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El conductor del autobús accidentado en un túnel de Francia se enfrenta a cinco años de prisión

El autobús, en el interior del túnel, con el techo destrozado

Iker Rioja Andueza

M.T.G., el conductor pacense del autocar con 56 universitarios a bordo que sufrió en el verano de 2015 un grave accidente en Lila al intentar cruzar un túnel con menor altura que la del vehículo, se puede enfrentar hasta a cinco años de cárcel en Francia. La investigación judicial, reactivada estos días con las declaraciones del propio chófer y de los jóvenes viajeros, ha fijado inicialmente el siniestro como un caso de lesiones por imprudencia, si bien su letrado Sergio Lorenzo Ruiz Aparicio asegura que “no hay nada que acredite una distracción” o negligencia y reclamará el archivo completo de la causa antes de que se abra juicio oral.

Los hechos se produjeron en julio de 2015. El autobús, con dos conductores experimentados al volante, cubría el trayecto entre Bilbao y Ámsterdam dentro de un viaje organizado para jóvenes universitarios de hasta 29 años, la mayoría de ellos vascos. En una ronda de circunvalación de Lila, a unos 200 kilómetros al norte de París y a unos 300 de la capital de los Países Bajos, el vehículo, que mide 3,6 metros de alto, quedó incrustado en un túnel de apenas 2,6 metros. El choque dejó 34 heridos, si bien las consecuencias no fueron mayores debido a que, al ser de noche, muchos de ellos iban recostados descansando o dormidos.

El chófer prestó declaración en calidad de investigado ante las autoridades francesas la pasada semana, si bien lo hizo desde Bilbao a través de una comisión rogatoria. Desde hace unos días también están pasando por los juzgados de Bilbao, Vitoria y Burgos los viajeros, la mayoría de los cuales ya ha alcanzado acuerdos extrajudiciales con la compañía de seguros y han percibido una indemnización. En algunos casos tuvieron que ser hospitalizados y pasar una larga temporada de baja.

Los abogados que representan en España a M.T.G., del bufete RASL, se quejan de la “indefensión” que ha supuesto para el conductor el desinterés del letrado que le fue asignado en un primer momento en Francia y también el “cúmulo de desatinos” de la acusación, que puede conducir al veterano profesional, ya retirado por la ansiedad que le generó el accidente, a una prisión francesa por unos hechos que, en España, “ni siquiera alcanzarían los dos años” de condena.

La acusación del Estado francés se sustenta en un informe policial datado a 12 de octubre de 2016, al que ha accedido este periódico, en el que se enumera el listado completo de víctimas del siniestro y se estima que el chófer vulneró hasta doce artículos de los códigos penal y de circulación franceses. Se habla de “violación obviamente deliberada de una obligación especial de prudencia o de seguridad”, de no haber atendido a la señalización de la vía y de circular “con un vehículo de una categoría sometido a una prohibición permanente de acceso” a aquella carretera urbana.

En su declaración, el conductor reiteró, según sus letrados, que “no es cierto que el estuviera haciendo uso del GPS en el momento del accidente”, como se publicó en su día, ni atendiendo una llamada telefónica. Según estas fuentes, accedió a la carretera del túnel porque la “nula iluminación” en la zona le hizo pasarse la salida hacia la frontera con Bélgica y era la alternativa más rápida para volver a la ruta dado que no había señalización clara que lo impidiera. “El trayecto sería de apenas unos 500 metros en los cuales no había ni una señal de tráfico correctamente iluminada. Y lo que es más importante, el pórtico de láminas metálicas situado debajo de la señal de galibo estaba completamente destruido por un accidente ocurrido unos días antes”, explican sus abogados en relación a un rudimentario pero efectivo sistema que avisa de la altura máxima permitida y que había sido reventado por otro vehículo pesado unos días atrás.

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