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Arantza Quiroga, víctima de sus decisiones arriesgadas y del poder de Alfonso Alonso

Arantza Quiroga abandona la Presidencia del PP del País Vasco y la política

Aitor Guenaga

Arantza Quiroga (Irun, 1973) ya es historia en el Partido Popular (PP) vasco. Un recorrido de más de 21 años desde que comenzara su andadura, primero afiliándose a Nuevas Generaciones cuando tenía 19 años, y como concejala en Irún, dos años después, en las elecciones municipales de 1995, cuando las balas etarras silbaban sobre la nuca de los cargos del PP vasco. El mismo año en el que fue asesinado por un pistolero de ETA el entonces jefe de filas en Gipuzkoa, Gregorio Ordóñez. Tras ser designada 'a dedo' por su antecesor en el cargo, Antonio Basagoiti en mayo de 2013, Quiroga siempre ha entendido en estos dos años al frente de los populares vascos que lo que no había conseguido ETA -arrinconar al partido y liquidar a sus cargos y dirigentes en los años de plomo- no podía ser una realidad en estos momentos en los que se van a cumplir cuatro años del cese definitivo del terrorismo etarra.

Y en esa forma de entender la política asumiendo riesgos, Quiroga se ha movido en las procelosas aguas de la política interna del partido entre las decisiones “temerarias”, como algunos llegaron a calificar su actuación en el congreso extraordinario del Kursaal, celebrado en marzo de 2014, y las apuestas políticas sin los necesarios consensos internos, como la que ha sido a la postre el “desencadenante” de su dimisión: la ponencia parlamentaria de Libertad y Convivencia con la que pretendía sumar a la “deslegitimación del terrorismo” a quienes nunca han condenado la violencia de ETA, EH Bildu.

De alguna manera, ella misma lo ha asumido en su despedida definitiva de la vida política en la sede donostiarra del PP vasco este miércoles cuando afirmaba: “No he sido capaz de aunar esos esfuerzos, esas voluntades dentro del Partido Popular vasco”, para sacar al partido de la irrelevancia y la trinchera antiETA y hacer de el un partido influyente en la política en Euskadi. Y en esa realidad ha tenido desde el primer día al frente del partido un “contrapoder” en el cada vez más influyente (en Euskadi, pero sobre todo en la política nacional) sector alavés, comandado por Alfonso Alonso. Fue el ministro de Sanidad, con hilo directo con la vicepresidenta del Gobierno, el que se saltó el argumentario distribuido por el partido sobre la propuesta de ponencia parlamentaria en la que se exigía el “rechazo expreso de la violencia”, pero no la condena del terrorismo, y cargó a primera hora en una entrevista radiofónica contra lo que consideraba un error y una cesión frente a EH Bildu.

Alonso -y los alaveses en general- nunca le han perdonado a Quiroga que prescindiera del que había sido secretario general desde la etapa de Basagoiti en el PP vasco, Iñaki Oyarzabal, en el convulso cónclave popular de marzo del año pasado. Las cuadernas del partido saltaron por los aires con esa decisión, Quiroga obtuvo un exiguo 72,8% de apoyo en el congreso y se despidió en su discurso final con un empeño que no ha podido cumplir en su etapa al frente del PP en Euskadi: “Quiero decir que cojo el mensaje, que queda mucho por trabajar y ese va a ser mi empeño”. Un congreso cerrado en falso y que ha lastrado el mandato de la ya expresidenta popular vasca.

Lo mismo que “movió el banquillo” para cerrar su ejecutiva -en la que colocó con el apoyo de los populares vizcaínos como 'número dos' a la que puede convertirse en líder de transición mientras escampa la crisis, la vizcaína Nerea Llanos-, también optó por cambios en las listas para las pasadas elecciones municipales -en Gipuzkoa, pero también en Bizkaia- que generaron un claro rechazo, sobre todo entre el aparato guipuzcoano que dirige Borja Sémper. Un destacado alavés, al valorar aquellas decisiones de la presidente de los populares vascos, comentó a este periódico: “hay que hacer algo y pronto porque al paso que va no sé si llegaremos a tiempo antes de que desguace todo el partido”.

Quiroga, contra viento y marea, no se arredró. Tampoco le detuvieron los malos resultados cosechados en las elecciones municipales, que han dejado al PP con el menor poder municipal y foral de su historia reciente y con poco más de 100.000 sufragios, frente a los casi 147.000 de 2011. Y ha seguido arriesgando hasta el último día. Pero ya no pisaba suelo firme. Sus valedores, sobre todo la secretaria general, María Dolores de Cospedal, en horas bajas, le pidió hasta en dos ocasiones que reconsiderara su decisión de dimitir tras obligarle el partido a retirar su iniciativa de ponencia parlamentaria para avanzar en la convivencia entre todos los partidos en Euskadi. La última en una comida celebrada en Madrid este martes, la víspera del anunció de su dimisión. No tuvo éxito.

En realidad, cuando Quiroga se vio forzada a retirar la iniciativa parlamentaria fue cuando ella se desautorizó a sí misma, como ella misma ha admitido. Y lo ha recordado al despedirse: “volvería a presentar una y mil veces” la moción para crear una Ponencia de Convivencia que sumara a EH Bildu porque el PP “debe ser también la vanguardia en la búsqueda de la convivencia en libertad, en paz, desde la deslegitimación del terrorismo, desde la verdad y de la justicia con las víctimas del terrorismo”.

Sola, sin apenas apoyos internos entre los suyos, entre otras cosas también por los errores propios cometidos en todo este tiempo, desconectada durante siete días prácticamente de todo el partido, Quiroga había seguido a pies juntillas aquel verso de la canción de Neil Young que apareció en la nota que dejó Kurt Cobain, el líder de Nirvana, antes de volarse la tapa de los sesos: “It´s better to burn out than to fade away (Es mejor quemarse que desvanecerse)”. Hasta consumirse del todo. Ahora toca un relevo rápido, como se ha apresurado a señalar Alfonso Alonso tras poner en valor los servicios prestados por Quiroga. “Dar una respuesta rápida para lo que es fundamental: hacer equipo”, ha señalado el ministro de Sanidad, con la mente puesta seguramente en gente como el exdiputado general de Álava, y actual 'número tres' del partido, Javier de Andrés, y otros compañeros alaveses. Será previsiblemente en una Junta Directiva Regional extraordinaria del PP vasco aún por convocar. De momento, los presidentes provinciales del PP vasco y la secretaria general se reunirán este jueves en Vitoria para abordar el relevo.

Ni el PP, ni Mariano Rajoy quieren que este 'contratiempo', a dos meses de las elecciones generales, consuma ni una pizca de energía más de la necesaria. Cerrar filas, solución de consenso y a engrasar el partido también en Euskadi para los comicios. El 20-D está ahí al lado.

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