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El tablero político vasco salta por los aires

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en un acto de la pasada campaña electoral.

Aitor Guenaga

Podemos-Ahal Dugu ha llegado a Euskadi para quedarse. La formación que justo ahora hace un año elegía a sus líderes de los Consejos Ciudadanos de las tres capitales vascas y que en plena precampaña de las generales sufría una profunda crisis con la dimisión de su líder, Roberto Uriarte, y de la mayor parte de la Ejecutiva ha logrado una victoria incontestable en votos: Podemos está por encima de los peneuvistas (316.441 votos (25,97%), mientras que los de Andoni Ortuzar se quedan con 301.585 (24,75%).

El PNV ha obtenido seis escaños (frente a los cinco de Podemos), pero ve como la hegemonía que tiene en Euskadi institucionalmente está seriamente afectada por la irrupción de Podemos. Y las elecciones autonómicas están previstas, en principio, para otoño de 2016.

Nadie se atreve a predecir cuánto del voto que algunos politólogos consideran prestado –buena parte del mismo de la coalición soberanista EH Bildu, que se ha dejado 101.679 votos en los comicios del 20D- se va a quedar definitivamente en la formación morada.

“Sin duda se ha construido la tormenta perfecta contra Bildu, aunque probablemente sea coyuntural y no se repita en unas autonómicas”, añade el politólogo Alfredo Retortillo.

El resultado del 20D, evidentemente, no es extrapolable a la Cámara vasca miméticamente. Pero marca una tendencia que también preocupa en Lehendakaritza y en Sabin Etxea, sede del PNV. Podemos disputa ya la hegemonía a un PNV bien parapetado en las principales instituciones del país y, a día de hoy, hace inviable una mayoría suficiente entre peneuvistas y socialistas. La traslación mimética de los resultados a la Cámara vasca, donde la mayoría la dan 38 parlamentarios, supondría un reparto como este: Podemos (21 escaños), PNV (18 parlamentarios), EH Bildu (12 diputados), PSE-EE (10 escaños), PP (10 escaños), Ciudadanos (tres diputados) y Ezker Anitza-IU (1 diputado).

Con estos resultados, y a falta de lo que pueda pasar en los próximos meses en relación a la investidura del presidente español –donde el PNV quiere jugar su papel-, la previsión que se maneja tanto en Lehendakaritza como en el Sabin Etxea de extender el acuerdo con los socialistas de Idoia Mendia también al Ejecutivo de Lakua queda seriamente tocada. Con esos resultados, un acuerdo entre peneuvistas y socialistas se quedaría a diez de la mayoría absoluta

Todos los partidos están convencidos –incluida la formación morada- de que esa foto fija no se parecerá mucho a la que surja de las urnas en las autonómicas del próximo año. Muchos politólogos también lo ven así. Pero ese “caladero principal en el voto joven, urbanita, rebelde que hasta ahora era casi exclusivo de EH Bildu, y del que se ha nutrido Podemos”, del que hablaba Alfredo Retortillo, del equipo del Euskobarómetro que dirige desde la UPV el catedrático Paco Llera no se va a modificar mucho en los meses que restan hasta los comicios autonómicos vasco. Será interesante conocer los resultados de la nueva oleada del Euskobarómetro, que hace ahora justo un año ya ofreció la estampa hecha realidad en estas elecciones generales: un Podemos soplando la nuca del PNV.

La “tormenta perfecta”

De momento, esa “tormenta perfecta” apuntada por el profesor Retortillo “probablemente sea coyuntural y no se repita” en las elecciones autonómicas. Una situación marcada por una “EH Bildu en horas bajas, con mucha de su gente cabreada con ellos por distintas razones y un Podemos que acaba pareciendo una acumulación de fuerzas periféricas para ir al Congreso de los Diputados en Madrid con las confluencias y el derecho a decidir como mensaje gancho” para seducir al electorado.

Por el momento, Podemos-Ahal Dugu deberá fijar a principios de año el calendario de las primarias para elegir nuevo líder y a los miembros del Consejo Ciudadano de Euskadi, pugna la que no se presentará el ya diputado electo Eduardo Maura. Y lo hará pensando también en el candidato que esta formación va a presentar a los comicios autonómicos. El equipo anterior, comandado por Roberto Uriarte, manejó la hipótesis de lograr convencer a una persona independiente para encabezar la lista morada como candidata a lehendakari. No sería descabellado pensar que la persona que opte a liderar la formación en Euskadi, pueda a su vez convertirse en el candidato a la presidencia.

Además, visto el éxito de las confluencias, refrendado en las urnas en Valencia o en Galicia, parece claro también que la entente Podemos-Equo, que ha funcionado electoralmente el 20D en Euskadi, se ensanche aún más con una negociación con Ezker Anitza-IU (Unidad Popular). La disposición de esta formación de izquierdas quedó claro la misma noche electoral, cuando sus dirigentes ya planteaban la necesidad de conformar una “candidatura de izquierdas lo más amplia posible”. Un partido que pese a todo –exclusión de los debates electorales, ninguneo del seguimiento electoral en campaña, etc- ha logrado retener la nada desdeñable cifra de 35.815 votantes, casi el 3% del voto.

Por primera vez desde hace muchos años en Euskadi hay bases sólidas para disputar el poder al PNV con una formación ciudadana de ámbito estatal que defiende sin complejos el derecho a decidir y se declara no independentista. Un partido que ha colocado en la agenda la justicia social y el rescate ciudadano como objetivos prioritarios de su acción política. Una formación que en materia de convivencia exige la disolución de ETA con la misma fuerza que reclama el fin de la dispersión de los presos etarras y un acuerdo entre todos los partidos vascos para diseñar la hoja de ruta para la convivencia en Euskadi tras más de 40 años de terror.

Quedan mucha variables aún por conocer antes de los comicios autonómicos: ¿será Arnaldo Otegi el candidato de la izquierda abertzale en las elecciones vascas? ¿Habrá un gobierno de izquierdas en España o se repetirán las elecciones? ¿Un eventual Ejecutivo comandado por Pedro Sánchez servirá para que el socialismo vasco recupere parte de su electorado perdido? ¿Logrará Podemos-Ahal Dugu encontrar un ‘mirlo blanco’ al estilo Ada Colau que concite una adhesión a su causa por encima de la sigla? ¿Anunciará ETA la entrega de las armas como gesto ante el nuevo Ejecutivo y previo paso a su definitiva disolución?

Las respuestas a algunas de esas preguntas se conocerán en poco tiempo. Otras tardarán más y algunas tal vez no tengan respuesta de aquí a otoño. Pero Euskadi arrancará 2016 con una sensación de entrar sin solución de continuidad en una precampaña que se antoja clave para el futuro inmediato de este país.

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