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Contra las agresiones en las Villavesas

Concentración de conductores

N. Elia

A agresión por mes. La última, protagonizada por una mujer de avanzada edad y ‘vieja conocida’ de los conductores del autobús urbano de Pamplona y Comarca (o la ‘villavesa’, como se conoce este medio de transporte público). La señora en cuestión subió al autobús. Se negó a pagar el importe del billete. Soltó con desdén algunos céntimos sobre el mostrador del chófer y pidió a gritos al resto de pasajeros que contribuyeran a financiar el importe del viaje. El chófer, conocedor de revuelos previos provocados en otros autobuses por la misma mujer, dijo que él mismo pagaría. Cuando la señora avanzó hacia los asientos del fondo, observó que había olvidado una bolsa junto a las máquinas de pago. Un rato más tarde, la misma señora accedió al autobús por una de las puertas traseras, gritando a viva voz que le habían robado, que había sido el chófer. Éste no pudo ni apartarse. La señora le agredió desde fuera del mostrador y abandonó el vehículo.

Se trata de la octava agresión que sufren los chóferes del transporte público de Pamplona y Comarca en lo que va de año. El conductor no ha sufrido lesiones de gravedad, pero perdió el control del vehículo y terminó colisionando contra un contenedor. El resto de los pasajeros del autobús tuvo que sufrir el correspondiente trasbordo y retraso en sus trayectos.

“Un día habrá un disgusto gordo”, advertía ante lo sucedido el secretario del comité de empresa de los chóferes, Juan Antonio Aldudo. Apenas una veintenta de estos trabajadores se ha concentrado frente a la sede de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona para denunciar las agresiones que vienen sufriendo mes tras mes. “Si ha venido tan poca gente, es porque todos somos conscientes de que las protestas en la calle apenas están dando resultado. Llevamos semanas protestando y la situación sigue igual. Tenemos que cambiar la forma de proceder, porque está visto que las protestas no son suficientes”, explica Aldudo.

Los concentrados han permanecido un rato tras una pancarta en la que se lee “No más agresiones Villavesas, erasorik ez”. Algunos viandantes les han saludado con gestos de complicidad. Y prácticamente en todos los casos de agresión, los chóferes han contado con la colaboración de viajeros que han sido testigos de los hechos y no tienen problemas en cooperar para que las denuncias sigan adelante.

“Pero nada de esto es suficiente”, advierte Aldudo. El secretario del comité de empresa de los chóferes de las villavesas valora de forma positiva que se hayan instalado cámaras de seguridad en los vehículos. “Claro que sí, es una buena forma de certificar las agresiones”, asegura, pero no es un instrumento para disuadir a los agresores, lamenta. “Una cámara no es suficiente, porque ante una agresión física, el único modo de pararlo es otra protección física”, abre Aldudo el debate.

Las mamparas de protección de los chóferes dividen a los trabajadores. Hay quienes ven en ellas el instrumento perfecto para evitar las agresiones, pero también hay quien las ve como un impedimento para la comunicación entre el viajero y el chófer, e incluso como una especie de herramienta de aislamiento del conductor. Como prueba piloto, se han instalado seis mamparas de protección en otros tantos vehículos de transporte público. En ellos no han vuelto a producirse agresiones. “Tal vez la colocación de la mampara es polémica, porque nos separa bastante de la ciudadanía, pero parte de nosotros vemos que quizás hay que instalarlas, porque las agresiones siguen, cada vez son más numerosas y no queda mucha alternativa”, señala el secretario del comité de empresa.

Finalmente, señala, “ha llegado el momento de cambiar de proceder. Porque está visto que las protestas en la calle no sirven”. Las ocho agresiones a chóferes en los ocho meses del año dan fe de ello, comento Aldudo, antes de señalar que los conductores piensan reunirse para debatir nuevas fórmulas para luchar contra las agresiones.

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