Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El músculo de Podemos en Euskadi

El secretario general de Podemos en Euskadi, Roberto Uriarte.

Aitor Guenaga

Todos los partidos tienen su bautismo de fuego en algún momento de su vida. Le pasó al PNV cuando se partió por dos en 1986 y surgió Eusko Alkartasuna. O le pasó a Euskadiko Ezkerra, cuando la formación que entonces lideraba Kepa Aulestia dio aquel sonado “sí inequívoco a la Constitución” -una formación que llegó a cosechar 100.000 votos en Euskadi- iniciando así el camino hacia la división interna y a que parte del partido -entre ellos Mario Onaindia, Jon Larrinaga o Xabier Garmendia- acabara convergiendo con el PSE y otra parte decidiera engrosar diversos partidos nacionalistas vascos. La derecha española en Euskadi también vivió la división y las luchas intestinas hasta que un Jaime Mayor Oreja -que había ingresado en la UCD de Adolfo Suárez en 1977- fue reclutado por Fraga Iribarne para reorganizar en 1989 las huestes de la derecha española en la comunidad autónoma.

Hay muchos más ejemplos, incluida la izquierda abertzale, que de la mano de la desaparecida Lokarri -que este sábado ha dicho su definitivo adiós dejando su “sueño” para la sociedad vasca de 2020- presentó sus nuevos estatutos en los inicios de 2011 para volver a la legalidad. Y lo hizo alumbrando a Sortu -que también este sábado ha mostrado músculo político en el BEC, aunque sin aportar novedad alguna en el discurso- separándose de cualquier atisbo de connivencia con la violencia terrorista que hasta entonces se había negado a condenar e incluso había aplaudido y jaleado.

Podemos en el País Vasco es una formación muy joven. Su líder, Roberto Uriarte, de 54 años, fue elegido secretario general el pasado 15 de febrero. Anteayer, para entendernos. Así que cualquier comparación con los episodios relatados anteriormente de la historia reciente de nuestro pequeño país puede parecer una broma. Y sin embargo lo que ha pasado esta última semana en Podemos Euskadi y en su relación con el partido matriz que dirige Pablo Iglesias ha sido su primer bautismo de fuego. Sin duda vendrán más, pero en esta ocasión el partido ha mostrado un inusitado músculo político y una habilidad negociadora para evitar lo que algunos se han empeñado en presentar como un irremediable choque de trenes que a la postre no se ha producido.

Algunos medios de comunicación han exagerado tanto sus titulares al hablar de supuestos “bloqueos” llegados de la villa y corte madrileña que han hecho incluso irreconocibles las informaciones sobre las que descasaban los mismos. Y de paso han añadido una presión interna a la evidente situación de divergencia que se ha producido entre los objetivos del partido en Euskadi y a nivel nacional y los medios para conseguirlos. Algo que por otra parte ambas partes sabían que se iba a producir. Y es fácil saber por qué todos eran conscientes de lo que se le venía encima a la organización en Euskadi: La estrategia de Iglesias pasa por evitar cualquier osbtáculo añadido interno que debilite el objetivo prioritario del partido, que no es otro que ganar las elecciones de noviembre a Mariano Rajoy.

Si por el líder de Podemos fuera, transmutaría el calendario electoral de este año y colocaría en marzo las elecciones generales, en vez de las autonómicas andaluzas, donde el partido irrumpe hasta la tercera posición, según la última encuesta. Y apartaría también el caliz de las elecciones municipales y forales, las de navarra, las catalanas y cualquier otro comicio que pueda generar ruido en Madrid y abrirle flancos que debiliten esa estrategia.

Roberto Uriarte ha sobrellevado la situación, la presión mediática y las reuniones maratonianas -más de diez horas con los responsables del partido a nivel nacional en dos encuentros celebrados en Madrid y cerca de Burgos y otras tres horas del Consejo Ciudadano del pasado viernes- con una dosis de entrega y aguante que solo es fácil ver en las personas embarcadas en una aventura que consideran tan estimulante como apasionante. Y ha intentado resolver los evidentes desencuentros a la hora de decidir sobre la conveniencia o no de presentarse a las forales con la marca Podemos desde la persuasión. Han tratado de convencer a la representación nacional de la validez de sus argumentos para estar con la marca Podemos en las elecciones del 24 de mayo en los tres territorios de la comunidad autónoma. Y de que participar en esos comicios con la marca Podemos no interferirá en el objetivo de batir a Rajoy en noviembre. Y lo ha logrado.

El partido “nos respeta más de lo que esta semana ha trascendido a los medios”, apuntaba el viernes a eldiarionorte.es una fuente de la dirección en Euskadi que valora el esfuerzo que, a su juicio, también ha hecho el partido a nivel nacional para entender la situación. La dirección vasca se ve a si misma como parte de un “partido estatal” y, en ese sentido, entiende que lo que pase en noviembre “también nos incumbe”. Pero a la vez ha hecho valer su peso específico ante Madrid como una de las comunidades históricas que de hecho es el País Vasco.

En realidad, es mucho más probable que los dolores de cabeza le vengan a Iglesias más de Navarra y del papel que pueda tener que jugar allí Podemos para propiciar el cambio que toda las encuestas parecen avanzar, que de lo que pase en las juntas generales vascas. Ya le pasó en dos ocasiones al PSN, y ahora está pagando en las urnas aquellas imposiciones de Ferraz. Pero es muy pronto aun para ni siquiera adivinar todas las estaciones por donde se va a ir deteniendo la locomotora de Podemos, aquí, en Navarra y en el resto de España, antes de que el partido se enfrente a su objetivo prioritario: asaltar el cielo azul de La Moncloa. Y el viaje prácticamente acaba de empezar.

Etiquetas
stats