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'Centinelas de Cantabria' cumple cinco años inspeccionando el litoral de la región

Centinela durante una inspección.

Rubén Alonso

El Programa Centinelas se implantó en Cantabria en el año 2011 con el objetivo de proteger, conservar y colaborar en la gestión del litoral a través de un diagnóstico

voluntario. Nace de la mano de tres entidades relacionadas con el medio ambiente marino: Asociación Costaquebrada, Ambientalia y Asociación Científica de Estudios Marinos. Esta campaña está incluida en la red internacional CoastWatch Europe, así como en la red nacional de CoastWatch.

CoastWatch Europa es una red internacional de organizaciones que trabajan en el ámbito del medioambiente gestionando a voluntarios que se encargan de vigilar la costa europea. Comenzó hace más de 30 años y desde entonces la sede irlandesa se encarga de la gestión europea del programa, así como de mantener la filosofía del mismo.

El plan se centra en la protección y gestión del medio marino en su entorno más cercano a la tierra, el litoral. Esta red europea está formada por diferentes equipos coordinadores de los países asociados. En España, cada comunidad autónoma participante dispone de un equipo de trabajo que coordina el voluntariado.

Adriana Sanjurjo Añíbarro es miembro del equipo coordinador de Centinelas de Cantabria. Afirma que Centinelas surge en esta comarca por la iniciativa de un grupo de personas involucrados personal y profesionalmente en el estudio, divulgación y conservación del medio natural, mayoritariamente de la costa de Cantabria.

“Conociendo la existencia del programa europeo Coastwach se quiso incorporar esta metodología a nuestra comunidad y para ello nos pusimos en contacto con la coordinación europea que reside en Dublín y recibimos su apoyo. A la hora de ponerlo en marcha coincidimos en la necesidad de elegir un nombre propio que le diera personalidad al proyecto, y de ahí surge Centinelas”, destaca Sanjurjo. Además, asegura que el comienzo de su andadura en 2011 fue una campaña piloto que tuvo una gran acogida.

Con el proyecto, de carácter anual, se obtienen datos sobre la tipología de la zona, presencia y carácter de los residuos, flora invasora, biodiversidad, cambios en la costa, mortandades de fauna y otros parámetros. Del análisis de estos datos surge un Informe en el que se hace público el estado de conservación del litoral de Cantabria.

A partir de las conclusiones y resultados de este informe se seleccionan y plantean, a

propuesta de los propios centinelas, varias acciones que pueden realizarse en algunos de los tramos inspeccionados, que se desarrollan al año siguiente.

Para llevar a cabo esta labor el programa ha dividido el litoral cántabro en 87 bloques de diez tramos de 500 metros cada uno. Según detalla Adriana Sanjurjo, un centinela o grupo de centinelas elige uno o varios de esos tramos y durante la campaña de inspección, escoge un día con bajamar para recorrerlo y analizarlo con el kit correspondiente que les asignan.

“El kit que se entrega al voluntario se trata de una bolsa de tela en la que va una encuesta con preguntas sobre la tipología del terreno, residuos, fauna, flora, paisaje…,tiras de pH y nitratos, así como un termómetro para la analítica de agua y unas fichas de identificación de especies de flora y fauna por ecosistemas. Además, se facilitan también guantes de látex y una bolsa de basura para aprovechar el paseo y recoger residuos en el camino”, explica la integrante del grupo coordinador.

Finalmente, una vez inspeccionado el tramo, los datos recogidos deben enviarse a través de la encuesta online. Adriana Sanjurjo apunta que todos los voluntarios cuentan con unas jornadas de formación para aprender a utilizar el material que se les proporciona, y que además de ello, disponen de toda la información necesaria en la web de Centinelas de Cantabria.

Asimismo, Sanjurjo asegura que el número de voluntarios ha ido incrementándose con el paso de los años, a excepción del año pasado que “bajó un poco”. Sin embargo, afirma que en la presente campaña “parece que el número vuelve a superar los 200 sin contar los menores; si los contáramos superaríamos los 400”. “Hay voluntarios muy fieles con el proyecto que llevan con nosotros sus cinco años de vida, otros que lo dejan y nuevos que se unen”, señala.

Uno de los aspectos más importantes para este tipo de campañas de protección y conservación del medioambiente es su divulgación. Centinelas de Cantabria, según explica Adriana Sanjurjo, en un primer momento contó con posters y flyers pero se dieron cuenta, como ella misma afirma, “de que los resultados de la difusión no eran los esperados”, por lo que desde hace dos años lo hacen a través de redes sociales y prensa.

