El arte sale a la calle en Semana Grande

El Boulevard donostiarra es un espacio de creación para los cientos de artistas que cada año pasan por San Sebastián para desplegar su inventiva. La Semana Grande es el momento perfecto para plantarse en una avenida siempre abarrotada de turistas y “sentirse un loco muy cuerdo entre un montón de gente que te observa a veces sin mirarte” asegura José Ángel Rodríguez, apoyado en su guitarra.

El idioma es una de las barreras a superar para muchos de ellos que llegan desde todos los puntos del mundo e intentan desenvolverse. “Suerte que el arte sea un idioma universal” dice el flautista peruano Pablo Tabo, “obviamente yo no he tenido ese problema, pero quienes llegan de otros puntos de Europa por ejemplo, tienen que adaptarse rápidamente y eso a veces no es fácil en la calle”.

Alberto Garrido es, por obligación, parco en palabras. El mimo mexicano pasa “horas al sol deseando que le echen una moneda”. A veces es “sacrificado”, asegura, “pero es gratificante”. “Con esto uno no se gana la vida”, dice Alberto, es más “amor al arte” y aunque quizá sea algo “difícil de comprender para la mayoría”, el silencio “puede ser la mejor manera de transmitir la creatividad”.

El arte es sin duda su vida, y lo muestran de las más diversas formas. “A mi llaman Paco” dice un mago que asegura haber olvidado su apellido para que “los trucos de magia le cupieran en la cabeza”. “El tamaño de mi cerebro no debe ser grande” asegura mientras ríe, “así que debo olvidar cosas para meter nuevos conocimientos. La edad, por ejemplo, es algo que hace tiempo decidí tirar a la basura”.

Artistas ambulantes, en muchos casos sin casa ni un rumbo fijo, que meten su futuro en una maleta para viajar a donde les lleve el viento de un rincón a otro del mundo, cambiando de ciudad o incluso de país para mostrar sus secretos mejor guardados a quien amablemente, se pare a compartir un rato con ellos.