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Tabakalera, el primer ladrillo de Donosti 2016

El edificio de Tabakalera en Donostia

Patricia Burgo Muñoz

Donosti 2016 ya tiene su icono. Tabakalera, el histórico edificio de la capital donostiarra sobre el que se han escrito páginas y páginas, ya ha cortado la cinta y se dispone a ser el centro neurálgico de la capitalidad cultural europea y la herencia más allá del próximo año.

Ha pasado más de una década desde que la antigua fábrica dejara de producir cigarrillos y comenzara su transformación en “un lugar vivo de pensamiento y disfrute de la cultura contemporánea”.

Una transformación que ha pasado por diferentes fases, obstáculos y desavenencias alimentadas por los cambios de gobierno municipal. Tras un parón en 2010 acompañado por un recorte de cinco millones de euros de un proyecto que estaba presupuestado en 75, las instituciones, azuzadas por la crisis, tuvieron que “redimensionar” el proyecto.

“Han sido muchos años, ilusiones y desilusiones”, reconoce su directora Ane Rodríguez. La responsable del centro cultural ocupó su cargo en 2012 y retomó una idea “construida con el esfuerzo de mucha gente que hizo los cimientos de Tabakalera. Tuvimos la suerte de coger este proyecto y darle aire”, asegura en plena vorágine, días después de su inauguración oficial y de su apertura al público.

Tabakalera es ya una realidad, y aunque todavía no está a pleno rendimiento, la expectación generada se ha traducido en una “gran acogida” por parte de la ciudadanía que agradecen sus responsables. El primer fin de semana el Centro Internacional de la Cultura Contemporánea de San Sebastián recibió la visita de 28.200 personas que, con la curiosidad de conocer la polémica reforma del emblemático edificio donostiarra, no se limiitaron a observar y “se han implicado en las actividades, porque además de acercarse a ver el edificio ha participado en los eventos organizados”, explica orgullosa la directora.

Y es que ese es uno de los objetivos de los 37.000 metros cuadrados de un edificio que aspira a convertirse en un “ecosistema cultural” de la ciudad en el que convivirán instituciones y proyectos clave para Donostia como son el Festival de San Sebastián, el Instituto Vasco Etxepare, la Filmoteca Vasca y la Fundación Kutxa.

“Tabakalera, por sus características especiales, puede apostar por muchas cosas”, apunta Rodríguez, “puede ser un espacio de tránsito o de calle -como lo llamamos nosotros-, en el que tomar un café, pero además tiene elementos y herramientas para la participación artística como los laboratorios tecnológicos o las residencias para creadores”.

Laboratorios, espacios para creadores y biblioteca

Algunos de estas actividades ya se venían desarrollando durante el periodo de obras. Es el caso de Hirikilabs, un laboratorio de cultura digital y tecnología que trabaja en torno al uso social, crítico y colaborativo de la tecnología proponiendo actividades que relacionen el mundo digital, la creación en colaboración y el empoderamiento ciudadano, y que continúa con su labor ya en la nueva sede.

En cambio otras actividades “se irán desvelando a los agentes participantes durante este otoño”, anuncia la directora, que pone un especial acento en las residencias de artistas. Estos espacios de creadores tienen el objetivo de apoyar la profesionalización de los agentes culturales.“Tabakalera se tiene que posicionar como un espacio de creación y promoción de artistas que podrán ver aquí un apoyo a sus proyectos. Las residencias internacionales nos van a posicionar a nivel mundial”, insiste.

Otro de los espacios que todavía tiene que coger forma es Ubik, la biblioteca de creación que abrirá en diciembre con 22.000 volúmenes, y que se espera que llegue a albergar 40.000 ejemplares. Esta espacio trasciende a los servicios básicos de cualquier biblioteca y pretende estimular el aprendizaje y la capacidad creativa, tanto del público especializado en la materia, como de todas aquellas personas que tiene interés por el pensamiento contemporáneo, las artes, la tecnología, el audiovisual y el sonido, así como los videojuegos.

Exposiciones y una sala de cine

El programa cultural de Tabakalera que se ha iniciado con la exposición ‘Contornos de lo adiovisual’ abarcará además proyecciones de cine, seminarios, presentaciones y talleres.

La sala de cine, con 229 butacas, se ha inaugurado con la película ‘Un, dos, tres, al escondite inglés (Iván Zulueta, España, 1969). Este será otro de los puntos neurálgicos del centro. El Festival de Cine de San Sebastián trasladará allí sus nuevas oficinas y ofrecerá en la nueva sede la sección Zabaltegi y el Encuentro Internacional de Estudiantes de Cine (Eicine).

La Filmoteca también cambia su ubicación y desde noviembre ofrecerá proyecciones en Tabakalera. Más adelante, a finales de año, la plataforma pública para fomento de hábitos culturales y promoción del sector audiovisual, Zineuskadi, completará la terna cinematográfica del nuevo edificio.

Además a partir de octubre la Fundación Kutxa contará con 900 metros cuadrados para su nuevo sede cultural de la Obra social, Kutxa Kultur. Allí instalará las principales obras de escultura y pintura de su colección.

Hasta 2016, el año en que Donostia se convierte en Capital Cultural, Tabakalera no completará su arranque. “Será con la instalación del hotel’, explica Ane Rodríguez, que mira con esperanza e inquietud al nuevo año del que tanto se ha hablado y discutido en la ciudad. ”Nos vendrá muy bien la ola de cultura que se avecina y a la que nos sumamos en el año de la Capital Cultural Europea“, dice convencida.

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