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“Más allá de si somos norte-sur hay un trato de subordinación a las mujeres”

La directora del Movimiento Manuela Ramos de Perú, María Elena Reyes.

Paola Fernández

En 1994 Naciones Unidas celebró en El Cairo la IV Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo. Allí 179 estados firmaron un Programa de Acción con unos objetivos que se deberían haber cumplido para el pasado año 2014. Este programa además marca una serie de objetivos a cumplirse en 20 años para poder avanzar en temas de igualdad. En el mismo se abordan temas como la educación sexual, la violencia contra las mujeres, el embarazo adolescente, la mortalidad materna, el acceso a métodos anticonceptivos o el aborto. Esta conferencia fue paradigmática porque a partir de entonces cambia la manera de ver a la población. Antes de esto se asumía que a mayor población, mayor pobreza, pero en esta se tiene en cuenta que cada pareja decide sobre su reproducción y sobre su sexualidad. Sin embargo, tras estos 20 años hay muchas problemáticas, como la violencia machista o el aborto, que siguen sin solución.

Maria Elena Reyes es directora del Movimiento Manuela Ramos de Perú, participante en el proceso de revisión mundial Cairo+20 y representante de la Mesa de Vigilancia de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos de Perú. Asegura que todavía “hay brechas por superar” y de hecho en la última reunión en Nuevo York, el pasado abril, para llegar a un consenso mundial, el proceso entró en un juego bastante crítico, ya que mediaron posiciones conservadoras y “muchas veces fundamentalistas” de algunos estados del mundo, entre ellos el Vaticano y algunos bloques de África o Asia.

Uno de los ejes más críticos del Programa elaborado en El Cairo hace 20 años es el aborto ¿Crees que han mejorado las políticas en torno a esta cuestión?

El problema es que a nivel mundial, sigue siendo una restricción muy fuerte, el derecho de reconocer la libertad de las mujeres. La autonomía total para decidir sobre sus propios cuerpos no está reconocida. Por eso es que tiene que haber leyes y políticas y de hecho en los países más avanzados ya hay legislación. Pero son contados los países que han hecho este reconocimiento. Otra de las características comunes es que siempre es un derecho en riesgo, si en un país ya se he reconocido siempre está en riesgo de retroceder, que es de hecho, el ejemplo de lo que ha pasado en España. En América Latina hay hasta 4 o 5 países que tienen prohibición absoluta de cualquier tipo de aborto, como Chile, Honduras, El Salvador, Nicaragua y la República Dominicana. Esto es, se sigue prohibiendo el aborto terapéutico, que es aquel embarazo que pone en riesgo gravemente la vida o la salud de la mujer, dejando graves secuelas. Si un embarazo causa ese riesgo tendría que ser simplemente una práctica médica autorizada.

En el caso de Perú, hemos tenido durante 90 años una legislación que aprueba el aborto terapéutico, el único que es legal en el país. Pero durante estos 90 años no hemos tenido la reglamentación para que esto se lleve a cabo. En 90 años han muerto muchísimas mujeres o han quedado totalmente enfermas. Por otro lado, se siguen produciendo abortos clandestinos, no hay estadísticas, no hay estudios directos, siempre son alternos desde la sociedad civil, pero en el caso de Perú se producen casi 1.000 abortos diarios en situaciones de riesgo. Y por supuesto, el aborto es un tema de pobreza también, porque quien tiene dinero puede recurrir de manera clandestina a un aborto, pero medicamente seguro.

Y teniendo en cuenta que estas problemáticas surgen con la pobreza ¿por qué los gobiernos no destinan mayor presupuesto a este tipo de políticas?

