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Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.

¿Es Aranzadi un seudónimo de Podemos?

Felipe Martín

Miembro de Podemos y de Aranzadi —

Con este sustantivo, que tiene una connotación de doblez, ha saludado la derecha foral y española a la iniciativa ciudadana Aranzadi. Sin embargo, no es novedad la existencia de un debate interno en Podemos acerca de si respaldar públicamente a esta agrupación electoral municipal.

Aranzadi se gestó entre gente de Podemos en el otoño de 2014, en un largo y demasiado lento proceso de consultas hacia adentro pero también hacia afuera, hacia gente independiente de movimientos sociales y también hacia gente con afiliación política diferente de Podemos, con y sin representación institucional. Era la hipótesis de los Ganemos, todavía revestidos de una aureola de unidad popular y ciudadana que luego los rifirafes de las cúpulas políticas han ido matizando, cuando no devaluando.

Había una hipótesis clara en aquel grupo impulsor. Será en el ámbito institucional más cercano, en los ayuntamientos, donde podremos propiciar más fácilmente una ola de participación directa democrática, y ello a pesar de los límites que encorsetan la autonomía municipal. Porque si algo hemos aprendido después de gritar “no nos representan” y “lo llaman democracia y no lo es”, es que el primer requisito para una democracia real es la voluntad y posibilidad de participar, y el mejor marco es sin duda el local, por la posibilidad de articular esa participación en espacios comunes presenciales.

Una hipótesis muy diferente a la que jugaba la promotora de Podemos, plebiscitada en ese otoño como dirección del partido. La frase de Errejón “máquina de guerra electoral” se aplicaba implícitamente al espacio mediático en el que se dirimen unas elecciones generales. Cuando esta hipótesis tomó la forma de documentos políticos y organizativos de la recién elegida dirección, quedó claro el abandono de los espacios institucionales más cercanos en la estrategia política de Podemos. Justo lo contrario de la hipótesis Aranzadi. ¿Hipótesis contrarias? No, hipótesis complementarias, por cuanto la dirección de Podemos dejaba abierta la posibilidad de apoyar e impulsar iniciativas ciudadanas que no fueran coaliciones de partidos. A la vista de ello, el grupo impulsor, que colectivamente se daba el nombre de Udalan, asumió que su hipótesis era viable y le puso una condición: no seguiría adelante si Podemos, de alguna forma, presentaba candidatura propia.

Para lo que hace poco pasó a denominarse Aranzadi, haber llegado tarde al fenómeno de los Ganemos tuvo la ventaja, quizás, de aprender de las experiencias ajenas y permitirle trazar unas rayas claras de participación: siempre a título individual, con total autonomía respecto a partidos, pero sin rechazar su posible respaldo desde fuera. Con estos supuestos, el grupo promotor presentó su proyecto a las distintas familias políticas no-casta de Pamplona a finales de noviembre de 2014. A la invitación a empujarlo respondió gente de Equo, gente de Podemos y más gente independiente de movimientos sociales. Otros declinaron disciplinadamente participar, quejándose de que las condiciones parecían haberse puesto exclusivamente pensando en Podemos. Esta autoexclusión se lamentó entonces, pero parecía menos importante en la medida en que no se cerraba la puerta a una incorporación posterior y se preservaba la cohesión y la autonomía de la iniciativa al no admitir integración orgánica de siglas de partido.

Mientras tanto, diciembre, enero y febrero, el grueso de Podemos se embarcaba en la dinámica de sus primarias internas para elegir secretarios generales y consejos ciudadanos. Indudablemente, ello ha sido la causa de que mucha gente dentro de Podemos no haya prestado atención suficiente a la iniciativa Aranzadi, a pesar de varias comparecencias en asambleas para explicar la naturaleza del proyecto y multitud de conversaciones particulares. El final de este proceso de primarias ha coincidido con la salida pública de la iniciativa Aranzadi en las jornadas municipalisas celebradas los pasados días 20, 21 y 22 de febrero en el Planetario de Pamplona, y la asamblea constituyente de la candidatura el pasado 28 de febrero. Algunos miembros del Consejo Ciudadano de Pamplona se despertaron entonces a una realidad que emergía en el espacio electoral vacío que dejaba Podemos, con clarísimos rasgos de transversalidad y ciudadanía que quizás no casaban con proyectos más convencionales de montar un Ganemos Pamplona con un acuerdo por arriba entre Podemos e IU. Podemos Pamplona debe clarificarse respecto a Aranzadi. Sería deseable que la Asamblea ciudadana de Podemos Pamplona dé su respaldo a la iniciativa, reconociendo así la labor precursora de muchos de sus miembros que llevan meses participando en ella e incluso en su gestación originaria.

Si entre Podemos y Aranzadi la relación es de complementariedad y no competitiva por lo que a espacios electorales se refiere, en el plano de la organización y la forma de participación política también se da una aparentemente contraposición pero que quizás pueda ser complementaria en el futuro. Podemos se ha construido como partido desde un centro mediático que se plebiscita con una asamblea inorgánica a la que se convoca por vía telemática. Parece lógico, adecuado o proporcionado si el terreno de batalla es la competición electoral mediática. Y ese método es muy diferente del proceso de Aranzadi, basado en el contacto presencial, la reunión y la asamblea, con el consenso como guía principal y sin órganos dirigentes representativos. Es un método y una forma de organización más lenta, pero que genera acuerdos más profundos por la riqueza de las diferencias que suma.

¿Está Podemos en contradicción con el método clásico movimientista? Podemos se está construyendo. Su modelo de organización será revisado seguramente una vez que pasen las urgencias electorales. Y, lo piense o no Errejón, nadie puede ignorar que el asalto a las instituciones con un mero pertrecho retórico no sirve para nada, salvo para propiciar un mero recambio de élites, sin la existencia de un tallo y tronco organizativo que hunda sus raíces capilarmente en el tejido social. En este sentido, Aranzadi es complementaria de Podemos. Pero también de Equo y de cualquier corriente política, incluso aunque no participe ahora en la iniciativa. Necesitamos sociedad civil organizada y empoderada. Sin ella, los partidos políticos viejos y nuevos seguirán siendo más de lo mismo que hemos conocido estos últimos 37 años.

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