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“¿Qué indemnización? Lo que queremos es entrar a la fábrica a currar”

Aitor Guenaga

Bilbao —

Los 91 trabajadores despedidos por la empresa de fabricación de tubos Laminaciones Arregui van de vuelco en vuelco con las sentencias judiciales que se han ido concatenando en los últimos meses. Alberto tiene 40 años, dos hijas de 12 y 7 años y una mujer que se acaba de quedar en paro “tras salir de la empresa con un despido disciplinario”.

“La situación es bastante comprometida, Mi mujer ha sido despedida hace nada y estoy a punto de comerme todo el paro. El 10 de abril cobro la última mensualidad y, a partir de ahí, a pedir el subsidio de 426 euros”, explica con cierta congoja este operario de Laminaciones Arregui que lleva trabajando para este grupo (ahora denominado Celsa Atlantic) como maquinista de la línea de corte más de 12 años.

Alberto es uno de los trabajadores afectados por la nueva resolucion del Tribunal Supremo, notificada la semana pasada, que deja las cosas como las había reconocido en su fallo el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco: el Alto Tribunal declara nulos los despidos de todos los trabajadores, incluidos los 91 operarios de las plantas de Vitoria y Urbina que en su resolución de septiembre pasado habían quedado fuera de la empresa legalmente porque, según el Supremo, Laminaciones había obrado correctamente y al amparo de lo que marca la reforma laboral aprobada por el Gobierno del PP.

En síntesis, la Sala de lo Social del Tribunal Superior vasco, que preside la magistrada Garbiñe Biurrun, consideró en la primera sentencia que Laminaciones Arregui había vulnerado el derecho a la huelga de los trabajadores en las dos plantas alavesas y declaraba nulo el despido al considerar que el expediente fue “una respuesta o represalia empresarial” por la huelga.

Como sus compañeros, Alberto no quiere ni oír hablar de arrojar la toalla y llevarse el dinero que ofrece la empresa. Y menos ahora, con la buena nueva que ha llegado del Supremo “¿Qué indemnización? Lo que queremos todos es entrar a la fábrica a currar. A mí el dinero no me vale para nada, ni siquiera en la situación actual. Si hemos estado tirando como hemos podido este tiempo con poco más de 900 euros, lo que toca es seguir exigiendo lo que nos corresponde: meter la cabeza en la fábrica de nuevo”, aclara Alberto, conocedor de la nueva resolución judicial.

El próximo 8 de mayo Laminaciones Arregui cumplirá dos años desde que se inició esta batalla, primero contra el ERE inicial que afectaba a 91 y luego contra los despidos de 178 trabajadores decididos por la empresa en represalia por la huelga. Desde julio pasado, las dos plantas que tiene en Euskadi están paradas. “Los trabajadores van todos los días para nada. La empresa les da cursos de formación, hacen tareas de mantenimiento, pero de allí no sale ni un tubo de producción”, relata a eldiarionorte.es el presidente del comite de empresa, Nando Anguiano, del sindidato ELA.

La empresa lleva ofreciendo a este grupo de trabajadores indemnizaciones “de entre 40.000 y 60.000 euros para que retiren la demanda individual, cojan la indemnización y desaparezca el problema”, según el análisis de Anguiano. Ha sido precisamente la acción de este sindicato -que inició la batalla legal tras los primeros despidos- al plantear un incidente de nulidad de la sentencia del Alto Tribunal por “incongruencia” la que ha conseguido dar un vuelco en una Sala que ya se mostró partida por la mitad en su fallo de septiembre pasado.

“Coger el dinero”

La situación no es nada fácil para los trabajadores afectados. “Unos pocos”, de hecho, “han optado por coger el dinero y retirar la demanda individual”, reconoce el presidente del comité de empresa. Por eso cuando Alberto escucha eso de que la crisis se ha terminado se remanga y dice: “Me hierve la sangre. Los de este Gobierno son unos mentirosos y unos hipócritas. Yo he buscado trabajo en todo este tiempo que llevo en el paro y no sale nada. Cuando voy a Lanbide veo cada vez más gente, y no inmigrantes como dicen por ahí, son gente como yo, de aquí. No hay trabajo”, clama, como si quisiera gritar para que le oiga Mariano Rajoy. Alberto solo quiere volver a entrar a la línea de corte del fleje y fabricar tubos. No parece fácil.

La historia de este conflicto se ha alargado minando la moral de muchos. Mientras el primer Expediente de Regulación de Empleo afectaba solo a 91 trabajadores, la empresa decidió finalmente echar a 178 operarios, de las plantas de Vitoria y Urbina, en “represalia” por la huelga. Y en ese periodo de tiempo -apenas unos pocos meses entre marzo y junio de 2012- no se produjeros “causas sobrevenidas”, ni “variaciones significativas en la situación económica y productiva de la empresa”, según dictaminó el Supremo en septiembre. Laminaciones Arregui había perdido entre 2009 y 2011 un total de 209,7 millones de euros y las pérdidas en el grupo donde Celsa Atlántic consolida sus cuentas ascendían a 493,7 millones de euros.

En su primera resolución, que ahora ha revocado el propio Tribunal Supremo, admitía parcialmente el recurso de la empresa Celsa Atlantic. Consideraba que efectivamente la empresa, al incrementar los despidos, realizó un “acto de retorsión contrario al ejercicio del derecho de huelga” por lo que declara nulos los nuevos despidos, pero consideraba que en el caso de los 91 iniciales, la dirección realizó una negociación y abrió un periodo de consultas acorde con la ley, de forma que actuó de manera “lícita”. Y dejaba claro también que había quedado probado que la situación económica por la que atravesaba la empresa sí casaba con las causas que marca la reforma para despedir trabajadores.

Ahora, todo vuelve al punto inicial. La nueva Sala del Tribunal Supremo -el ponente de la sentencia, el magistrado Antonio Martín Valverde se ha jubilado- deberá redactar la nueva resolución que, según fuentes jurídicas, “tardará hasta junio o julio y presumiblemente volverá a evidenciar la división interna de la Sala.

Pero Alberto, y la mayor parte de sus compañeros despedidos, solo ansían una cosa: “Entrar a la fábrica de nuevo”.

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