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El banco recula y concede a Jesús la dación en pago libre de cargas

Jesús observa la documentación que le garantiza la dación en pago de su casa. | JAVO DÍAZ

Rubén Vivar

“No es necesario que pague la comunidad de propietarios ni la contribución. Dada sus circunstancias, lo asume la oficina”. Así comunicaban este jueves a Jesús, desde la Unidad de Créditos Inmobiliarios (UCI) del Banco Santander, que le concedían la dación en pago. Inicialmente, la entidad le reclamaba como condición para liberarse del préstamo que, además de entregar la vivienda en buenas condiciones, abonara 3.000 euros, una cantidad de la cual no dispone.

“Me han podido dejar con una hipoteca para toda la vida”, manifiesta todavía casi sin creérselo. Y es que el crédito hipotecario que firmó en 2003 se convirtió en la “peor pesadilla” de este joven santanderino. “No le recomendaría a nadie que se hipotecase. Hay que fomentar el alquiler, como hacen la mayoría de países europeos”, apunta en declaraciones a este diario pocas horas después de recibir la llamada del banco.    

Más allá de mostrar una felicidad casi imposible de ocultar, Jesús no deja de agradecer el apoyo que ha recibido -especialmente por parte de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)- y de lanzar un mensaje de optimismo a quienes están pasando por una situación similar a la suya o se sienten indignados por la actual situación política y social. “Está claro que sí se puede, que se conciencien los españoles”, afirma.       

Llegar hasta este punto no ha sido fácil. Durante mucho tiempo ha estado sometido a un “fuerte acoso” por parte de la unidad de créditos del banco. “Era un sinvivir. Todos los días me llamaban diez o quince veces; a mis padres, a mi exmujer... Me sentía como un delincuente. Es un sistema de acoso brutal. Eso me acabó de hundir”, relataba días atrás a eldiario.es Cantabria

Tras más de un año de lucha, el pasado 12 de agosto recibió la notificación de que le concedían la dación en pago. A los pocos días recibió en su casa el contrato con unas condiciones distintas a las acordadas de forma verbal. Según explica, para cancelar la deuda de 179.800 euros, le pedían que abonase primero los 3.000 euros que debía a la comunidad de propietarios y al Ayuntamiento de Santander por dos recibos del Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI). 

“Era una dación en pago con trampa. No tenía ningún sentido”, subraya. Al recibir ese contrato, que no podía afrontar económicamente, realizó una contraoferta: él asumía los dos recibos del IBI y cedía el mobiliario de la vivienda a cambio de que la entidad corriera con la deuda con la comunidad, que ascendía a 1.910 euros. 

Hace “ocho días” que no sabía “nada” del banco, hasta este jueves -un día después de aparecer en una televisión nacional que conoció la historia a través de eldiario.es-. Ahora el banco le concede la dación en pago con el único requisito de que deje la vivienda “en buenas condiciones”. También le han dicho que “corre un poco de prisa”.   

Una vez que un responsable del banco compruebe el estado el piso, prepararán los papeles y “en tres o cuatro días” acudirán al notario para firmar. “Estoy muy contento pero me gustaría que los bancos tuvieran más corazón que bolsillo”, resalta. Aunque todavía tiene que buscar una habitación, se siente “más fuerte que nunca”. “Quiero empezar una nueva vida”, recalca.

La misma deuda

En 2003, tras pasar por el altar, Jesús y su ex mujer decidieron dejar el piso de alquiler y comprar una vivienda, para lo cual solicitaron un préstamo de 180.000 euros. Por aquel entonces ambos trabajan y disponían de unos buenos ingresos. Sin embargo, seis años después, coincidiendo con la llegada de la crisis, ambos perdieron el empleo y comenzaron a llegar los problemas.

Nada más quedarse en paro continuaron desembolsando los cerca de 500 euros mensuales de hipoteca pero, con el paso del tiempo, la 'hucha' se agotó. Ante las dificultades de pago, el banco accedió a rebajar esa cantidad a la mitad durante un año pero aumentando el capital de deuda, un hecho que Jesús desconocía, según señala.

Este hecho, sumado a que durante los años en los que pagaron la cuota con normalidad solo estaban abonando los intereses, propiciaron que su deuda actual con el banco sea prácticamente la misma que cuando formalizó la hipoteca doce años atrás.

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