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Podemos, Ortuzar, Mendia y el caos el 25-M

Idoia Mendia y Andoni Ortuzar, en la sede peneuvista de Sabin Etxea.

Aitor Guenaga

Bilbao —

La última encuesta del CIS, difundida esta misma semana, revela que los nacionalismos solo son el problema que más afecta al 1,2 de los españoles, frente a cuestiones como el paro (44,9) o los de índole económico (27,6) o la corrupción y el fraude (12,2). A los españoles les inquieta el paro, la corrupción y los políticos, por ese orden, pero todo en el mismo saco. Y están hasta el gorro de ese tridente que tan bien le está viniendo al partido que va a liderar como secretario general Pablo Iglesias. Podemos se ha beneficiado de ese hastío generalizado porque la situación política general en España es, según el Centro de Investigaciones Sociológicas, para el 49,9 de los encuestados muy mala o mala (31,0). Y además piensan que no va a mejorar y se quedará igual (48,1) el próximo año. Y hay otros dos datos que mueven al debate y a la reflexión: el 40,7 NUNCA lee las secciones políticas del periódico y el 57,7 de los encuestados NUNCA usa Internet para obtener información acerca de la política o la sociedad.

Con este panorama, ¿Adelantará el presidente Mariano Rajoy las elecciones generales? No es descartable y en la capital de España la rumurología sobre esta eventualidad ha sido insistente en las últimas semanas. Incluso lo han percibido colaboradores del portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, que ha participado en la conferencia sectorial de Justicia junto al ministro Rafael Catalá.

Pocas cosas hay descartables en política, salvo que ahora mismo es apostar a caballo ganador asegurar que la ola de la corrupción y el despilfarro a costa del erario de todos va a seguir creciendo. Y que el próximo escándalo hará pequeño el anterior, como viene sucediendo en los últimos meses.

Ante esta situación -y tras ver que la marca Podemos ya es la primera opción de los españoles en intención directa de voto, según el último CIS- la preocupación crece en el PNV y tambien en el Gobierno vasco, donde el concepto de “estabilidad institucional” es manejado por el lehendakari no solo para los Presupuestos de 2015, sino también para los posibles pactos tras las elecciones municipales del 25 de mayo del próximo año. ¿Y a qué obedece esa preocupación? No es que Andoni Ortuzar, líder del PNV, esté preocupado por el hecho de que Podemos -una marca sin estructura, ni líderes en el País Vasco- pueda robarles votos. No. De hecho, quienes en principio podría tener a priori una mayor preocupación en ese sentido en el campo nacionalista deberían ser lo soberanistas de EHbBildu. Y, sin embargo, si nos atenemos a la otra encuesta que se ha hecho pública esta semana (el sociómetro del Gobierno vasco), la coalición soberanista aguanta bien el tirón de un Podemos que ya ha desplazado al PP como cuarta fuerza política en estas tierras.

Ortuzar está pensando en dos escenarios: el tsunami que supondría para las aspiraciones que los jeltzales tienen en la política con mayúsculas en España que los partidos del “régimen de 1978” y su bipartidismo se fueran al garate de la mano del hartazgo y la desafección hacia la “vieja política” que encarnan el PP y el PSOE, según el partido de Iglesias. Pero también en las dificultades que la sangría de votos que el PSE todavía arrastra en Euskadi podrían entrañar para unos acuerdos en las principales instituciones del país tras las municipales y forales del 25-M. El PNV, según fuentes gubernamentales, maneja una miniencuesta que daría en Bizkaia la tercera posición a Podemos. Un partido que a día de hoy ni siquiera ha tomado la decisión de concurrir a las elecciones forales, pero que podría ser llave para la gobernación en varias instituciones de este país.

“Las encuestas son encuestas, ya se sabe”, apuntan desde EH Bildu. Pero esa segunda posición en Álava, a un punto del PNV, la segunda también en Bizkaia (sin quebrar la hegemonia peneuvista, que baja un poco) y los buenos resultados en Gipuzkoa (donde Podemos ya es cuarta fuerza, al igual que en Bizkaia) debe sonar muy bien a los de Arraiz. Sobre todo porque el crecimiento de Podemos no se produce a costa de ellos, sino más bien del PSE y del nuevo voto joven al que probablemente la Transición le suena más a componenda política, que a pacto político constituyente tras la dictadura. Y ante ese resultado de las encuestas, los números empiezan a no dar en algunas instituciones para un posible pacto PNV-PSE.

Todavía es pronto, se puede argüir con razón. Hay voto oculto en el PP, se apunta con cierta sensatez. Y es cierto que Podemos no ha conseguido trasladar miméticamente su tsunami a Euskadi. Pero también lo es que una fuerza inexistente en esta comunidad autónoma, sin líderes visibles, con una organización asamblearia basada en los círculos, pero sin estructura, sedes, hueco en los medios de comunicación y programa conocido parece que viene para quedarse. Y puede generarse cierto caos institucional tras el 25-M si frente a la entente que se visualiza para los próximos años en Euskadi entre socialistas y peneuvistas, la cuña Podemos y el bajón del PSE la hace inviable, abriendo una política de geometría variable postelectoral con resultados ahora imprevisibles. Un escenario del que Urkullu huye como del ébola.

Por no saber, no sabemos ni lo que opinan los de Ahal Dugu-Podemos sobre la consulta, el derecho a decidir, el nuevo estatus u otros temas que marcan la agenda política vasca. Algo sabemos de lo que piensan sus ideólogos en España. Por ejemplo sobre el derecho a decidir.

“En el momento de la descomposición del régimen de 1978, el atrincheramiento de las élites puede agudizar la crisis y enquistar las discusiones. Un proceso de reconstrucción de las bases de convivencia, sobre la base de un sentido común que ya exige transformaciones impostergables. En un Estado plurinacional, solo el acuerdo y la seducción deberían ser pegamentos para reconstruir puentes, en un escenario de construcción de la soberanía frente a los poderes de minorías y el 'diktat' financiero asumido por las castas catalana y española cuya única patria real es la de Suiza”. En un artículo publicado en El País, firmado por el ideólogo de Podemos Íñigo Errejón y por Gemma Ubasart, sus autores recuerdan que “Podemos apoya el derecho a decidir del pueblo catalán. No podría ser de otra manera: la organización nace con el fin de radicalizar la democracia”.

Hace bien el PNV en preocuparse, y el lehendakari Urkullu, y por supuesto Idoia Mendia, la flamante líder de los socialistas vascos, que independientemente de lo que pase el 25-M, debería pergeñar -si no está ya en ello- un proyecto frente a la previsible adversidad electoral a dos años vista. Y, ante la dificultad de colocar en la agenda vasca la lucha contra la desigualdad y la defensa del Estado del bienestar como ejes, Mendia debería saber arriesgar en aquellos temas en los que el socialismo vasco ha jugado también en el pasado un papel de cierto protagonismo. Y no ir a rebufo de los acontecimientos o de las propuestas que los nacionalistas intentarán imponer de aquí a las autonómicas vascas.

Lo fácil es decirlo, claro.

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