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“Nos jugamos la credibilidad de la democracia”

El 'ararteko', Íñigo Lamarca, vive sus últimas semanas al frente de la institución.

Eduardo Azumendi

Cuando echa la vista diez años atrás, Íñigo Lamarca aún recuerda con nitidez cómo fue el momento en el que propusieron para el cargo de Ararteko. Un momento que recuerda con agrado, justo ahora que vive sus últimas semanas al frente de la institución. Previsiblemente, en abril entrará el nuevo titular del Defensor del Pueblo Vasco, que salvo sorpresas será el abogado Manu Lezertua.

Dos mandatos ha cumplido Lamarca, más que ningún otro. Su equipo ha dado respuesta a más de 60.000 quejas ciudadanas en la última década y a la hora del balance afirma con rotundidad que “ha habido algún que otro encontronazo por cuestiones puntuales, pero en ningún caso se puede hablar de instituciones refractarias a las recomendaciones del Ararteko”, asegura. Recalca que los “políticos son necesarios”, pero advierte de que “las sociedades se pueden ir a pique por una mala gobernanza”. Según Lamarca, “nos jugamos la credibilidad de la democracia” con la sucesión de escándalos de corrupción y de delitos económicos que desfilan cada día y la “falta de medios” que muestra la Justicia para enfrentarse a ellos.

“Mi propuesta para ser Ararteko me pilló por sorpresa. Fue una llamada de Josu Jon Imaz, entonces presidente del PNV. Recuerdo que estaba en la sede de Gehitu y eran las nueve menos cuarto de la noche. Me habló de la institución y di por sentado que me llamaba porque estaba pulsando la opinión de las organizaciones sociales. Pero me dijo que yo era su candidato y me dio 24 horas para tomar una decisión”.

El segundo momento que guardar en su retina es cuando el Parlamento le designó. “Lo primero que hice fue empaparme del funcionamiento de la institución, y al día siguiente de tomar posesión participé en las jornadas que celebran anualmente los defensores del pueblo de España. Ese verano de 2004 lo empleé para aprender y trazar unos objetivos. La institución había funcionado bien, pero llevaba cuatro años en situación de interinidad”, recuerda.

Diez años después, considera que se han cumplido las expectativas con las que entró en la institución. “Me he enamorado del Ararteko. El balance es muy satisfactorio. Los objetivos que me tracé se han cumplido de forma razonable. El primer objetivo fue que el organismo fuera conocido por toda la ciudadanía y se ha conseguido con una gran presencia en los medios de comunicación. Los ciudadanos ya conocen nuestra existencia y para lo que servimos. El segundo objetivo era ganar en eficacia y para eso tuvimos que dotar a la institución de la máxima autoridad moral. La credibilidad es la llave para que nuestras resoluciones se cumplan”.

Después de entrevistarse con todos los responsables de las administraciones con las que ha trabajado, el grado de cumplimiento de sus recomendaciones es de un 86%. “Las recomendaciones se cumplen. A veces no de manera inmediata, pero se va progresando”.

Sobre el difícil equilibrio entre la imparcialidad de la institución y su opinión personal, Lamarca puntualiza que “la imparcialidad va unida a los proyectos políticos que hay en liza. No puedo emitir opiniones políticas. Es una línea roja que no se puede traspasar, pero que no me ha supuesto ningún problema. Se trata de construir un mensaje basado en los derechos humanos. Lo que he hecho como Ararteko es una interpretación de la ley lo más favorable a los derechos de la ciudadanía. En ocasiones, eso ha supuesto una crítica a la administración. Pero siempre desde una posición no partidista”.

El prisma de los derechos humanos

El prisma de los derechos humanosPero sí se ha tenido que pronunciar sobre polémicas partidistas, como la abierta por el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, sobre las ayudas sociales. “El único prisma por el me rijo es el de los derechos humanos. En torno a la RGI decimos que se cumpla la ley, es decir, que lo prioritario es la cohesión social. Los debates siempre deben estar abiertos y máxime si es para mejorar el instrumento, pero debe cumplir los presupuestos de los derechos humanos: la lucha contra la exclusión social. Si la RGI se reforma sería para mejorarla y llegar a más familias. Si restringimos su acceso, ¿qué hacemos con las personas a las que les quitamos las ayudas? Los principios y derechos de esas personas siguen estando vigentes”.

Ante la quiebra de los derechos sociales que se está produciendo como consecuencia de la larga crisis, el papel del Ararteko ha cobrado más relevancia. Lamarca destaca que la Constitución española define al Estado como social, es decir, vinculado a una serie de derechos. “La Constitución se debe cumplir, lo que supone una serie de obligaciones para los poderes públicos. ¿Qué obligaciones? Mantener la cohesión social y la igualdad efectiva. Debe haber políticas públicas que garanticen la vida digna a todos los ciudadanos y, por lo tanto, las restricciones en los derechos sociales atentan contra esos derechos constitucionales y contra la dignidad humana”.

Lamarca endurece el gesto al recordar que en esta crisis “no ha habido límites para el rescate de los bancos. Nos han dicho que no podían caer. Se ha hecho lo que había que hacer, vale, pero ¿qué hemos hecho por las personas? Uno de los fundamentos de la Unión Europea es preservar la dignidad de las personas, pero se han puesto límites y no medios. Los recursos no son ilimitados, pero hay países donde a pesar de la crisis las necesidades han sido cubiertas. Los índices de pobreza crecen, la desigualdad también…Las políticas públicas deben tener como prioridad atender las necesidades de las personas”.

Desafección de la clase política

Desafección de la clase políticaUno de sus mejores momentos como Ararteko ha sido poder vivir el final de ETA. “La sociedad vasca se ha movilizado y le ha quitado oxígeno a los terroristas. Después del atentado contra la T-4 creía que no vería el final”. Y entre las peores secuencias apunta los encontronazos con el Departamento de Interior por los casos Beroiz y Cabacas y la resistencia de los ayuntamientos de Irún y Hondarribia a cumplir con sus resoluciones sobre el Alarde y la integración de la mujer. “Fueron momentos difíciles. No se cumplieron nuestras indicaciones, pero son casos concretos. Nunca se ha producido una oposición de forma sistemática”.

Lamarca rehúye de las generalizaciones y por eso le resulta “muy injusto” criticar a los políticos en general. “Son personas y creo firmemente que son necesarios. La gran mayoría de los que ejercen la política tienen vocación de servicio y, por lo tanto, lo hacen lo mejor que pueden”.

Pero acepta que la desafección hacia la clase política por parte de la sociedad es algo generalizado. “Para que la democracia goce de buena salud hay que enfrentarse a la corrupción. La transparencia y la información son los elementos claves para convencer a la ciudadanía. La confianza en la Justicia es esencial y para eso es necesario que cuente con todos los medios necesarios. Ahora son escasos. Si el Estado quiere que la ciudadanía recobre la confianza debe dar todos los medios a la Justicia, dotarle de los mejores profesionales”.

Y en esta línea, se pregunta: ¿A qué espera el Gobierno para reformar la ley e impedir que prescriben los delitos económicos? Hay que endurecer las leyes contra los delitos económicos y la corrupción. Nos jugamos la credibilidad de la democracia. Los delincuentes disponen de muchos medios para escapar a la acción de la Justicia“.

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