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Quiroga: “El que esté libre de pecados...”

Ramón Gómez, Arantza Quiroga y Borja Sémper, en plena campaña electoral.

Aitor Guenaga

“El que esté libre de pecados que lance la primera piedra” (evangelio de Juan capítulo 8). No se me ocurre mejor forma de empezar a hablar del lío que tiene el PP vasco -resuelto desde arriba manu militari, como suele hacer la derecha este tipo de cuestiones- en relación con las candidaturas a las elecciones municipales y forales en Gipuzkoa. El Evangelio es fuente de conocimiento, literatura y, personalmente, tengo que rendirme ante la clarividencia del apostol San Juan, mi preferido en lo que a los Evangelios se trata.

Esa fue la frase que utilizó Jesús para impedir que los fariseos apedrearan a una mujer adúltera. Parece sacado de una instántanea muy actual en territorio ISIS (Estado islámico de Iraq y Levante que lidera desde 2010 Abu Bakr al-Baghdadi, nacido en Samarra, ciudad iraquí situada al norte de Bagdad). Pero se produjo mucho antes, claro, atendiendo al apostol.

No hay duda de que a Arantza Quiroga le ha tocado perder la inocencia desde muy pronto. Por decirlo en plata, desde que los terroristas de ETA colocaron en la diana a los cargos y dirigentes populares (y al resto de fuerzas constitucionalistas). Le iba en ello la vida. Pero la inocencia a la que me referiré ahora tiene mucho más que ver con las guerra internas, la lucha por el poder y la de pelear por un nuevo proyecto de los populares vascos. Y, hay que reconocérselo, no le han faltado ni determinación, ni arrojo, ni voluntad, ni desconsideración con el pasado reciente del partido. A partes iguales. Pasa en las mejores casas, si no que se lo pregunten a otro Gómez (Tomás) y al PSOE de Pedro Sánchez, que manda cerrajeros para cambiar la cerradura del partido en Madrid después de laminar a su máximo dirigente. “El que esté libre de pecados que lance la primera piedra”.

Para empezar, hay que hacer historia. Y como recordaban en su carta remitida a la dirección guipuzcoana, que preside Borja Sémper, y a la regional, por los cinco ediles populares enfrentados en una lucha sin cuartel a Ramón Gómez desde marzo de 2013, para evitar la rebelión a bordo se selló entonces una especie de armisticio no escrito bendecido por el entonces presidente, Antonio Basagoiti, y trabajado por el secretario general de la época, Iñaki Oyarzabal, y el propio Sémper. Un 'acuerdo' en el que supuestamente cada uno se iba a sus cuarteles y se esperaba al cierre del mandato para cambiar de cabeza de cartel. Oyarzabal fue laminado por Quiroga en un congreso extraordinario que se cerró en falso el año pasado. Basagoiti, que ya en 2011 había ordenado intervenir el grupo municipal, es ya un banquero afincado en el DF mexicano de la mano de una entidad que ahora es noticia por estar su presidente (ya fallecido) entre los de la 'lista Falciani'. “El que esté libre de pecados que lance la primera piedra”.

Total que cuando algunos han venido a cobrar ese supuesto acuerdo, Boja Sémper ha renovado su apoyo a Ramón Gómez y, de la mano del Comité Provicial Electoral, el pasado lunes aprobó su nombre por unanimidad para optar por segunda vez a intentar ser alcalde donostiarra. Los cinco ediles han recordado aquel incidente-motín y su resolución, señalando en su misiva que ese comité electoral “rompe un acuerdo” al ratificar a Gómez, un político “absolutamente personalista” y con “falta de liderazgo y capacidad política”, según los concejales.

El cruce inédito de declaraciones en el Parlamento vasco en el que Quiroga y Sémper hablaban de verdad sobre lo que pensaban de lo ocurrido -una acusaba al otro de haberse saltado las normas internas para convocar el comité y Sémper señalaba que no le gustaban nada los 'dedazos' en política- mostraba que la herida, lejos de suturar, seguía muy abierta.

