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¡Más política pública de memoria, señor Rajoy!

Urkullu y Rajoy coincidirán el próximo martes en el arranque del Memorial de Víctimas, en Vitoria.

Aitor Guenaga

Es el momento de la memoria. Es el momento de la batalla del relato. Y es el tiempo de la política para hacerlas realidad: de políticas públicas compartidas que nos alejen de las desmemoria y de los que pretenden surfear sobre sus responsabilidades históricas en el hecho incuestionable de que un fenómeno violento como el de ETA haya perdurado hasta nuestros días. Aunque ahora sea de una forma fantasmagórica que viene y va de comunicado en comunicado hasta el desarme y su disolución final. Que llegarán más pronto que tarde: bien por la inutilización pura y dura de sus arsenales con el paso del tiempo (si es que parte no se ha vendido ya en el mercado ilegal), o bien por la entrega a un tercero para el sellado o incluso para que esas armas puedan servir para resolver los más de 300 crímes de ETA que siguen esperando de nuevas pistas y declaraciones de etarras en la Audiencia Nacional.

Este el contexto actual, agravado además por el mayor desencuentro en muchos años entre el lehendakari y el presidente del Gobierno español también en materia de Paz y Convivencia. Rajoy y Urkullu no se entienden en muchas cosas, y una de ellas es en el método que hay que seguir para el cierre de esa página oscura de la historia de este país que ha sido la organización terrorista ETA y poner las las bases de una política pública de memoria compartida que brilla por su ausencia. Y lo ha hecho durante toda la legislatura de mayoría absoluta de Rajoy.

Y justo con ese telón de fondo y un retraso considerable, este martes ambos mandatarios coincidirán en lo que pretende ser la presentación en sociedad del Centro Memorial de la Víctimas del Terrorismo, una iniciativa pactada entre los Ejecutivos central y vasco el 24 de enero del 2012 con la firma ese día de los entonces ministro de Interior y consejero de Interior, los socialistas Alfredo Pérez Rubalcaba y Rodolfo Ares, respectivamente. Con más de tres años de retraso desde que se firmara el protocolo de creación del Memorial de Víctimas del Terrorismo cuando gobernaban los socialistas, el PP y su Gobierno se visten de largo para presentarlo en sociedad en la histórica sede del Banco de España, en la capital alavesa.

El Ejecutivo central ha ninguneado al lehendakari, pero también ha hecho oídos sordos del mandato del Parlamento, que exigió con los votos de PNV, PSE, PP y UPyD el 31 de octubre de 2013 a Rajoy “retomar de forma inmediata los trabajos para la puesta en marcha del Centro Nacional para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo”. Al tiempo que pedía en esa transaccional al Ejecutivo vasco que continuara trabajando para que ese centro “sea una realidad lo antes posible”. Pero los desencuentros entre ambas administraciones, la falta total de empatía política entre Rajoy y Urkullu han dado al traste con esa política pública compartida de memoria. En esta legislatura, cada uno ha ido por su lado: el Gobierno vasco con su Plan de Paz y Convivencia -sin el respaldo del resto de partidos- y el Ejecutivo central con una “inacción” manifiesta, en palabras del dirigente peneuvista Joseba Egibar en materia de paz, política penitenciaria y desarme de los terroristas.

El propio Ares, en una recordada comparecencia ante la prensa tras ese acuerdo parlamentario en Euskadi, denunció que tras esa iniciativa Rajoy quisiera “asumir en solitario la creación del memorial de víctimas, incumpliendo el protocolo firmado” por él mismo. Y añadió: “No podemos entender que el Gobierno del señor Rajoy desprecie la colaboración del Gobierno vasco para impulsar este proyecto, porque pensamos que la concertación entre administraciones en el camino más adecuado para sacarlo adelante”. Justo lo que ha faltado.

La historia que ha venido después, entre retraso y falta de acuerdos políticos, ya se conoce: el anuncio de la creación de una comisión de expertos para que el centro echase a andar el 3 de octubre de 2014, casi un año después del acuerdo parlamentario que también firmaron por cierto los populares vascos. Los trabajos de esa comisión, dirigida por el periodista, doctor en Comunicación Pública por la Universidad de Navarra y experto en terrorismo Florencio Domínguez y formada por 14 miembros (algunos nombrados a propuesta del Ejecutivo vasco), han dado finalmente sus frutos. Entre otros, un documento de trabajo muy concienzudo. Además, habrá una subsede en Madrid dedicada al terrorismo yihadista y este lunes se inaugurará a las 20:00 horas la exposición 'En pie de foto: la mirada de la víctima', que recoge fotografías comentadas sobre el dolor causado por atentados cometidos en España durante los últimos 25 años, además de instantáneas y textos sobre los recientes ataques terroristas de Paris, Copennhague o Sidney.

Pero las políticas públicas de memoria, sobre todo las compartidas, siguen brillando por su ausencia justo en el momento en el que más necesarias son. Y el óxido de quienes quieren blanquear su pasado no descansa. “Rust never sleeps”, ya lo dejó escrito en una bellísima canción el gigante canadiense Neil Young. Pero algunos parece que no se quieren enterar.

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