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“Estamos en un momento de divorcio entre la ciudadanía y la clase política”

José Antonio Cagigas preside este lunes su último pleno de la legislatura. | Foto: PARLAMENTO DE CANTABRIA

Laro García

José Antonio Cagigas (Escalante, 14 de noviembre de 1952) presidirá el Parlamento de Cantabria por última vez en el pleno ordinario que se celebra este lunes en el antiguo Hospital de San Rafael y que sirve de cierre a una legislatura que califica como “intensa y complicada”. Durante los últimos cuatro años ha dirigido la institución con aire docente, una característica que arrastra de sus años como profesor. A pesar de anunciar su retirada hace unos meses, confiesa que seguirá “en la reserva” y “disponible” para cualquier proyecto político que le seduzca. Vincula su jubilación, después de dos décadas en puestos de responsabilidad, a la necesidad de renovación que existe en la clase política española. “Los ciudadanos están demandando un cambio sensato”, opina. Durante la conversación con eldiario.es se muestra “beligerante” con la corrupción y reconoce que su discurso crítico le ha costado el reproche de algunos compañeros de filas.

¿Qué balance hace de la legislatura que está a punto de acabar?

Ha sido una legislatura intensa y complicada desde el punto de vista de la gestión del Gobierno. Esto se traduce en que los debates la Cámara han sido a veces muy duros, como consecuencia de esas decisiones económicas que se han tomado. Yo he estado varias legislaturas en la oposición, pero no veo grandes diferencias en el funcionamiento habitual. Ha habido un buen entendimiento y una buena relación, como existía previamente. Ha habido dificultades y ha sido una legislatura difícil para el Ejecutivo y normal para el Parlamento.

¿De qué aspectos se siente más orgulloso tras su paso por la Presidencia?

Ha habido tres medidas fundamentales que hemos impulsado de forma clara: hemos promovido la cercanía con los ciudadanos, hemos fomentado la transparencia y lo hemos hecho todo con la máxima austeridad. Esos son los principios más importantes. En el caso de la transparencia, el Parlamento de Cantabria obtuvo la máxima nota en un estudio independiente que valoraba a todas las cámaras regionales y nacionales, con bastante diferencia con respecto al resto. Somos el Parlamento más transparente de toda España y eso son datos objetivos. Con respecto a la cercanía a los ciudadanos, lo hemos intentado pero creo que los resultados son más modestos, queda mucho por hacer. Nos hemos encontrado con que los ciudadanos no participan o participan muy poco en las herramientas que hemos puesto a su servicio. Aquí se han desarrollado actividades culturales, por ejemplo, porque hemos querido tener un Parlamento abierto. Hemos estado en las redes sociales, para facilitar la máxima información… Reconozco que hace falta la concienciación de los ciudadanos. Además, hemos intentado hacer todas estas cosas con menos dinero. A veces es posible hacer más con menos si eres austero. Hemos pasado de un presupuesto próximo a los nueve millones de euros a uno con menos de siete millones.

¿Los ciudadanos no valoran lo suficiente el trabajo de los diputados?

No, todavía no. Es una época difícil, porque estamos en un momento de divorcio entre la ciudadanía y la clase política. En ese momento de divorcio es complicado conseguir una mayor participación, que no es un trabajo de una legislatura ni de dos, es un empeño constante. Lo que sí tenemos que hacer es poner las herramientas. La gente tiene que pasar de criticar en su casa o en el bar a ser capaz de opinar en las instituciones. Nos queda recorrido porque la participación política de los ciudadanos es pequeña. Es un reto para el futuro.

Habla de un divorcio entre los ciudadanos y la clase política mientras que existe cada vez un mayor interés por parte de la sociedad en lo que pasa y en lo que se decide en las instituciones.

Hay una cierta contradicción: existe ese divorcio con la clase política, eso está claro, pero sin embargo hay mucho interés por la política. Todo el mundo está deseando hablar y opinar.

¿Y puede ser un primer paso para que aumente la participación?

Sí, efectivamente. Lo que tiene que ocurrir es que haya una aproximación mayor. Si no te aproximas a los ciudadanos, difícilmente puedes avanzar. Lo que es cierto es que cuesta llevar a cabo esa aproximación, es difícil.

¿Se ha hecho autocrítica suficiente desde los partidos?

Puede ser que hayamos vivido demasiado encerrados en nosotros mismos. Los ciudadanos están demandando un cambio sensato. No se plantean cambiar la estructura del edificio, y me estoy refiriendo a la Constitución del 78 y a la estructura democrática de nuestro país. No es eso lo que la mayoría demanda. Lo que sí pide la mayoría es una actualización de los partidos políticos. A mí me parece que los partidos no pueden seguir en las mismas condiciones que están. Es necesario que los partidos se abran, que faciliten más la participación, que den una vuelta de tuerca en la actividad política. Eso daría lugar a una mayor aproximación. Vas por la calle y escuchas continuamente conversaciones de política, algo que no ocurría antes. Ahí está el ejemplo de los programas de televisión y el interés por las tertulias. Eso es bueno, pero habría que transformarlo en una participación constructiva.

"Los ciudadanos están demandando un cambio sensato. No se plantean cambiar la Constitución del 78 y a la estructura democrática de nuestro país. Lo que sí pide la mayoría es una actualización de los partidos políticos".

¿Da por hecho que vamos a ver nuevos grupos parlamentarios durante la próxima legislatura?

