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El último hilo de Cablenor

Los trabajadores de Cablenor en la caseta que montaron en el exterior de la factoría.

Eduardo Azumendi

“La fábrica es viable, peor se ha cerrado y ahora lo que toca es que cada uno se busque la vida por su cuenta”. Javier Fernández, presidente del comité de empresa ECN Cable Group, la antigua Cablenor, se despide así de la que ha sido su empresa durante más de 20 años. Seis meses después de recibir el “susto”, como él llama al anuncio de cierre el pasado 30 de octubre, la fábrica ha cerrado definitivamente sus instalaciones en Vitoria. Fernández se pasea resignado junto a la caseta que improvisó la plantilla a las puertas de la nave de Cablenor y que durante estos meses ha servido para mantener viva la llama de la esperanza. “En julio del año pasado firmamos el convenio y el 30 de octubre se anunció el cierre. Aunque durante el último año había entrado poca carga de trabajo, era impensable un desenlace así”, rememora.

Incluso el día anterior a ese fatídico anuncio, la plantilla había trabajado con normalidad e incluso haciendo pedidos. “Podíamos esperar algún ERE, pero no el cierre. Se trata de una empresa viable, saneada financieramente. En 2013 éramos la fábrica que mejor iba del grupo, sin pérdidas”. La fabricación de hilos y cables eléctricos tiene mercado, según Fernández, pero todos los intentos por revertir la situación han sido infructuosos. Durante las conversaciones, los representantes de la multinacional deslizaron el interés de un fondo de inversión y de algunos grupos industriales por hacerse con Cablenor. Al final, nada ha fructificado y el resultado es que 142 personas han sido despedidas. Hasta el 17 de abril aguantaron 87 trabajadores, los que no se habían acogido a las bajas incentivadas.

La existencia de esas posibles ofertas de compra ha alimentado la ilusión durante algunos momentos, aunque desde el comité siempre se mantuvieron muy cautos porque “no se aportaban datos. La dirección de la empresa ya faltó a su palabra de transmitirnos toda la información. Y al final ha sido imposible que se materialice nada”, comenta Fernández.

“Este es el capítulo final después de seis meses de movilizaciones. La última oferta de una empresa por adquirir la fábrica y una parte de la plantilla no ha dado resultado. Nos querían aplicar el convenio sectorial del metal de 2010, con lo que suponía rebajas salariales de hasta un 34% en algunos casos. Las compensaciones no quedaban claras……”.

Ahora solo queda que los tribunales consigan mejorar las indemnizaciones. “En eso estamos. Ha quedado aplazado el juicio hasta el 13 de mayo”. La plantilla, “bastante revuelta y nerviosa por la situación”, se ha disgregado. “Cada uno se tendrá que buscar la vida y mirar lo que puede hacer. Resulta complicado pensar ahora qué será de cada uno en el futuro”.

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