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Y la psicodelia de Tame Impala conquistó Kobetas

El Bilbao BBK Live se despide entre el rock británico y la psicodelia australiana

Aitor Guenaga

El sábado las campas de Kobetamendi (Kobetas, para la miles de almas que todos los años acuden al BBK Live) se poblaron de personal: fue el día de mayor afluencia con 35.287 personas. Fue la psicodelia del grupo australiano Tame Impala y el rock británico de Foals -siempre nos quedará el rock- los que terminaron de dejar visto para sentencia la decimoprimera edición de esta máquina de hacer música y dinero a partes iguales que es el BBK.

Foals arrancaron su bolo con 'Snake Oil'. La troupe oxfordiana de Yannis Philippakis supo dar al público música sin solución de continuidad (para qué parar ni para tomar un trago, debieron de pensar los Foals). Sonaron temas como 'My number' o 'Olympic Airways' y el público no paro de corear su repaso a los diferentes trabajos de los de Oxford: 'Providence', 'Spanish Sahara', la arrolladora Mountain at my gates“ y, ”en la parte final, 'Inhaler' y 'What went down', con un Philippakis lanzándose sobre el público“ -según recoge la crónica de EFE (siempre de fiar)-, porque el que suscribe tuvo que volver pronto a casa dado que esperaba el encierro de los Sanfermines a las ocho de la mañana (y esos no perdonan, con dos cornadas de libro).

Claro que Tame Impala nos transportó (literalmente) a otra dimensión. Tal vez porque vengan de Australia, o simplemente porque la hipnosis colectiva siempre acompaña a la psicodelia. Por no hablar de las danzas como derviches completamente colocados en que parecieron convertirse las miles de almas frente al escenario por momentos. Muchos momentos, Fue una liturgia comunitaria, hemanos y hermanas. Y alguien se preguntará si es posible escuchar al grupo que lidera Kevin Parker sin ir colocado. Es posible, sin duda, aunque algún jovenvuelo rubio de casi metro ochenta y cinco pidiera drogas en plena actuación al ver una camiseta del grupo vasco Ke No Falte con una enorme hoja de marihuana. No exagero. ¿Alquien repartió azucarillos con LSD? Lo dudo, aunque en algún momento lo pareció.

Con esa voz agudísima (casi un falsete endiablado) y su pinta de surfero californiano a lo Beach Boys (bueno en Australia también se hace surf, perdón) Parker hizo de las suyas. Lo demás lo puso el público, bailongo hasta la extenuación, subiendo las manos hacia el infinito, dejándose a arrastrar con 'Mind mischief', 'The less I know the better', la hipnótica 'Feels like we only go backwards' o 'Elephant'. Hasta que llegó el momento de dejar en trance a los presentes con 'New person, same old mistakes', tema con el que cerraron un bolo difícil de olvidar en el que las proyecciones psicodélicas y los juegos de luces nos hicieron pensar por un momento que el 'verano del amor' sigue vivo en la mente de las nuevas generaciones.

¿Jim Morrison antes de morir en París?

Pero circunscribir la jornada de este sábado solo a ambos grupazos sería muy pobre. Para empezar, Soleá Morente, la granadina que lleva con mucho orgullo y mejor arte el apellido de una saga que huele a duende, nos brindó un concierto en pleno centro de Bilbao la víspera, el sábado a pleno sol del día y con una banda que nos hizo recordar por momentos al gran rock andaluz de otras épocas, desplegó sus manos, bailó, cantó y con esa mirada profunda de ojazos (¿verdes?) castigadores supo meterse a los madrugadores en el bolsillo de sus vaqueros ajustados de pata ancha.

Courtney Barnett tuvo su año en 2013 (según la biblia Rolling Stones y alguna otra publicación que aún se pude leer), pero en 2016 sigue brillando. Australiana (de Sidney) nos engatusó con sus trallazos de guitarra y ese pelo que apenas deja ver su cara de niña buena que escribe letras irónicas y mordaces.

Pero hubo más. Por ejemplo, Joshua Tillman, ex Fleet Foxes, que se comportó en escena como un auténtico padre místico -no en vano su nombre de guerra ahora es Father John Misty- repartiendo rock, buen folk y con un look previo al que tenía Jim Morrison días antes de morir en Paris. Intenso, muy intenso, con una banda que le acompañó a la perfección, aunque tal vez el padre Morrison pecó de sobreactuación sobre el escenario -y sobre todo cuando se bajó de él para fundirse con las primeras filas, costalada incluida cuando intentó subir de nuevo a la tarima. Gajes del oficio, 'mr. Morrison' (con perdón por las comparaciones, siempre odiosas). Pero su rock, blues y folk brillaron cuando la luz del sol estaba comenzando a apagarse para dar paso a los Tame Impala.

Los responsables del Bilbao BBK Live han realizado una “valoración muy positiva” de la edición que se ha cerrado esta pasada madrugada y han agradecido su “apoyo incondicional a instituciones, patrocinadores, colaboradores, medios de comunicación y, sobre todo, al público” que hace que “el Bilbao BBK Live continúe creciendo”.

El público ha vuelto a responder: el jueves asistieron al festival 34.151 personas y el viernes un total de 33.427 personas, además de las 35.287 de este sábado. Y los nuevos espacios -como el bosque Basoa- parece que han conectado con el respetable.

“El ambiente en el Bilbao BBK Live ha sido, un año más, sensacional, tanto en el recinto como en la ciudad”, han destacado desde el festival bilbaíno, que celebrará una nueva edición los días 6, 7 y 8 de julio del próximo año.

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