Por otra parte, otro de los temas fundamentales para un programa como Centinelas son las ayudas y subvenciones públicas. Según detalla Sanjurjo, el Gobierno de Cantabria financió parte de la campaña piloto del primer año, así como los tres siguientes. “El problema ha llegado este año donde a pesar de habernos confirmado la financiación de la campaña 2016, finalmente no se ha materializado y nos han dejado en una situación complicada. Como contábamos con la financiación no se han buscado otras alternativas y llegado el momento hemos tenido que aunar esfuerzos y tirar para adelante sin ningún apoyo económico”, lamenta.

Además, la integrante asegura que la falta de financiación “es una gran dificultad” ya que además de la compra de los materiales necesarios, “también hay un trabajo complejo detrás que requiere tiempo y disposición”. Por otro lado, hace hincapié en que “es importante que las administraciones den valor a los datos que se recogen para que no queden en un cajón”.

“Coastwatch siempre utiliza estos datos pero a nivel autonómico, nuestros gestores no parece que les den uso y sin embargo, es una secuencia de datos de cinco años empleando un método científico, por lo que ya se pueden sacar cosas relevantes, como pueden ser la situación de muchos puntos negros de residuos en el litoral”, asegura Sanjurjo.

Precisamente en relación a esto último, expone que tras cinco años han llegado a la conclusión de que “hay que dar un mayor uso a los informes que derivan de los datos de las inspecciones”. “Gracias a ellos hemos podido realizar acciones de voluntariado de limpieza de puntos negros, y denunciado muchas otras a las administraciones competentes logrando la eliminación de varios vertederos incontrolados”, explica.

Sanjurjo cuenta que su vida personal y profesional es muy afín a las tareas de conservación. “Se me brindó la oportunidad de formar parte del equipo coordinador del proyecto. Además de ello, también tengo mi tramo de inspección en la costa oriental de Cantabria”, destaca. Asegura que tras cinco años sigue con las mismas ganas que al principio.

“Es un proyecto que lleva mucho peso organizativo pero a su vez es muy gratificante y una cosa compensa la otra”, relata. Cuenta que ha podido conocer a mucha gente, compartir momentos y experiencias, y aprender de todo y de todos. “Realmente es la gente que está detrás la que aporta la energía para que el viaje siga su rumbo”, destaca.

Colaboradores

Pilar Machín y Javier López Orruela son miembros del Grupo Local SEO (Sociedad Española de Ornitología) Castro. Se trata de una de las cuatro primeras entidades que entraron a formar parte de esta campaña desde que se puso en marcha en 2011. “La estructura del proyecto está pensada para que haya la mayor participación por parte de la ciudadanía a través del voluntariado, por lo que no se exigen grandes conocimientos de zoología o de ecología litoral”, apunta López Orruela.

Ambos destacan que descubrieron el programa a través de internet y que les pareció interesante. “La playa de Sonabia es una de las áreas donde SEO Castro siempre ha actuado y cuando vimos que se abría una iniciativa para vigilarla decidimos cogerla puesto que es una zona que conocemos y que queremos preservar”, explica Pilar Machín.

Por tanto, esta entidad local se encarga de inspeccionar el Monte Candina que abarca los bloques 79 y 80. “Como el primer año solo estaba controlado el 25% del litoral cántabro hubo que coger muchos tramos”, explica López Orruela. Los dos integrantes cuentan como las labores de inspección las realizan tanto a pie como en piragua, empleando ésta última para zonas menos accesibles como entornos de acantilados.

“A la hora de apadrinar uno o varios tramos te responsabilizas un poco de las afecciones que puedan venir encima. Está pensado para la gente que reside en la zona para que pueda aportar esa información en los periodos en los que no se hace la revisión; el informe te pregunta qué grado de conocimiento tienes del entorno”, explica López Orruela.

Los dos integrantes afirman que, en esta zona oriental de Cantabria, a raíz de los informes que se remitieron plantearon intervenciones que se sugerían en ellos. “Los problemas que se diagnosticaron se trasladaron al Programa de Educación Ambiental y Voluntariado en Cantabria (Provoca) y conseguimos que se estableciera una conexión y un paralelismo entre Centinelas y el Centro de Investigación de Medio Ambiente (CIMA), que organiza el Provoca”, apunta López Orruela. “Haces el diagnóstico e identificas los problemas con Centinelas y Provoca actúa para tratar de corregirlos”, explica Pilar Machín.

López Orruela hace hincapié en que “no hay que ser muy ambicioso a la hora de plantear los objetivos en tema de voluntariado porque si lo eres en exceso te puedes llevar una decepción”. “Lo ideal es ponerse metas asequibles”, esgrime. Concluye recalcando que “si únicamente tienes un tramo es una actividad muy grata”. Sin embargo, destaca que ellos están un poco saturados porque se encargan de muchos, y ambos afirman que todo el que quiera colaborar es bienvenido y puede consultar las fechas de las actividades en su página de Facebook.

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