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“La imagen de Biescas que se me viene a la mente es un camión grande en el que cargaban los ataúdes”

Voluntarios de la DYA de Vitoria, en las labores de rescate del camping Las Nieves de Biescas (Huesca)

Iker Rioja Andueza

Biescas inauguró este fin de semana un memorial en homenaje a las 87 víctimas y 183 heridos por la riada que el 7 de agosto de 1996, hace ahora 20 años, borró del mapa el ‘camping’ de Las Nieves. En el acto conmemorativo, además de las autoridades de Aragón y de comunidades como Cataluña, Navarra y Euskadi, con muchas víctimas, participaron algunos de los profesionales y voluntarios que trabajaron en los días que siguieron a aquel negro día de verano en las tareas de rescate. Gorka, de Vitoria, fue uno de los segundos. “La imagen que se me viene a la mente es que, cuando llegamos a Jaca, tuvimos que parar el coche porque había un camión grande recogiendo un montón de ataúdes marrones y otros blancos más pequeños, los de los niños”, rememora.

Gorka, que ahora es ertzaina quizás por la vocación de servicio que prendió en él y en otros colegas en Biescas, contaba apenas 19 años en 1996. Era estudiante y con algunos amigos pasaba aquellas fiestas de La Blanca colaborando con la DYA en el extinto puesto de la vieja plaza de toros. “Vimos por la televisión que había mucha lluvia. No sabíamos ni dónde estaba Biescas. Llamamos a la base de la DYA más cercana de la zona, a Zaragoza, y nos ofrecimos. Al día siguiente nos dijeron que estaban saturados y nos reclamaron apoyo”, recuerda sobre las horas que siguieron al torrente que se llevó por delante la zona de acampada.

La salida se organizó para la madrugada del 8 de agosto. Algunos todavía llevaban el pañuelo de fiestas consigo. Había que partir “supertemprano” para estar allí con los primeros rayos de luz del 9 de agosto. Los voluntarios de la DYA de Vitoria, a bordo de un todoterreno venido de Durango, de una furgoneta con luces y equipos de rescate y de algunos vehículos particulares, se dirigieron a Pamplona y se unieron a otro grupo. Y de allí a Biescas.

“Éramos jóvenes y no teníamos conciencia de dónde nos metíamos. Ninguno habíamos visto nada de esas características. Aquello no se podía entender. Era surrealista. Ni un accidente de avión. Cuando llegamos al lugar necesitamos unos minutos para asimilarlo”, relata Gorka, que subraya que allí se encontraron a numerosas personas echando una mano, incluidos agentes de varias unidades de la Ertzaintza, su futura casa, mano a mano con la Guardia Civil.

¿Cuál fue la misión de los jóvenes voluntarios? “Formamos un equipo mixto con guardias civiles y nos mandaron a la parte alta. Allí llegó primero la acometida de piedras. Sin darte cuenta, estabas caminando por encima de un coche totalmente enterrado”, recuerda horrorizado. Las fotografías de la época dan fe de ello. Y apostilla: “El 9 de agosto ya no quedaban heridos por evacuar. Desgraciadamente nuestra misión era solamente localizar cadáveres. El segundo día que fuimos, unos compañeros localizaron tres cuerpos con la ayuda de un perro. Fue tremendo. Nos cruzábamos con campistas rebuscando sus cosas en las caravanas, con dibujos de niños, …”.

Gorka, antes de participar en el acto de ayer, sólo había vuelto en una ocasión a Biescas. Se le cayó el alma a los pies, lo mismo que les ocurrió a muchas familias: “Volví hace unos años y no pude aguantar ni 30 segundos. La zona estaba muy degradada. Había todavía restos de la tragedia. Vi papeles tirados con fecha de 1996. Ahora lo han adecentado y las familias pueden recordar de una manera digna a los suyos. Ellos son los verdaderos héroes”.

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