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La Primera Guerra Mundial en Euskadi

Cañón alemán confiscado por los soldados vascos. (Imagen cedida por la Fundación Euskomedia)

Natalia González de Uriarte

El 28 de julio de 1914 estalló la guerra que asoló a Europa en la segunda década del siglo XX. Tan solo dos días después, a falta de un comunicado oficial que llegaría en agosto, el presidente del Gobierno, el conservador Eduardo Dato, hizo publica su decisión: declaró la neutralidad española en el conflicto. Esa imparcialidad libró a las tropas españolas de la contienda mundial, aunque sí hubo voluntarios alistados en la legión francesa extranjera, sobre todo catalanes y algunos vascos, pero no pasaron de los 2.000 hombres. España esquivaba así la pavorosa guerra considerada la quinta más mortífera de la historia de la humanidad, con más de 9 millones de combatientes muertos. Pero hubo regiones que sí participaron de forma activa en esa guerra aunque sin pisar el frente, entre ellas Euskadi.

Los empresas vascas ejercieron de suministradoras en sustitución de las importaciones de los países implicados en la contienda. Éstos necesitaban alimentos, armas, uniformes, metal y carbón apara afrontar la lucha. “De repente, se abrían nuevos mercados, los de los países beligerantes. El papel abastecedor de los vascos desencadenó un enorme crecimiento de la economía, porque además, su condición de país neutral les permite vender a precios de guerra”, explica el catedrático de Historia Contemporánea y exrector de la UPV, Manuel Montero.

Las primeras beneficiadas de las intensas relaciones mercantiles fueron las compañías navieras debido a la creciente demanda de transportes para el comercio internacional así como a la exportación de mineral de hierro. A su vez las gradas de Astilleros del Nervión (Sestao,1888), Euskalduna (Bilbao,1900) y Sociedad Española de Construcción Naval (Sestao,1916) utilizarán para sus buques componentes aportados por factorías como Aurrera, Talleres de Deusto, Talleres de Zorroza, Forjas y Alambres del Cadagua, Tubos y Forjados, entre otras. Así lo recoge en su publicación 'El fenómeno industrial en Euzkadi', Iñigo Agirre Kerexeta. Grandes y pequeñas firmas florecían en torno a la Gran Guerra y su boom naviero.

Todo este movimiento tuvo su incidencia en el surgimiento de negocios en otros sectores. Las excepcionales ganancias de la Primera Guerra Mundial harán crecer nuevas empresas como por ejemplo las metalúrgicas de Gipuzkoa. “Se producirá asimismo una gran transformación de la producción de los Altos Hornos de Vizcaya, trabajándose a tres turnos, y llegando a unas ganancias que oscilaban entre los 100 y los 150 millones de pesetas en los dos últimos años de la guerra”, relatan los historiadores de Euskomedia, la Fundación de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. Estas misma fuentes añaden que se produjo un gran auge de la industria del papel, creándose la Papelera Española (Aresti, Arteche, Gandarias, Urgoiti), que dominó el mercado nacional, y también aumentó enormemente la producción textil y nacieron importantes empresas de electrodomésticos. Y con los beneficios obtenidos germinaron nuevos bancos, como la Banca Urquijo (1918) y el Banco Central (1919), y se produjo un “claro predominio” del capital financiero vasco en España.

Razones de peso para apoyar la causa aliada

Las ganancias del sector naviero durante estos años de guerra repercutirán también en el nacionalismo vasco. Son varios los historiadores que enmarcan en esta época de bonanza económica el despegue político del nacionalismo en Euskadi. Los suculentos ingresos de la industria naval repercutirán en la organización nacionalista y ayudarán a estructurar y organizar mejor el partido, que cambiará de nombre en 1916, pasando a denominarse, C.N.V. (Comunión Nacionalista Vasca) en lugar de P. N. V. “En los dos últimos años de guerra, en los que EEUU acabando ingresando en las filas del bando aliado- el nacionalismo vasco se verá estimulado por los 14 famosos puntos del presidente norteamericano Woodrod Wilson-partidario de un programa de autodeterminación nacional para las nacionalidades oprimidas”, destacan desde Euskomedia.

Los espectaculares rendimientos económicos tuvieron incidencia no solo en el crecimiento de la región vasca sino en los posicionamientos a favor de uno y otro bando de la contienda internacional mostrados desde los diferentes sectores sociales. Euskadi tenía razones de peso para apoyar la causa aliada. El trato comercial con Inglaterra alimentaba las simpatías hacia la alianza de Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso. “La división no es nítida. No se fraguó por partidos políticos. Influían de manera importante los intereses económicos. Incluso fueron evidentes las diferencias y tensiones que se vivieron a nivel interno en las formaciones. El PNV lo experimentó con el sector de Luis Arana, partidario, al contrario que la mayoría del partido, a la facción del Imperio Alemán y Austro-Hungría”, aclara el catedrático Manuel Montero.

Según los estudios de Euskomedia será precisamente su decidida posición pro-germánica la que llevará al líder nacionalista Luis Arana a perder la presidencia de la Comunión Nacionalista Vasca -C. N. V.- en 1915. Las tendencia mayoritaria en el partido, dirigida por Engracio de Aranzadi “Kiskitza”, y que tuvo su medio de expresión en el periódico 'Euzkadi', se impuso a la minoritaria de Arana.

La correlación de fuerzas entre francófilos y germanófilos estuvo siempre desequilibrada en favor de los primeros. El País Vasco contrastaba, al igual de que Cataluña, con el resto del España, donde predominaban los germanófilos que veían en la disciplina y el industrialismo alemán un modelo a imitar. A favor de los aliados convergían los que veían a Francia e Inglaterra como ejemplos de democracia y liberalismo y se beneficiaban además de las relaciones comerciales. En este lado se situaba la mayor parte de la burguesía vasca, las organizaciones de izquierda moderada (socialistas, republicanos...). Por contra, los tradicionalistas y monárquicos se declaraban germanófilos. “También el ejército y los profesionales como médicos, abogados y notarios, o ingenieros eran partidarios de Alemania”, matiza Manuel Montero.

La aportación vasca a la causa aliada no quedó en meros apoyos ideológicos y el abastecimiento continuo de suministros necesarios . Pese a la neutralidad declarada por Eduardo Dato, algunos centenares de voluntarios vascos lucharon con firmeza dentro de las filas de la Legión Extranjera francesa. Ningún partido animó de forma explícita a combatir pero la simpatía a favor de los aliados se respiraba en el ambiente. “Combatieron dentro de la división extranjera. No se trataba de un movimiento estructurado. Los voluntarios, entre 400 y 500, acudieron por iniciativa propia al frente. Se alistaron porque se sentían identificados con lo que para ellos representaba Francia, el espíritu de la libertad”, explica Montero. Para este historiador la declaración de España como país neutral fue obligada por las circunstancias. “La situación de debilidad interna no permitía entrever una postura distinta de la neutralidad declarada por Dato. El país no estaba en aquel momento para más guerras”, zanja Montero.

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