¿Por cuánto tiempo podemos vivir en crisis?

La crisis representa lo nuevo que no acaba de nacer y lo viejo que no termina de morir. Un frase clásica que es ilustrativa para explicar los momentos en que vivimos. Estamos asistiendo al advenimiento de una nueva cultura social que podemos denominar como Sociedad Postcrisis. Tal como en su momento hubo Sociedad Postguerra o Sociedad Postindustrial. La crisis que padecemos, desde hace más de siete años, está transformando nuestros valores sociales, nuestra forma de pensar, nuestros estilos de vida, nuestra forma de vivir. No es coyuntura, es cambio de época. Los cambios están para quedarse.

Ha sido necesario que se produzca un fallo multiorgánico, en términos sociales, para darnos cuenta de que el modelo estaba agotado. Crisis Inmobiliaria, Crisis Financiera, Crisis de Deuda, Crisis de Consumo, Crisis de Empleo, Crisis de Cohesión Social, Crisis Institucional… Todas ellas, a mi modo de ver, tienen una madre común: Crisis de Valores.

Cuando aquello en lo que creemos no se corresponde con aquello que hacemos se produce una discordancia molesta que debe ser reducida cambiando de hábitos o pensando de otro modo. Cuanto antes demos por agotado el actual sistema cultural, de valores colectivos, que ha sostenido la fracasada etapa de crecimiento insostenible, mejor. Esta crisis de valores sociales, por lo tanto cultural, provoca desorientación a la mayoría social; es lo que definió Freud como el Malestar de la Cultura. Es hora de pensar en otra sociedad, en otra cultura social, en otros estilos de vida.

Se impone la innovación social. Es preciso experimentar nuevas fórmulas de producción, consumo y redistribución pero también de relación, de convivencia social. Todo ello, al más puro estilo Bauman: “Debemos crear un nuevo modo de vida, nuevos mecanismos cotidianos que nos permitan redescubrir la felicidad fuera de los modos tradicionales que ha impuesto el capitalismo.Y debemos hacerlo ya. La sociedad necesita ayuda mutua, solidaridad, cooperativismo…”.

Quizás quien más responsabilidades tienen en trasladar estas nuevas pautas sean los líderes sociales. Por su posición privilegiada en la sociedad deberían incidir en ese cambio cultural, de valores. Necesitamos de líderes que desde la ética pública nos ejemplifiquen nuevos modos de vida.

Asimismo, las políticas públicas deben ser innovadas. Debemos asumir el reto de que las políticas públicas deben coadyuvar a las nuevas demandas sociales. Por un lado, porque la morfología social que tenemos en nada tiene que ver con la que creó las actuales políticas públicas. Por ejemplo, nuestra envejecida social demanda de otras políticas públicas. Pero, por otro, porque surgen nuevas fórmulas sociales de relación. A modo de ejemplo, ¿Es imaginable una Universidad Online sin Aulas, ni profesores titulares? ¿ Cómo es posible que la Administración Navarra presente ratios tan bajos en servicios online?

En fin, los cambios sociales que se van evidenciando deberían tener acuse de recibo por parte de las instituciones; empezando por las educativas, que son las encargadas de formar a los nuevos ciudadanos. La emancipación, el control de nuestras vidas, el valor de vivir en sociedad y la memoria colectiva de lo logrado y de lo malogrado forman parte de nuestros retos actuales. Para ello, hay que salir de la actual crisis de valores, generando otros nuevos.