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Ebullición de rostros en el PSE (y poco más)

Mendia (PSE) se ofrece a ser puente entre "las pancartas y las instituciones"

Aitor Guenaga

Bilbao —

Ha sido la semana de los rostros en el PSE-EE. Aclarada la duda de quién pilotará los restos del naufragio en el PSOE, tras la victoria de Pedro Sánchez sobre el diputado vasco Eduardo Madina en las primarias celebradas para elegir al secretario general, los diferentes candidatos y candidatas a liderar la renovación en el PSE han salido de sus cuarteles de invierno. La carrera es y se va a hacer muy larga. Solo el plazo para reunir los avales necesarios para optar a liderar el partido en Euskadi (unos 500) y en el resto de territorios se extiende hasta el 5 de septiembre.

Demasiado tiempo para estar mirándose al ombligo, pero también un tiempo precioso si lo que se busca es tejer una red para que el partido salga fortalecido y preparado para el que debería ser el objetivo principal de una formación con vocación de gobernar: conectar de nuevo con la sociedad y con el electorado que le viene dando la espalda -también en Euskadi- elección tras elección desde que el 20 de noviembre de 2011 José Luis Rodríguez Zapatero perdiera las elecciones y 4,5 millones de votos.

Pero en esa tarea titánica, no todas las realidades son iguales. Ni los rostros, ahora en ebullición, funcionan como un catalizador que sirve por igual en todos los contextos. Y tal vez lo que vale para Euskadi, sea una herramienta inservible para un determinado territorio. Que la exportavoz del Gobierno del lehendakari Patxi Lopez y desde el lunes también exportavoz de la Ejecutiva del PSE-EE, Idoia Mendia, no tenga enfrente ninguna otra candidatura para suceder a López puede parecer una ventaja inicial. Pero no le va a poner las cosas mucho más fáciles. Porque no se trata solo de lograr que la ciudadanía vea el partido como una “herramienta útil” para el cambio social, mantra que repiten una y otra vez los candidatos a dirigir una formación en horas bajas. De lo que en realidad se trata es de que la ciudadanía vea a los socialistas como una formación creíble, alejado de luchas cainitas tan del gusto de este partido cuando se abre en canal. Y en recuperar esa credibilidad queda un trecho enorme porque para ser “puente entre las pancartas y las instituciones”, como dice Mendia, hay que seducir a la sociedad con hechos. Haciendo en el Gobierno lo mismo que se defiende cuando se está en la oposición. Las palabras

Sin duda, más ventaja es que los dos candidatos que se van a enfrentar en Álava para llenar el hueco de Txarli Prieto, el renovador Iván Ruiz de Eguilaz, y la representante del sector oficial y portavoz en Juntas Generales, Cristina González, en sus respectivas presentaciones hayan decidido mirar hacia delante y no plantear este proceso como una “segunda vuelta” del congreso en el que los críticos intentaron, sin éxito, mover de la silla a Prieto. Ruiz de Eguilaz quiere liderar el partido en Álava, pero también quiere integración. González ha afirmado que busca el “reencuentro”, “haciendo equipo”. Restañar heridas desde la integración. No es un mal punto de partida.

¿Y a qué se debe este novedoso planteamiento, al menos en el terreno del lenguaje? A que ambos sectores saben que no pueden llegar a las elecciones municipales y forales de 2015 desangrándose por el camino. Porque las últimas encuestas revelan que el fenómeno Podemos sigue al alza, pese a que también la formación que lidera Pablo Iglesias mira de reojo al PSOE. Y que o se teje un trabajo en red “con todo el mundo porque aquí no sobra nadie”, como repiten tanto en Bizkaia como en Álava, o el socialismo en Álava -donde a Podemos hay que sumar el excelente resultado de EH Bildu en las europeas, por primera vez la plancha más votada- puede seguir en caída libre.

En Bizkaia, la salida de José Antonio Pastor sin duda va a permitir que afloren viejas rencillas y trasnochados fantasmas orgánicos de la época de Nicolás Redondo Terreros. El portavoz socialista en la Cámara vasca, que hace tiempo llegó incluso a ambicionar ser el sustituto de Patxi López y movió sus hilos internamente, se ha echado a un lado y ha dejado que se enfrenten los dos hombres en los que se ha apoyado para su larga gestion: sobre todo en Iñaki Egaña, un secretario de Organización que conoce bien el pulso interno del partido, que no es otro que el de unas agrupaciones mortecinas e incapaces de “abrirse a la sociedad”, otro de los mantras preferidos en los discurso del Partido Socialista de Euskadi. Le apoyan personas como Txetxu Milla, Myrian Frade y una docena de secretarios generales de agrupaciones vizcaínas.

Mikel Torres, alcalde de Portugalete y en los últimos años también vicesecretario general del PSE en Bizkaia, es uno de los rostros más conocidos del socialismo vizcaíno. Amigo personal de Lopez, Torres se ha apoyado en el municipalismo -en la presentación de su candidatura estaban los alcaldes que aun tiene el PSE en este territorio (Barakaldo y Ermua)- y en buena parte del socialismo y sindicalismo vizcaíno con más pedigrí (Begoña Gil, Alfonso Gil, Carlos Trevilla). Cuenta también con el apoyo del líder de las juventudes JSE-Egaz, Alain Coloma.

“Es fundamental que las cosas se hagan bien en el PSOE. Eso siempre repercute, y mucho, en lo que pase en Euskadi”, afirman al alimón Idoia Mendia -que ha votado a Pedro Sánchez- como Mikel Torres -que apostó desde un principio por Eduardo Madina. Es el mejor ejemplo de lo que tiene que hacer el partido también en Euskadi: votar en libertad, pero al día siguiente sumarse al proyecto y no convertirse en un lastre interno. Solo hay un territorio que vive todo este proceso desde la barrera: Gipuzkoa. La continuidad de Iñaki Arriola en el territorio que ha vuelto a aupar a un candidato vizcaíno a la secretaría general (como en 2002 con López) es un hecho.

La etapa Patxi López toca a su fin. Lo normal es que el aun secretario general deje su escaño en el Parlamento en octubre -la votación de las primarias será el 16 de septiembre- y tenga un acomodo en la Ejecutiva que ahora está pergeñando Pedro Sánchez bajo la atenta mirada de la presidenta andaluza, Susana Díaz. “Una responsabilidad que le vendría como anillo al dedo a Patxi sería todo lo relacionado con el debate territorial, crucial tras el verano”, añade un destacado dirigente socialista vasco. Para entonces, el PSE debería haber empezado a transitar por el camino que lleva a pasar de los rostros, a los hechos. De las buenas palabras, a la realidad. Lo contrario sería caminar hacia la irrelevancia en Euskadi, como el PASOK en Grecia.

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