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Los ríos vascos, “hormonados”

Vertido blanquecino en el Zadorra

Alba Díaz de Sarralde

Los ríos vascos no se salvan de un mal nacional: la presencia de tóxicos en las cuencas hidrográficas. Un informe de Ecologistas en Acción revela la amplia presencia de plaguicidas disruptores endocrinos en los ríos españoles, incluyendo las cuencas internas del País Vasco.

Los plaguicidas son sustancias que actúan como tóxicos contra los organismos a los que pretenden combatir. Sin embargo, no atacan únicamente a su objetivo: también a otros seres vivos. Los que alteran la síntesis, liberación, transporte, metabolismo, acción o eliminación de las hormonas naturales, modificando el funcionamiento del sistema hormonal humano y animal, son denominados contaminantes hormonales -disruptores endocrinos o EDC-.

En cifras, se han encontrado 47 sustancias plaguicidas diferentes en todo el Estado, de los que el 70 % están prohibidos en la UE y en el Estado por su nivel de toxicidad. Más de la mitad son EDC y se encuentran sobre todo en las zonas con un alto nivel de ganadería intensiva. Además de su toxicidad, los plaguicidas son muy estables, lo que les permite persistir en el medio ambiente y los tejidos vivos.

En la Demarcación Hidrográfica del País Vasco, de las 55 sustancias estudiadas, 17 se encontraron en los ríos en 2016. 14 de ellas podrían ser plaguicidas disruptores endocrinos y 15 serían ilegales. La cuenca del Ebro -donde se incluyen ríos como el Zadorra- tampoco está libre de sustancias tóxicas: según el informe, de 37 sustancias analizadas 21 son contaminantes, 16 son disruptores endocrinos y 18, ilegales.

El miembro de Ecologistas en Acción Javier Vázquez denuncia esa presencia no autorizada: “No tendrían que estar ahí, así que puede ser por dos razones: o porque se siguen utilizando plaguicidas de forma ilegal, en un mercado negro, o porque son de residuos antiguos que hay generalmente en el suelo”.

El informe muestra unos datos preocupantes sobre el insecticida lindano y sus isómeros: se ha encontrado en 7 de las 10 cuencas analizadas, siendo un disruptor endocrino y, además, ilegal. Según Vázquez, esto podría ser resultado de la mala gestión de los residuos generados en el proceso de producción de esta sustancia hace 30 años: “Tuvimos tres fábricas en Bizkaia, en Erandio, Barakaldo y Zornotza, en las que se producía lindano. Para generar un kilo de sustancia se generaban nueve de residuos, y estos se han regado por todas partes”.

El lindano está declarado como cancerígeno por la OMS, situado en el Grupo 1, donde solo están los elementos que está demostrado que generan cáncer en humanos. Esta sustancia, que contamina las aguas, el regadío y, por tanto, los cultivos, al ser ingerida por humanos se va acumulando y se fija, por ejemplo, en la placenta, pudiendo afectar al embrión y causarle malformaciones. Vázquez denuncia que, por tanto, “esto genera un problema no solamente medioambiental, también de salud publica”.

Álava, punto negro

El antiguo vertedero de basuras de Vitoria está contaminado de lindano y las aguas subterráneas recogen esa sustancia. “Pasa por la depuradora, dañándola, contaminando sus lodos y, como no está preparada para eliminar este elemento, se sigue contaminando el río”, relata Vázquez. Afirma además que las aguas pasan por puntos de captación para el riego y que “luego acaba en lo vamos a comer. Este elemento es muy acumulativo y, si lo tomamos en pequeñas dosis en los alimentos, nos acabará produciendo un efecto”.

Vázquez culpa a la mala gestión actual de las administraciones: “Hoy, con los lodos de la depuradora, se están rellenando terrenos en la cantera de Maeztu. ¿Qué está haciendo la administración? Dispersar la contaminación. En vez de atajarla, dispersarla”. Afirma que el Ayuntamiento de Vitoria se ha planteado poner una estación para medir la contaminación del vertedero -acción de la primera fase de los Planes Hidrológicos, que terminó en 2012-, pero que “lo que hace falta ahora es corregir el problema”. Denuncia que no hay medidas planteadas, por lo que no se pueden cumplir.

Aparte de la presencia de plaguicidas, otro de los enemigos mortales de los ríos, son los vertidos. En los últimos cinco años, la Agencia Vasca del Agua (URA) ha atendido 1.538 avisos por “vertidos puntuales no autorizados”. En 2017, los 28 inspectores de URA abrieron exactamente 30 expedientes sancionadores por contaminación de las aguas. En función de la gravedad, acarrearán sanciones de entre 400 y 15.000 euros. El verdadero punto negro del mapa de vertidos de Euskadi es Álava y, en concreto, las zonas del Alto Nervión (Llodio y Amurrio) y sobre todo Agurain. “Mientras no se hagan depuradoras allí, estamos en situación de riesgo. Europa ya nos ha llamado la atención”, asume el director de URA, Ernesto Martínez de Cabredo.

Analizando los datos de 2017, de los 30 casos 16 se han registrado en Álava. La localidad donde más trabajo han tenido los técnicos de URA ha sido Agurain, con seis casos, tantos como en toda Bizkaia. A nivel estatal, según el informe 'Ríos hormonados', la segunda y tercera cuenca más contaminada incluyen territorio vasco, un problema medioambiental que puede trascender en costes para la salud.

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