para que volviese.

Yo recuerdo ir a buscar a Moncho tras algún ensayo de broncas, detrás de él, él en su coche y yo en el mío para que no se fuera. Nunca hemos tenido un año sabático y nunca lo hemos dejado ni un año, ni un mes, ni cuatro años, ni nada. Hemos estado ahí de forma ininterrumpida 36 años, que es una pasada. Ni siquiera vacaciones largas, porque hablas de grupos que hacen giras pero después se toman dos años de descanso, a nivel internacional y nacional. Nosotros no, 12 fechas algún año, los malos, y 60 algún otro año, los buenos. Y a la carretera, y a tocar en directo y a donde nos llamen y como si fuera el último o el primer concierto de nuestra vida. Eso son Los Suaves, una banda de directo: nació y murió por el directo.

Parece que muchos han tomado su adiós como un grito de bienvenida. ¿Ha sido más duro ponerle fecha al concierto final que dar el paso de anunciar su marcha?

La decisión fue a lo largo del tiempo. Llegábamos a un ensayo y de repente surge esto, habría que pensar si nos vamos, ya está bien, y seguimos ensayando. Pasa un mes o dos, seguíamos ensayando y otra vez volvía esa conversación pero ya participábamos más. Después ya se iba haciendo más madura, más consistente, y después ya se terminó decidiendo que había que dejarlo, no estropearlo. Son 36 años, mueres dignamente. Es una historia en la que ya tienes a tu gente y tienes que terminarla bien, se tienen que sentir orgullosos de nosotros como nosotros nos sentimos de ellos.

¿Te acuerdas del cabezazo de Zidane? La jodió y era un tío cojonudo. Le dio un cabezazo y ahí está. Entonces cierras una historia, la música no la dejas, evidentemente, es intrínseca a ti y va contigo, pero sí, Los Suaves se terminan. Lo más duro fue la fecha. Lo otro paulatinamente se fue suavizando, no fue una cosa de hay que dejarlo, no lo soportamos. 

No somos un grupo fracasado. Fracasado es un grupo que lleva tres discos, está a punto de conseguir la gloria y lo dejan por vanidad y por ego, eso es un grupo fracasado. Nosotros no, hemos sido coherentes con lo que habíamos pensado y hemos continuado una historia sobreviviendo porque el rock and roll se las trae. No tiene tanta difusión, no hagamos daño a la sociedad, cuidadito, hagamos cositas pop. Ahí todo el mundo se vuelca. A pesar de eso hemos tirado hacia delante. Ya dimos todo lo que teníamos que dar, ahora tenemos que dejar a los grupos noveles como los Rolling Stones, grupos que empiezan, hay que dejarles.

Siempre unidos a su tierra, Ourense, la despedida no podía ser en otra parte. ¿Algo especial ya preparado que se pueda avanzar?

Lo único que se puede avanzar es que sí habrá algo especial. Yo no respondo a esa pregunta si no es delante de mi abogado. Estamos ahí dándole vueltas.

Muchos fans se resisten a que la música acabe. ¿Habrá disco tras la gira?

No. Puede haber algo si se graba el último concierto, pero disco no.

Nunca han sido una banda con publicidad. Se llevan el reconocimiento sincero de la gente que les sigue pero parece que como iconos del rock español para muchos vienen a la mente otros grupos. ¿Han huido un poco de la fama que quizá les correspondía?

No, somos más sencillos, no somos tan retorcidos. A nosotros nos gustaba el rock and roll, queríamos hacer versiones. Íbamos a un pueblo abandonado a hacer versiones, mientras otros iban al fútbol, y tocábamos versiones de los Sex Pistols. No hemos buscado nada, todo fue a veces por envidia. El anagrama como Los Ramones. Tenían un águila y nosotros pusimos un gato… Funcionábamos así, de una manera honesta, primitiva en cuanto a las infracciones y a la personalidad.

Nunca hemos buscado eso, quedarnos en Ourense. Ourense es una ciudad de inmigrantes. Mi abuelo murió en Estados Unidos, el otro vino de Cuba y con 31 años se murió, y estamos cansados de ser inmigrantes, por eso nos hemos quedado. Nos ofertaron en los 90 ir a vivir a Madrid y nos iría mejor, y nos quedamos en Galicia. Pero no es una postura, es como si hicieses una buena obra con alguien y no lo fueses contando por ahí. Alguien lo puede descubrir, pero no vas vendiendo eso. Hay gente que lo hace y termina mal, se les nota.

Nosotros hemos hecho rock and roll, queríamos reivindicar las guitarras rítmicas, porque de aquella se llevaba el tecno e iban todos con tecladitos y movimientos así de cadera hacia los lados tocando el teclado, pijaditas de esas. Nosotros dijimos: “Esto se está perdiendo”. Las guitarras estaban en el fondo. Como está pasando ahora, no oyes una guitarra. Todo es bombo y todo es teclado y voz. Entonces quisimos darle valor a la guitarra rítmica y reivindicarla porque eso es el rock and roll, meterte en casa con una guitarra a todo volumen y dar acordes, ni siquiera notas ni solos, y despertar a los vecinos. Esa era la esencia. Nosotros nos dedicamos a eso.

Pasaron por nuestro lado el hip hop, pasaron todos los estilos musicales, imagínate, eran los años 80. Y nosotros a lo nuestro. Otros cambiaron de estilo a ver si tenían más éxito, pero nunca fue algo planificado, nosotros solo hacíamos música. No éramos ni abogados, ni éramos listillos como esos asesores que cobran una pasada y no asesoran nada, esos listos de la vida que engañan a los tontos. No éramos ni eso. Solo queríamos tocar e ir tirando.

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