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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Benditas guitarras y... John Fogerty

John Fogerty, en el escenario God del Azkena Rock Festival.

Aitor Guenaga

Frank Sinatra tenía, sin duda, una voz prodigiosa. Y hay quien asegura que también una capacidad innata para codearse con la jet y con los bajos fondos sin que le temblaran los empastes o el tabique nasal de titanio. Pero lo que está claro es que la visión de futuro del 'angelino' dejó mucho que desear.

Este año venden en el Azkena Rock Festival unos vasos para consumir espirituosos. Salen a 2,50 euros, retornables, aunque tiene pinta de que la peña prefiere hacerlos volar o llevárselos como memorabilia de esta XVI edición plagada de novedades. Y los dichosos vasos de 'katxi' llevan una frase del cantante y actor de Los Ángeles. Dice así: “La música rock la hacen deficientes que cantan letras maliciosas, lascivas. Es la forma de expresión más brutal, nauseabunda, desesperada y viciosa que he tenido la desgracia de escuchar. Yo a esa mierda de música llamada Rock and Roll no le doy ni 5 años de vida”. Sinatra se confundió. Bendito Rock and Roll y bendita retahíla de guitarras que se han dado cita en esta primera jornada del Azkena, que según la organización ha reunido a 18.700 amantes de la guitarra y el rock... en todas sus vertientes: sureño, sueco, heavy, pesado...

Todo eso ha sonado en los tres principales escenarios de un festival que como resume su creador, Alfonso Santiago, llegó para llenar el vacío en las liturgias comunitarias de hace 16 años de esos sonidos brutales, desesperados, nauseabundos y, sobre todo, viciosos, que decía Sinatra. “Hace falta un festival de guitarras”, le confesó al periodista Jerry Corral, que ha reunido la historia viva de los últimos 15 años del festival en un libro que la gente aprovechó a comprar este viernes en la explanada vitoriana de Mendizabala.

A sus 72 años recién cumplidos el pasado 28 de mayo, Fogerty, un californiano de la ciudad de Berkeley -cuna de la contracultura y la protesta anti-Vietnam en los sesenta- mantiene vivo el espíritu de la Creedence Clearwater Revival. Por si alguien no se había enterado, el bolo de Fogerty nos resituó de golpe en 1969, en Woodstock, en el movimiento pacifista y la lucha contra la ignominiosa guerra de Vietnam. Ahí se mantiene, más viva que nunca, la canción Fortunate Son, proclama antibélica que interpela al nuevo inquilino de la Casa Blanca y sus ínfulas militaristas. El año en el que la Creedence entró como un tiro en los hogares estadounidense de la mano del Ed Sullivan Show, o de que el tema Proud Mary alcanzara el número 3 de las listas de éxitos. Durante algo menos de dos horas, Fogerty colocó en el altar del escenario God del Azkena el signo de la victoria teñido con el colorido propio de la psicodelia de la década prodigiosa.

Born on the Bayou, para abrir boca

Arrancó a las 00:36 con Born on the Bayou. Apareció ante el respetable ataviado con su eterna camiseta de cuadros -azul, marrón y gris para la ocasión- y un pañuelo azul anudado a la garganta para proteger una voz que, como decía acertadamente Josean de la revista Kmon, ha cambiado de timbre. Pero que mantiene su variedad de registros. Lo que no ha mutado en todas estas décadas es la capacidad de ofrecer un paquete de rock sureño con las guitarras como base del plato, sin olvidar la magia de los teclados o la presencia puntual del acordeón -como cuando su sonido dio paso a otro de los éxitos de la noche Lookin' Out My Back Door-, Green River, o el Down in the Corner, con el toque machacón del cencerro.

El hecho de que su hijo se haya sumado a la fiesta del rock y del revival de la Creedence le da a la actuación una dosis de fiereza que comparte con su progenitor, con algún duelo entre medio de guitarras (benditas). Sin sobreactuaciones. Y así van cayendo temas como el The Midnight Special (¿De verdad lo aprendió con 12 años de Pete Seeger? con esa letra que hace temer lo peor si pasas por Houston)

If you're ever in Houston, oh you better do the right

You better not gamble and you better not fight

Or the sheriff will grab you and the boys, will bring you down

The next thing you know, boy, oh you're prison bound

Y lo que uno espera al saber que una leyenda del rock como Fogerty se ha acercado a Euskadi por primera vez. El Rockin' all Over The World (con sirimiri incluido), Bad Moon Rising o el Proud Mary, que luego versionaría en sus incadescentes actuaciones en directo el mismísimo Elvis Presley, o el Have You Ever Seen the Rain. Falto el Suzie Q, que utilizara Coppola en Apocalypse Now para recordar algo que quedó grabado a fuego en Vietnam: “Napalm burns persons”.

A las 2:08, la voz de God y sus guitarras quedaron en silencio.

Claro que entre Dios (God) y el Respeto (Respect) -dos de los escenario del Azkena- apenas hay unas decenas de metros. Lugares donde antes habían sonado maravillosamente los Cheap Trick, con un Robin Zander pletórico a la voz y la presencia en el escenario y una(s) guitarra(s) endemoniada(s), la del casi setentón Rick Nielsen: Gonna raise Hell, se podía leer en uno de los mástiles de la sucesión de guitarras (benditas), algunas imposibles, que paseó por el escenario enfundado en un traje negro brillante, gafas ídem y gorra también. O una de las bandas revelación, los californianos The Shelters que vienen apadrinados por Tom Petty (al que veremos en julio en Londres) y que la noche anterior habían desgranado su repertorio en la sala Jimmy Jazz para unos pocos agraciados. O las guitarras (benditas) pesadas de los suecos Graveyard (setenteros y muchos más), con Jonathan Nilsson al frente del combo. Por no citar a The Hellacopters, que tras su resurrección del pasado año en el Azkena, dejaron un sabor de boca de rock acelerado hasta que desenchufaron los 'amplis'; a las 3:29 exactamente. Con las guitarras (benditas) de Nick Royale y el inefable Dregen, que en algún momento jugó con los pedales para sacar esos sonidos del infierno que decía Sinatra.

¡Que Dios te coja confesado, Frank!

Este sábado más.

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