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La crisis amenaza con acabar con los profesionales del tercer sector, fundamentales en la cohesión social

La Cruz Roja ofrece un servicio de meriendas solidarias para menores de familias con pocos recursos.

Eduardo Azumendi

“La huella de la crisis puede resultar irreversible en muchos hogares, pero puede también acabar con la profesionalización de algunas entidades del tercer sector, la última red de protección social de las familias en situación de exclusión.”. Así lo advierte Lucía Martínez Virto, del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra y miembro del Grupo ALTER y Cátedra de Investigación para la Igualdad y la Integración Social. Virto ha analizado la situación de las entidades del tercer sector en Navarra y la repercusión que está teniendo la crisis en su trabajo. El tercer sector, integrado por organizaciones de la sociedad civil sin ánimo de lucro que trabajan en el área de los servicios sociales para luchar contra la exclusión social, están sufriendo la crisis de manera muy intensa. Las razones son, básicamente, dos: el constreñimiento del gasto público, que ha supuesto una importante merma de su capacidad y estabilidad económica; y el incremento del número de personas que atender y el elevado grado de complejidad de estas intervenciones. “Un elemento que ha ido progresivamente en aumento, con la prolongación de muchas situaciones de necesidad. Si bien el impacto era predecible, su intensidad hasobrepasado las previsiones”.

Muchas personas y hogares no acceden a una protección económica suficiente, han visto frenados sus procesos de incorporación por la falta de recursos y limitadas sus atenciones técnicas por la incapacidad de los servicios de intervenir a través de itinerarios individualizados, o se han visto excluidas de otros servicios por las largas listas de espera. Por otro lado, la menor capacidad económica y técnica de servicios, entidades y profesionales también se ha traducido en “peores condiciones de trabajo para las profesionales del tercer sector que atienden a estas personas”. En este escenario, advierte Virto, “las entidades del tercer sector se enfrentan al importante reto de continuar siendo referentes en la intervención especializada con algunos colectivos excluidos. Ante inestabilidad de sus ingresos, la reducción de las subvenciones, y el aumento cualitativo y cuantitativo de su demanda es necesario iniciar un espacio de reflexión”.

Itinerarios adaptados

Esta reflexión debe girar, dice la experta, en torno a cómo atender a una demanda creciente con más necesidades y con dificultades más intensas; cómo cuidar de los equipos humanos, actualmente exhaustos por la falta de estabilidad laboral, el aumento del trabajo y el progresivo empeoramiento de sus condiciones laborales, y cómo garantizar mecanismos de financiación que no dependan de “los vaivenes políticos y que, sin renunciar a defender la responsabilidad pública de atender a la población más vulnerable con programas especializados, eviten paralizar servicios y programas ante la falta de acuerdo presupuestario en el pago de muchas subvenciones o servicios prestados”.

Virto aboga por promover itinerarios de incorporación laboral adaptados que lleven a una inclusión laboral estable. Para ello, es fundamental “la intermediación con empresas y sectores productivos, el acompañamiento social y la demanda de políticas de activación adaptadas a los colectivos con dificultades severas de acceso al mercado de trabajo”.

Además, reclama una intervención adaptada a las especificidades de las personas, defendiendo las altas dosis de acompañamiento social que requieren sus usuarios y manteniendo los sistemas de evaluación y revisión de sus actuaciones.

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