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Podemos, lo plurinacional y la 'vieja política'

Podemos Euskadi suspende la comparecencia para informar de su situación

Aitor Guenaga

Cuando parecía que se había visto ya prácticamente todo en la política, en Euskadi todavía hay margen para la sorpresa. Y para las instantáneas inéditas. Un ejemplo fue lo que ocurrió el pasado martes en la sede de Podemos-Ahal Dugu en la capital vizcaína: a punto de comenzar la rueda de prensa en la que el líder de esta formación en el País Vasco, Roberto Uriarte, va a dar lectura a un comunicado crítico con la política que se está llevando desde la dirección nacional del equipo de Pablo Iglesias con Euskadi, suena el teléfono móvil de Uriarte. Al otro lado del terminal telefónico la voz de Íñigo Errejón reitera su exigencia de que la rueda de prensa sea desconvocada, al tiempo que muestra su disposición a mantener una reunión con la dirección vasca para reconducir una crisis que llevaba larvada desde julio, cuando comienza el proceso para la elección de los candidatos de la formación para el 20-D. Incluso desde antes.

Con todos los periodistas en la sala de prensa, Uriarte y varias de sus estrechas colaboradoras anuncian a los medios de comunicación la suspensión de la comparecencia pública. En esos momentos nadie sabe que Íñigo Errejón es la persona que ha reclamado la suspensión de la rueda de prensa para poder negociar una salida al tema de las listas en Euskadi.

Pero las desavenencias son mucho más profundas que el proceso de confección de listas. De hecho, Uriarte y su equipo siempre han pensado que había margen para una solución consensuada antes de que el próximo día 11 se proclamen las planchas de Podemos definitivamente. Entre las quejas están esas “rutinas organizativas en el seno de Podemos poco respetuosas con la plurinacionalidad que proclamamos”, según el comunicado de la Ejecutiva remitido en plena crisis y con nocturnidad a las redacciones de los medios el pasado martes. “El problema no son las listas, es el concepto de realidad plurinacional que manejamos en nuestros discursos públicos, pero que luego no se aplica internamente con algunas comunidades históricas como Euskadi”, apuntan fuentes de la dirección. Algo que tiene su reflejo en las listas, sobre las que había un “compromiso verbal”, según las mismas fuentes, de que pese a que los candidatos eran elegidos en circunscripción única y podían después optar a la plaza por la que iban a concurrir finalmente, “los candidatos de la lista de Pablo Iglesias [que arrasaron en las primarias] no optarían a encabezar las planchas vascas sin consenso de la organización en Euskadi, un compromiso que no se está respetando”.

Algo tan de la 'vieja política' como la elaboración de listas a golpe de presiones está muy presente en un partido emergente que censura con desdén y, a veces, superioridad intelectual ese tipo de comportamientos de los partidos tradicionales. Igual que ahora esas formaciones echan en cara esas conductas “reprochables” a Iglesias, Uriarte y los suyos.

La propuesta desde Euskadi sobre las listas suponía que el coportavoz de Equo Juantxo López de Uralde, cabeza de cartel por Álava, pasase a encabezar la candidatura por Bizkaia, mientras que las de Gipuzkoa y Álava estarían lideradas por quienes ganaron las primarias en ambas provincias, por aquello del derecho a decidir que reivindica Podemos-Ahal Dugu. El movimiento, que se justificaba también en términos estrictamente electorales porque el tirón de Uralde permitiría arrancar dos diputados por Bizkaia -según las previsiones del equipo de Uriarte- serviría además para enviar hacia atrás en la lista a Nagua Alba y Eduardo Maura, miembros de la dirección estatal de Podemos y enfrentados a la Ejecutiva vasca. Y colocar de rebote como´número dos´en Bizkaia a la candidata que más votos cosechó en Euskadi, Miren Gorrotxategui. Pero mientras Errejón prometía un encuentro a Uriarte -incluso viajar a Euskadi en los próximos días, algo que no ha ocurrido- la dirección nacional rechazaba ese mismo martes por la tarde cualquier cambio de las listas en Euskadi, desoyendo así la propuesta que llegaba del País Vasco.

“Derecho a decidir” y poder defender los postulados que los integrantes de los círculos, la Asamblea ciudadana y el Consejo de Euskadi acuerden, dentro de la defensa de un “Estado plurinacional”, conceptos políticos ambos que son “parte esencial del ADN de Podemos desde sus orígenes”, según rezaba el comunicado que Errejón intentó que nunca viera la luz, pero que Roberto Uriarte decidió a ultima hora del martes difundir a todos los medios al sentirse, probablemente, engañado o al menos ninguneado por el 'número dos' de Podemos a nivel nacional. 

Los problemas son de calado, el choque de trenes está servido. El propio equipo de Roberto Uriarte -que suma en el Consejo Ciudadano de Euskadi 20 de sus 34 miembros, mientras que enfrente tiene a los siete representantes del sector proveniente de los Anticapitalistas y a otro grupo no adscrito- ha apuntado a cuestiones no solo orgánicas o de confección de listas: hay una “falta de sintonía y de claridad de algunos posicionamientos de miembros de Podemos sobre cuestiones vascas, como el Concierto económico, las diputaciones o una cuestión especialmente relevante como es la normalización” y la convivencia tras el final de ETA. Podemos Euskadi -ya desde que Roberto Uriarte y los suyos se presentaron a las primarias bajo la candidatura Euskal Hiria para optar a dirigir el partido en esta comunidad autónoma- ha trabajado intensamente todo lo relacionado con la normalización, la convivencia, la política penitenciaria y el final del terrorismo. Y no están dispuestos a que ese discurso y sus postulados queden de alguna manera descafeinados, ni a que Podemos-Ahal Dugu surfee en esa realidad sin mojarse. Igual que en la polémica del Concierto económico o en otros asuntos capitales en Euskadi, pero que chirrían en el resto de España para lo fundamental ahora: la carrera hacia el asalto a los cielos en la que está Pablo Iglesias “encapsulado en su papel de candidato” -y ajeno completamente a la crisis vasca, al haber delegado su solución en su 'número dos'-.

Roberto Uriarte apelaba en su duro comunicado contra la dirección nacional -a la que acusaba de “poner en riesgo” el proyecto en Euskadi- al “consenso” para “desbloquear y consensuar nuestras decisiones”, pero la crisis abierta es de tal calado que las posibilidades de reconducirla se antojan misión (casi) imposible. Y el tiempo para el consenso está prácticamente agotado.

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