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Acusado de abusos sexuales a su empleada del hogar lo niega y dice que era una “desequilibrada”

Acusado de abusos sexuales a su empleada del hogar lo niega y dice que era una "desequilibrada"

EUROPA PRESS

SANTANDER —

El acusado de abusar sexualmente y de forma continuada de su empleada del hogar ha negado los hechos, que supuestamente ocurrieron entre la Semana Santa de 2009 y enero de 2010 en los domicilios que éste tiene en Castro Urdiales y en Miengo, y ha manifestado que ella era una persona “desequilibrada” y con “muchos problemas económicos y personales” ante los cuales “lo único” que hicieron él y su familia fue ayudarla, llegando a pagarle una deuda de 27.500 euros y avalándole en la compra de un piso.

Así lo ha indicado este lunes AJ.G.S. en su declaración en la primera sesión del juicio que ve la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria, una vista que se prolongará hasta el próximo viernes y en la que la Fiscalía reclama para el acusado una pena de 14 años de prisión y una indemnización de 10.000 euros, petición que la acusación particular eleva a 15 años y 108.000 euros.

Al iniciarse el juicio, las partes pidieron a la magistrado la celebración de la vista a puerta cerrada aludiendo al tipo de delito pero finalmente se determinó que los medios de comunicación pudiesen estar presentes durante la declaración del acusado, aunque en la de la víctima y el resto de testigos sólo podrán asistir medios escritos y de audio pero no de imagen.

El encausado, que cree que ella le ha denunciado “mal aconsejada o por dinero”, ha explicado que la mujer trabajaba para él en su vivienda habitual de Castro Urdiales, donde limpiaba desde el 2000, y también en su empresa, desde 2007, unas labores a las que sumaban trabajos puntuales de limpieza en otras viviendas de Miengo y Polanco, y “todo por ayudarla” porque, ha dicho, “andaba muy mal porque tenían problemas económicos y personales”.

Según la víctima, desde la Semana Santa de 2009 él le hacía “insinuaciones y comentarios obscenos” pero ella no hacía caso hasta que, en el mes de agosto, el acusado la pidió que le acompañase el fin de semana al chalé de Miengo porque, como no estaba su mujer, así ella limpiaría la casa y él acudiría al campo de golf, instándole también a llevar a su hijo y así él le llevaba a “echar unas bolas”.

Él ha asegurado que aquel fin de semana no pasó nada y que se limitaron a comer y cenar juntos fuera de casa y por el día él se llevaba al niño a jugar al golf. Sin embargo, la víctima, que también ha declarado este lunes, ha indicado que en una de esas salidas él hizo un chiste verde (“los toreros ganan millones con las corridas y yo las hago gratis”) y ella se sintió “muy incómoda”.

Pero, ha relatado, las cosas fueron más allá y en otro momento la “agarró y empezó a besar” metiéndole “la lengua”, beso al que ella no le correspondió. Ante ello, ha indicado que aquella noche ya apenas durmió pero la situación se tornó peor al día siguiente cuando, mientras la enseñaba a golpear la pelota de golf, “se arrimó mucho y notaba como estaba erecto”.

Al regresar esa tarde-noche al chalé de Miengo, la mujer ha señalado que el acusado le dijo que tomaran un chupito de ron, que ella no bebió, y después le pidió que le acompañase a la cocina a “preparar unos cubatas”, donde la volvió a besar de “forma brusca y sorpresiva”.

“SOLO PENSABA EN QUE ACABASE PRONTO”

Al día siguiente, de nuevo en la casa, la víctima ha contado que, estando en el salón y mientras el niño se encontraba jugando en casa del vecino -un socio de él-, la pidió que se sentase sobre él, la agarró “fuerte de la nuca” y la besó unos segundos para, después, cogerla de la mano y subirla escaleras arriba. “Yo sabía que algo malo iba a pasar pero no podía reaccionar, solo pensaba en que acabase pronto”, ha recordado entre lágrimas.

Una vez en la habitación, ha contado que la puso contra la ventana y la quitó la camiseta y el sujetador y él se desnudó entero, un momento en el que ella ha dicho que se bloqueo y no le salían las palabras, mientras que él la “agarró fuerte de la nuca y me metió el pene en la boca hasta eyacular”.

