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Ellas resquebrajan el techo de cristal en la política vasca

Los candidatos y candidatas a lehendakari antes de un debate televisivo en las pasadas elecciones autonómicas. Foto ETB.

Aitor Guenaga

“Cuando los primeros puestos en los partidos y en las instituciones públicas estén desempeñados no por las mejores mujeres, sino por mujeres normales, incluso sin grandes capacidades, entonces es cuando se podrá hablar de igualdad también en este campo”. Esta reflexión, que se repite una y otra vez en las mesas redondas que periódicamente comparten medios de comunicación y las personas que se dedican a la política y a lo público, pretende de alguna manera poner el foco en lo que a día de hoy sigue siendo una meta: la igualdad real en la política.

Pero los pasos hacia ese objetivo se siguen dando, acompañados de reformas legales que obligan a una presencia mucho más igualitaria entre hombre y mujeres o de políticas de conciliación de la vida laboral y la vida familiar. Por ejemplo en las listas electorales. La reforma de la ley electoral de 2007 introducía la paridad de género en las listas, una paridad flexible, definida en el margen de entre el 40% y el 60% de presencia obligatoria de hombres y mujeres en las planchas electorales.

¿Qué efectos ha tenido esa reforma en esta década? En Euskadi, las últimas elecciones autonómicas alumbraron un Parlamento en el que, por primera vez en su historia, había más mujeres entre las 75 personas electas en la Cámara de Vitoria: 40 mujeres frente a 35 hombres. Cuatro años antes, un total de 101 aforados se sentaron en el Parlamento autonómico, pero la relación fue de 55 varones frente a 46 mujeres. Y otro dato: las tres últimas presidentas de la Cámara han sido mujeres: la actual Bakartxo Tejeria (PNV), y sus dos predecesoras en el cargo: Arantza Quiroga (PP) y Izaskun Bilbao (PNV), la primera que lo logró, en la octava legislatura. En 1980, el Parlamento -formado entonces por 60 miembros- contaba con una representación abrumadoramente masculina: el 93,3% eran hombres y la presencia femenina era residual (6,7%).

En la última campaña electoral autonómica, tras la imposibilidad de Arnaldo Otegi de presentarse a las elecciones por seguir inhabilitado por los tribunales, únicamente hubo dos candidatos a lehendakari hombres en los principales debates electorales: Íñigo Urkullu (PNV) y Alfonso Alonso (PP). Algunos partidos, incluso, como EH Bildu o el PSE-EE llevaban mujeres como cabeza de lista en las tres provincias.

Pero las personas que ponen en cuarentena estos avances en la paridad en el ejercicio de la política consideran que es significativo que sea en las instituciones y no en los partidos políticos donde los avances son más significativos. “Resulta llamativo que, precisamente en estos tiempos de crisis institucional, el proyecto de feminización de la política haya quedado reducido a que las mujeres ”estemos“, y a que estemos en las instituciones representativas, no en los partidos, verdaderos centros de poder político que siguen siendo tozuda y marcadamente masculinos”, reflexionaba hace unos años la profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla Blanca Rodríguez Ruiz.

El avance en este terreno, al menos en los puestos de más relevancia en los partidos, también se puede constatar en la política vasca, aunque es menos visible en los cuadros intermedios. De los principales partidos con representación en el Parlamento, tres están dirigidos por mujeres: Podemos (Nagua Alba), PSE-EE (Idoia Mendia) y Ezker Anitza-IU (Isabel Salud), partido incluido junto a Equo en la coalicion Elkarrekin Podemos. La elección de estas líderes se ha producido en los dos últimos años, salvo en el caso de Isabel Salud, que acaba de ser reelegida recientemente en el cargo de coordinadora general de la formación de izquierdas.

Por contra, tres de los cuatro partidos que conforman la coalición soberanista EH Bildu están liderados por hombres: Sortu (Arnaldo Otegi), EA (Peio Urizar) y Alternatiba (Oskar Matute), mientras que el congreso de Aralar celebrado a finales de 2014 nombró a Rebeka Ubera nueva secretaria general, en sustitución del histórico abertzale Patxi Zabaleta.

Una mujer dirige el PP por segunda vez

Los populares vascos, tras el abandono de la política activa por parte de Antonio Basagoiti en 2013, estuvo liderado por segunda vez en su historia por una mujer: Arantza Quiroga, que finalmente dimitió en octubre de 2015 tras discrepancias con su partido por su propuesta para constituir una ponencia para lograr la convivencia y la libertad en el País Vasco. La sustituyó un hombre, el entonces ministro de Sanidad Alfonso Alonso. Antes que ella estuvo al frente María San Gil.

El PNV, partido que lidera institucionalmente la comunidad autónoma, ahora en coalición con el PSE-EE, siempre ha estado dirigido por hombres. De los 14 miembros del la Ejecutiva nacional (EBB), tras la renovación en la última asamblea celebrada en Pamplona el año pasado, solo cuatro son mujeres (María Eugenia Arrizabalaga, Ana Esther Furundarena, Mireia Zarate e Itxaso Atutxa) y el núcleo duro del partido sigue siendo básicamente masculino (su presidente, Andoni Ortuzar, y los burukides Koldo Mediavilla, Joseba Aurrekoetxea, Joseba Egibar, salvo la presidenta de la todopoderosa organización vizcaína, Itxaso Atutxa).

Todos los politólogos señalan también a las políticas de conciliación como otro de los factores para avanzar en la paridad en la política. Y en este caso, los datos -no solo para las mujeres en la política, sino en la vida pública en general- revelan que queda mucho terreno por delante. Los cuidados siguen teniendo cara de mujer: Las mujeres vascas que trabajan fuera de casa y tienen hijos menores de 15 años emplean 4,5 horas diarias a su cuidado, mientras que los hombres en situación equivalente emplean 2,9 horas. También difiere el tiempo que dedican al cuidado de personas dependientes a su cargo, actividad a la que los hombres dedican 1,5 horas diarias y las mujeres 2,1 horas. Los datos están recogidos en un estudio difundido por el Eustat.

Pero más allá de los datos, las expertas reflexionan sobre la feminización del sistema, ligada a su regeneración. “La regeneración democrática pasa por la feminización del sistema, en el doble sentido de equiparar la participación en él de mujeres y varones, y de permitir que florezca un modo nuevo, más femenino, de hacer política”, sostenía la profesora universitaria Blanca Rodríguez Ruiz. De forma que esas viejas formas masculinas de hacer política den paso a un nuevo modelo de representación democrática mucho más femenino, asegura.

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