La pobreza es una causa directa de riesgo para todos los temas, para mortalidad materna, para embarazo adolescente etc. La pobreza y de la mano la falta de educación. Pero no hay voluntad política para los temas que tengan que ver con derechos de las mujeres. Eso para nosotras es clarísimo, porque hay temas a los que se dedica muchísima inversión como armas ¿Por qué no se puede invertir también en educación? La educación es clave. Nosotras ponemos el énfasis en que la educación para hombres y mujeres debe ser ciudadana, en igualdad, en la que todos y todas podamos tener las mismas oportunidades. Cuando mejora un poco el presupuesto asignado a educación, aumenta y mejoran otro tipo de indicadores. Por ejemplo, inviertes en educación y mejora el cuidado de salud, a mayor educación va a ser menos posible que las mujeres sean víctimas de violencia y también con más conocimiento pueden estar más prevenidas de tener un embarazo adolescente. Hay una relación directa entre pobreza, la educación y al desarrollo al que queremos llegar.

Otro de los temas que sigue siendo muy grave es la violencia machista ¿Se ha avanzado algo en estos 20 años?

Creo que con la violencia lo que hemos logrado es que se reconozca que existe. Porque antes la violencia estaba solamente situada en el espacio de lo privado. Ahora no, la violencia es mirada desde lo público y reconocida en todas sus formas y manifestaciones. Hemos logrado también que se visibilice. Pero no basta con visibilizarla. Hemos logrado algunas legislaciones, pero no integrales. Todavía hay una resistencia en el sistema. Y lo que queremos es que se invierta más también, que no solamente se invierta en atención de las víctimas de la violencia, sino que se atienda la prevención, con educación, información y mejor posicionamiento de las mujeres en la sociedad.

Además cuando visibilizas estás promoviendo la denuncia. La denuncia tiene que encontrar un circuito de atención clara para que las mujeres confíen en que el sistema les va a ayudar. En América Latina de todos los casos de feminicidio un 22% había denunciado ante el sistema el maltrato. Entonces el mensaje que les queda a las mujeres es que el sistema no funciona. La sociedad sigue pensando que es un tema irresoluble, cuando sí se puede dejar de golpear, sí es una cuestión de voluntad, es un cuestión de reconocer a la otra persona como igual. Sin embargo, preferimos decir que la gente está loca o en un mal momento y que son hechos aislados. No. La violencia es sistemática. Antes había la misma violencia, pero ahora es pública.

¿Qué problemas en común tienen los países de Latinoamérica y España?

La violencia es uno de los temas que hemos encontrado comunes, porque la violencia es igual, un número más, un número menos, los motivos, las causas, las formas y también como los medios de comunicación reaccionan ante la violencia, son las mismas. Eso dice mucho de cómo más allá de si somos norte-sur, países desarrollados o en vías de desarrollo, hay un trato igual de subordinación y maltrato a las mujeres. Estos son temas claves que no tendrían que suceder. La violencia es el tema por el cual se puede medir si una sociedad ha avanzado en igualdad. Si sigue sucediendo no hay igualdad. Aunque tengan más medios económicos y desarrollo, si la violencia sigue existiendo, si hay mujeres que tengan miedo de ser golpeadas, y prohibiciones en la vestimenta, en el trabajo, en las decisiones de como construyen sus proyectos de vida, estamos en la misma situación.

Y después de estos 20 años ¿qué retos quedan por delante?

El enorme reto es fortalecer todo un sistema de derechos humanos y que tengan claramente los derechos de las mujeres como un eje, porque sin eso no vamos a poder avanzar. Tenemos que impulsar mejores y mayores políticas, no solo de protección, sino de ciudadanía. Tenemos que enfocarnos hacia los presupuestos que tienen los estados sobre los temas que nos interesan, porque puede haber una ley, puede haber una política bien diseñada, y quedarse en el papel o no tener una inversión presupuestaria adecuada para que los cambios se lleven adelante. Tenemos que hacer mucha incidencia política, o sea, negociar con los gobiernos locales, en cada uno de los países para ver cuáles son los avances comunes. Tenemos también que mejorar el tema de información estadística, estudios e investigaciones sobre cosas que todavía no están claras. Sobre todo en el caso de Cairo + 20 tenemos enormes desafíos para seguir hacia adelante porque las metas no se han cumplido.

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