Cuando acabó, ha recordado que empezó a sonreirse y le dijo: “mi mujer hacía tres años que no me hacía una de estas” y, además, le aseguró que no seguía haciendo cosas con ella porque se “había dejado los preservativos” y no fuese a ser que la “dejase embarazada”.

Llorando, la mujer ha afirmado que “estaba en shock”, no pudo reaccionar en aquel momento, que le quería decir “no quiero” pero no le salían las palabras que no sabía cómo enfrentarse a aquella persona a la que “respetaba y admiraba”.

Frente al relato de la víctima de este episodio, el acusado lo ha negado todo, ha asegurado que nunca la besó y mucho menos la toco e incluso ha dicho que, en el momento que ella dice que eso sucedió, estaban los vecinos en la casa. “Nunca sucedió eso, en absoluto”, ha manifestado.

Tras suceder esto, días después, él la requirió que acudiese por la tarde a su casa porque su mujer estaba de viaje y necesitaba que le preparase unas camisas para un viaje de negocios. Mientras ésta doblaba las camisas, la agarró por detrás y volvió a besar. Unos besos “bruscos” y no correspondidos que él volvió a repetir cuando dos días después ella le tuvo que llevar al aeropuerto, así como cuando le recogió a su regreso. Este último trayecto él ha negado que lo hiciese con ella porque, según ha dicho, hubo un retraso en su vuelo.

Durante el mes de septiembre, la víctima tuvo que ir a limpiar unos chalés de acusado a Polanco, acudiendo cada fin de semana a uno de ellos. En una de esas ocasiones, cuando ella ya salía de una de las casas, AJ.G.S. se presentó allí y le dijo que le acompañase dentro que quería ver cómo había quedado.

LLEGÓ A METERLE UN DEDO EN LA VAGINA

La mandó subir al piso de arriba y, mientras iban por las escaleras, ella ha relatado como él la agarró, la metió la mano por el pantalón y la empezó a besar muy fuerte y sin que ella pudiese impedirlo, le metió “un dedo en la vagina”. “Le pedí que me soltase, le dije que no quería y me soltó riéndose con la satisfacción de haber conseguido lo que quería”, ha dicho la mujer.

La víctima ha considerado que desde entonces, y aunque los hechos enjuiciados no acabaron ahí, sintió como una parte de su vida estaba “rota” y no sabia como salir de esa situación porque “mi vida dependía de ellos, económicamente dependía de ellos y si perdía los trabajos lo perdía todo”, ha dicho. Al mismo tiempo, ha indicado que sentía “vergüenza” e incluso “culpa”.

El 24 de diciembre, un día antes del cumpleaños de ella, cuando la citó en Islares para darle un regalo de cumpleaños, un anillo. Según él, su mujer se lo mandó comprar pero, según ella, la esposa del acusado ya le había hecho un regalo. En cualquier caso, en ese encuentro él la volvió a besar metiéndole “la lengua”. “Yo sentía asco”, ha apostillado ella, que ha dicho que hubo otro episodio similar el 12 de enero de 2010.

Durante todo ese tiempo, ella “dejó de comer, se estropeó mucho y estaba absolutamente bloqueada cuando era una personas responsable y trabajadora”, han relatado dos testigos -dos mujeres para las que trabajó, una ellas también amiga y otra una vecina de AJ.G.S.--, un deterioro que si bien también ha confirmado el acusado que, aunque negando los hechos, ha considerado que ella “estaba mal, mi mujer y yo le decíamos que comiese más, tratábamos de ayudarla en todo”.

A finales de enero de 2010, la víctima ingresó en el hospital de Laredo tras una ingesta de medicamentos con la que quería “quitarse de en medio” y tras la que estuvo en tratamiento psicológico, aunque lo dejó porque necesitaba seguir trabajando para poder vivir, ya que no estaba dada de alta y no cobraba ninguna baja.

El juicio continuará este martes, 22 de noviembre, a partir de las 9.30 horas, con las declaraciones de varios testigos.

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