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El británico juzgado por introducir 5 kg de éxtasis en el ferry dice que “no sabía que había droga” en el coche

El británico juzgado por introducir 5 kg de éxtasis en el ferry dice que "no sabía que había droga" en el coche

EUROPA PRESS

SANTANDER —

El ciudadano británico detenido en el ferry de Santander con cerca de 5 kilos de éxtasis (15.000 pastillas de MDMA) ha reconocido este hecho en el juicio celebrado este lunes contra él, en el que ha negado que supiera que llevaba droga en el vehículo con el que viajaba, que era de un conocido suyo, a quien se lo iba a dejar en la ciudad portuguesa de Oporto.

El acusado ha declarado, asistido por una intérprete, en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria, donde ha respondido a las preguntas del fiscal, que ha mantenido la petición de siete años de cárcel y multa de 300.000 euros, y de su abogado, que ha vuelto a solicitar la libre absolución.

Durante el interrogatorio ante la sala, el procesado -en prisión provisional comunicada y sin fianza por riesgo de fuga desde el 5 de noviembre de 2016, cuando fue arrestado en el Puerto de Santander- ha explicado que está de acuerdo con los hechos, pero ha no con la pena solicitada por el Ministerio Público al considerar que no ha cometido ningún delito, pues “no sabía” que en el convoy -compuesto por un todoterreno con un remolque, sobre el que transportaba una furgoneta- llevara droga.

HECHOS

De acuerdo con su versión, los vehículos eran de un conocido suyo, que había conocido en una fiesta en su ciudad en junio de 2016, cinco meses antes de los hechos por los que ha sido enjuiciado.

Según ha explicado, ese hombre le llamó por teléfono en octubre y le pidió que le llevara su coche desde el Reino Unido a Portugal, a través del ferry que comunica el país británico con la capital cántabra, el que cubre la línea Plymouth-Santander.

Así, su compatriota “simplemente” le pidió ese favor, a cambio de pagarle “todo” el viaje y gastos relacionados, como gasolina, alojamiento y billete de vuelta desde Oporto.

El acusado -que trabajaba limpiando alfombras en un empresa y ganaba un “buen” sueldo- ha detallado al respecto que su conocido le pidió que le llevara el coche a Portugal porque él “estaba ocupado” y no podía, a lo que accedió, pues tenía vacaciones.

Además, ha añadido que pensaba traerse a su novia y a sus dos hijos con él, aunque finalmente no pudo por motivos laborales de su pareja, al no disponer de días libres en las fechas del viaje.

En este sentido, el procesado ha insistido en que desconocía que en el coche que transportaba hubiera droga, pues como ha insistido tenía previsto haber traído con él a su familia, y no les iba a haber puesto -ha dicho- en esa “posición”.

POLICÍAS

En la sesión, que ha quedado vista para sentencia, también han declarado como testigos tres agentes policiales que intervinieron en la operación, uno de ellos por videoconferencia desde Algeciras.

El efectivo que se encargó de retener en la aduana del ferry al sospechoso ha explicado que habían sido alertados por la policía británica que, en el marco de una investigación, habían conseguido información “muy solvente” sobre un vehículo concreto que podría transportar droga a España vía marítima.

Con los datos del coche, localizaron al conductor, que reaccionó con “sorpresa”, “inquietud” y, también, con “incongruencias” y “contradicciones, ya que pese a la ”importante barrera idiomática“ -ha admitido el policía que le retuvo- ”nos hicimos entender, y él también“.

A su juicio, ese “nerviosismo” inicial sirvió para “refrendar” la información previa que tenían de que podría haber droga en el convoy, y por lo que iniciaron el registro en la Estación Marítima de Santander, contando para ello con la colaboración de una unidad específica con guías caninos desplazada desde Madrid, dada la dificultad para hallar esta mercancía.

Con la ayuda de los perros y tras una “búsqueda exhaustiva” localizaron la mercancía, en unas labores que se demoraron más de lo habitual al tratarse de vehículos muy grandes. Encontraron la droga en paquetes “bastante ocultos” y “bien disimulados” en el fondo del portón trasero de la carrocería de uno de los automóviles, el todoterreno.

Venía preparada en envases de plásticos termosellados, y con películas de grasa entre los envoltorios para “enmascarar el olor”, es decir, que se transportaba de forma “muy elaborada”.

En cuanto al acusado, este policía ha incidido en las contradicciones e incongruencias, ya que primero se negó a declarar, y luego dijo que venía a España de vacaciones y después a hacer un favor a un amigo, que se volvía desde Portugal por carretera y luego que en avión... “Cambió varias veces de discurso”, ha resumido.

Algo en lo que ha coincidido quien ocupaba el cargo de jefe de puesto fronterizo ese día. “Le vi un poquitín nervioso. Se contradijo”, ha señalado este agente, que se encargó de pedirle la documentación y hacerle las preguntas de rigor, en cuyas respuestas notó que podía “haber algo raro”.

Uno de los efectivos del grupo requerido para revisar el convoy ha detallado dónde y cómo encontraron la droga, que venía “casi toda perfectamente envasada”, en paquetes que contenían las pastillas.

CONCLUSIONES

Escuchados el acusado y los testigos, las partes han elevado a definitivas sus conclusiones, de modo que la Fiscalía mantiene los siete años de prisión solicitados y multa de 300.000 euros al considerarle autor de un delito contra la salud pública, por transportar droga para introducirla en España, siendo el transporte -ha recordado el fiscal- una forma de autoría.

El representante del Ministerio Público, tras indicar que este delito está agravado por la cantidad incautada, ha señalado que la única defensa del acusado es “decir esto no es mío”, pero ha subrayado que reaccionó con “nerviosismo” cuando fue requerido en el control de fronteras, donde contestó con “contradicciones”, como actúa quien tiene “algo que ocultar”. “Y en este caso, mucho”, ha apostillado el fiscal.

Mientras, la defensa del británico juzgado ha insistido en su libre absolución, porque si bien “los hechos son los hechos” desde el punto de vista objetivo, hay elementos “subjetivos” con los que no está de acuerdo.

Así, el letrado del procesado ha destacado que ha mantenido una línea “coherente” desde el primer momento de su declaración, y considera normal que reaccionara con nerviosismo, como haría “cualquier persona normal”. “Lo lógico es que se ponga nervioso”, ha sentenciado.

Además, ha incidido en la barrera idiomática, pues no se declara igual en otro idioma, y ha resaltado al respecto que cuando dispuso de abogado solicitó declarar a petición propia ante el juez.

En su derecho a la última palabra, el acusado ha insistido en que reconoce los hechos sucedidos, por los que ha pedido perdón. Pero no está de acuerdo ni entiende -ha dicho- el delito que le atribuyen, y ha recalcado al respecto que si hubiera sabido que en el coche había droga, no lo habría traído a España, más si se tiene en cuenta que estaba dispuesto a traer a su familia con él.

El juicio ha quedado visto para sentencia.

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