No hay duda de que en esta ocasión Quiroga ha sido mucho mejor estratega que su oponente, que evitó la filtración de la decisión del pasado lunes, mientras la presidenta del partido mandó el jueves a Nerea Llanos, la secreteria general de PP, a dar una rueda de prensa en el Parlamento anunciando la candidatura de Miren Albistur para Donostia e incluso hablando de un consenso con Sémper que no ha existido. Me puedo imaginar la cara que se le quedó al presidente guipuzcoano al escuchar eso de que la dirección regional había mediado y acordado casi por consenso el nombre de la candidata. Quiroga sabía que al día siguiente el comité electoral de Génova iba a dar luz verde a las candidaturas propuestas por el País Vasco. 24 horas de lío. Y ya podía dedicarse a otra cosa.

¿Llegará la sangre al río? No ahora, desde luego. Porque entre otras cosas Génova ya ha mandado un mensaje claro a quien quiera oír: si quieres ser cabeza de lista en Gipuzkoa para los comicios generales, mejor déjalo pasar y di algo así como “en política no siempre se gana”. Sémper se ha tragado un sapo y está herido por la jugada. Sin duda. ¿Tiene Quiroga pacificado el partido? Pues tampoco. Frases como estas lo dejan todo muy claro: “La decisión de Quiroga es un clavo más en el ataúd del PP vasco, que cae a plomo, y ella será la responsable última de lo que pase en las elecciones en San Sebastián”, señalan fuentes populares “escandalizadas” con el proceder de la presidenta del partido.

Y cae a plomo sin duda. En las últimas elecciones municipales (2011), el PP obtuvo 146.763 votos (13,83%) y un total de 164 concejales, quedando como cuarta fuerza. En los comicios locales anteriores (2007) obtuvo 153.296 sufragios (15,78%) y 184 ediles. El declive electoral en la etapa Quiroga se ha acrecentado: el suelo electoral de los populares en Euskadi se ha resquebrajado hasta bajar, en las pasadas elecciones europeas, a 77.583 papeletas de la gaviota, un 10,83% de los votos. No hay un sondeo de todos los publicados en el último año que no le sitúe al PP vasco avanzando por la senda que conduce a la irrelevancia política.

La foto que ilustra este análisis es de otra época, sin duda peor porque ETA aun estaba dando sus últimos coletazos asesinos. Pero el partido estaba unido. Ya nada será lo mismo en San Sebastián. Como tampoco lo está siendo en Álava, que va por libre tras la 'humillación' política de Quiroga a Oyarzabal en el congreso de 2014. Arrepentidos los quiere el señor (y probablemente también Arantza Quiroga y María Dolores de Cospedal y el propio Rajoy) porque “yo, yo soy el que borró tus rebeliones por amor de mi mismo y no me acordaré de tus pecados”, que dicen las Escrituras.

Demasiados pecados, demasiados candidatos y, lo peor, otra crisis cerrada en falso hasta que pasen las elecciones generales de 2015. Después, ya veremos cuál es la cosecha electoral en Euskadi en mayo y en noviembre. Y cuáles las mayorías internas que puedan articularse en el PP, incluso forzar un congreso extraordinario con el eje Vitoria-Donostia. Y no piensen que es política ficción. Yo que no soy creyente, si fuera Quiroga mediría mejor sus fuerzas -las mismas que cuando llegó a la dirección: el partido en Bizkaia- y echaría la vista atrás, aun a riesgo de convertirme en estatua de sal, para ver los jirones que va suponiendo su pétrea decisión de resetear el partido para convertirlo en una opción política de futuro. “¿Para qué quiere nadie un partido desguazado y sin votantes?”, se preguntaba esta semana un destacado dirigente popular en Euskadi.

Amen.

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