[Sonríe]. Damos por hecho lo que las encuestas nos dicen que va a pasar. Aquí ninguno tenemos una varita mágica y las encuestas se equivocan, como hemos podido comprobar reiteradamente. A dos meses de las elecciones es muy pronto, aunque parece factible que pueda haber más grupos políticos, uno o dos más junto a los tres que ya existen en este Parlamento. Queda tiempo hasta las elecciones y hay un número muy elevado de indecisos, así que es muy arriesgado hacer previsiones. Habrá que verlo.

¿La entrada de nuevos grupos puede reavivar el debate político en el Parlamento y abrir el escenario a nuevos actores?

Eso habrá que demostrarlo. Que entren nuevos grupos da lugar a dos opciones: que generen una situación de barullo y de caos o una alternativa más constructiva, con la entrada de nuevas ideas, con nueva savia, que fuerce a una negociación constante entre todos… y eso sería positivo. Yo quiero ser optimista y pienso que, al final, no habrá caos sino que se llegarán a acuerdos. Estamos en nuevos tiempos políticos y éstos son tiempos de entendimiento. Habrá que negociar y habrá que sentarse para buscar puntos de encuentro. A mí eso no me da ningún pánico. La política se tiene que renovar. Y a veces para renovar a los que estamos es bueno que nos ‘renueven’ por otro lado.

Menciona el diálogo y el entendimiento como claves para la próxima legislatura. ¿Un hemiciclo sin mayorías absolutas es más útil para el debate?

En el mismo momento en el que no exista una mayoría absoluta será imprescindible ese diálogo. Bien porque se tengan que unir dos para formar Gobierno, que en Cantabria ya hemos visto que las coaliciones funcionan también como un rodillo, o que haya un Gobierno en minoría de un grupo político que tenga que alcanzar acuerdos puntuales en la medida que tenga que tramitar proyectos de ley. Cualquiera de las vías es posible. Pero diálogo tiene que haber. Son tiempos políticos de entendimiento y de sentarse a escuchar.

¿Acabaron entonces los tiempos de las mayorías absolutas?

Los tiempos de mayorías absolutas, ahora mismo, están lejos. Se van a dar pocas. Alguna se dará, más en los municipios, donde el alcalde tiene mucho más tirón. Yo creo que los gobiernos de toda España lo van a tener difícil para revalidar las mayorías absolutas.

"No he convivido y no convivo con casos de corrupción, porque no los acepto. Creo que los partidos, tanto el PP como el PSOE, no han sido suficientemente beligerantes".

¿Ya tiene decidido su futuro a partir del 24 de mayo?

Voy a dejar de ser diputado, eso está claro. De momento, yo me retiro de la vida política y me jubilo. A partir de ahí, quedo en una posición de libertad, en la reserva… [Sonríe]. Como soy libre, haré lo que en cada momento se plantee.

¿No cierra ninguna puerta?

No, no, no. Yo no cierro ninguna puerta. Dejo de ser diputado y, por lo tanto, dejo de ser presidente del Parlamento. De eso no hay la menor duda. Y paso a una posición de disponible, que puede servirme para leer, para ocuparme de alguna responsabilidad política o para cualquier otra cosa. Hay que dar pasos y la vida tiene que continuar. Uno no puede estar toda la vida en los cargos, que tienen que renovarse. Llevo una serie de años considerable en la actividad política y lo que procede es facilitar la renovación.

¿Y qué tiene pensado para este retiro?

A partir del 25 de mayo, en primer lugar, mi intención es jubilarme. Yo quiero abrir un periodo de reflexión, ver lo que ha pasado en las elecciones. A mí me gusta mucho la actividad política, me gusta también la docencia, me gustan las matemáticas… Cuando terminas en una faceta de tu vida, hay que esperar un poco. Tengo que ver el panorama con más perspectiva. Siempre voy a estar en disposición de mi partido y si se me ofrece un proyecto de interés, yo estaré siempre disponible.

¿Estar de despedida de su actividad parlamentaria le otorga mayor libertad a la hora de expresar sus opiniones?

Mi discurso contra la corrupción, por ejemplo, creo que hay que hacerlo siempre. Hay que ser absolutamente beligerante con la corrupción. Una de las cosas que más me han molestado en los últimos años es ésta. Creo que es imperdonable que haya individuos así y no he entendido mucho que desde los partidos políticos no se tomen las medidas necesarias para eliminar cualquier corrupción que pueda existir. Ese planteamiento lo he tenido siempre. Independientemente de mi retirada, lo he tenido claro: no he convivido y no convivo con casos de corrupción, porque no los acepto. Choca de plano con la transparencia que defiendo. Creo que los partidos, tanto el PP como el PSOE, no han sido suficientemente beligerantes. Se necesita una postura más clara. Y más aún con los de tus propias filas. Con el adversario siempre lo eres. Yo lo que pido es beligerancia con nuestros corruptos, con los míos. Eso lo he pedido siempre y me ha costado algún disgusto con algún compañero que no entiende mi discurso, pero creo que el ciudadano me entiende mucho más. Los compañeros que no piensan así se equivocan. Si quieren buscar votos, los votos se buscan más de esta forma que tapándonos los unos a los otros.

¿Ha sido eso lo peor de la legislatura?

Sí, aunque en Cantabria no ha habido grandes casos de corrupción… De todas formas, los grandes casos, como los ERE de Andalucía, el caso Púnica en Madrid o el caso Bárcenas en el Partido Popular, nos acaban afectando. El debate general de la política está trufado de estos problemas. Me da igual un partido que otro. Todos debemos mostrar una oposición frontal. Y creo que la gente vota a opciones nuevas no tanto porque les vayan a resolver la crisis económica, sino para obligar a los partidos viejos a ponerse las pilas, como un voto de castigo. Exigen que renovemos el discurso y no permitamos ni un solo caso de corrupción. Yo lo entiendo así.

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