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¿Quién se acuerda de Cegasa?

Manifestación en Vitoria por el empleo en Cegasa.

Eduardo Azumendi

“Cegasa se declara en concurso de acreedores”. Corría el pasado mes de febrero y la noticia, no por menos esperada, dejó de impactar. El grupo Cegasa, con cerca de 80 años a sus espaldas y más de 400 trabajadores en nómina, se deshacía. La crisis arrumbaba con una de las grandes empresas alavesas. “Nada se resiste a la crisis”, se lamenta Mikel Juanikorena, presidente del Comité de empresa. La agitación y convulsión de las primeras semanas han ido dando paso lenta, pero inexorablemente, a una especie de “resignación fatalista”, admite Ainhoa Bengoa, secretaria del Comité.

Dentro del proceso concursal, Cegasa aprovechó la ley para presentar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) a su plantilla, que en algunas líneas de negocio suponía el cese total de la actividad. Se trata de un ERE de reducción y de suspensión de jornada que vence el próximo 14 de diciembre. El grupo ha troceado las diferentes divisiones en busca del mejor comprador posible. De momento, hay una oferta en el juzgado. El fondo de capital riesgo español Sherpa Capital aguarda la decisión. Se trata de un fondo especializado en el rescate de empresas, que se haría cargo de 131 personas de las divisiones de energía, luz, manganeso y sistemas de energía. La operación está pendiente de la adjudicación que debe conceder el Juzgado Mercantil Nº1 de Vitoria, encargado de seguir el concurso de acreedores en el que está inmersa la compañía desde febrero.

“Es un alivio para esos 131 compañeros, aunque de momento no hay nombres y apellidos para los que pueden ser recolocados. Lo normal es que sean trabajadores procedentes de las divisiones que le interesan a Sherpa Capital”, explica Juanikorena. Junto con las áreas de negocio, el fondo de capital también adquiere “las patentes”, que en el caso de la empresa alavesa poseen un interesante valor tecnológico y de investigación.

20 trabajadores de los 49 que integraban el área de pequeño electrodoméstico, bajo el nombre empresarial de Solac, también han encontrado acomodo en Taurus.

Descontados estos 20 y las posibles 131 recolocaciones en Sherpa Capital, aún quedan más de 250 trabajadores cuya suerte es una incógnita. “Se encuentran”, apunta Bengoa, “en un ERE temporal de suspensión de jornada desde el 14 de junio. El ERE concluye el 14 de diciembre. Este ERE va desde una reducción del 25% hasta el 100% de la jornada. Es decir, que hay gente que está en su casa cobrando del Gobierno central. No están despedidos, siguen vinculados a la empresa, pero en su casa. La nube negra que se cernía sobre Cegasa en un primer momento era inmensa y algo se ha despejado, pero quedan muchos negocios pendientes de un empujón”.

Es el caso de las divisiones de embalaje, ion-litio y tráfico (sistemas de señalización de carretera). “Son las áreas más complicadas de buscar acomodo, aunque confiamos en una oferta para ion-litio, que es una tecnología muy puntera para coches eléctricos”, abunda Junikorena.

“Estamos viviendo”, añade, “meses de mucha tensión. Hay mucha incertidumbre porque se está llegando al final del ERE y el auto judicial no se ha resuelto todavía. No sabemos qué va a ocurrir con algunas líneas de negocio. La tensión es constante. Desde el Comité tratamos de tranquilizar y cerrar esto de la mejor manera posible, aunque está claro que nunca va a llover a gusto de todos”.

Ainhoa Bengoa admite que la suerte que pueda correr Cegasa y sus trabajadores ya no es noticia de portada. “La plantilla reaccionó al principio, pero la tensión movilizadora se ha ido diluyendo poco a poco para instalarse en el día a día de la fábrica. El ERE ha terminado por dividir a la plantilla y ha roto las movilizaciones. Al principio, la sociedad nos vio en la calle, pero con el paso de las semanas la sensación que existe en el Comité es que ya no había ganas en la plantilla de salir a la calle. Se ha instalado la idea de que la suerte está echada, se haga lo que se haga”.

“Cegasa no ha sido una fábrica de hacer pilas, ha sido una fábrica de hacer dinero. Pero cuando las cosas se han puesto complicadas no hemos sabido reaccionar. Esa es la triste y cruda realidad”, resume el presidente del Comité.

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