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Así era la Pamplona Isabelina

Pamplona presentó un rico y variado panorama musical a mediados del siglo XIX, según una tesis leída en la UPNA

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Pamplona presentó un rico y variado panorama musical desde el inicio del reinado de Isabel II (1833) hasta el final de la tercera guerra carlista (1876). Es esta la principal conclusión de la tesis doctoral 'Música y músicos en un espacio urbano. Pamplona a mediados del siglo XIX', defendida recientemente en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) por la musicóloga y profesora de música Rebeca Madurga Continente.

El trabajo de investigación ha sido dirigido por Ángel García-Sanz Marcotegui, catedrático del Departamento de Geografía e Historia de la UPNA, y por María Nagore Ferrer, profesora del Departamento de Musicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Según ha explicado la UPNA, la investigación describe y analiza la vida musical de la capital navarra desde una perspectiva que relaciona las dinámicas musicales, institucionales e individuales con el espacio urbano y la vida económica y política a mediados del siglo XIX.

En ella, se explica cómo la riqueza del periodo es fruto de la estabilidad política que se vivió en aquellos años, lo que a su vez propició un auge económico importante y un interés de la población en encontrar nuevas formas de ocio, concentrado hasta entonces en las fiestas de San Fermín. Todo ello derivó en que los espacios de ocio musicales se convirtieron en una necesidad y se incrementaron considerablemente, reconvirtiendo algunos como el Nuevo Mercado o reactivando otros como la Plaza del Castillo.

A todo ello, tal y como se describe en la tesis, se suma el interés de los consistorios liberales por impulsar el desarrollo cultural, apoyando económicamente al Orfeón Pamplonés o creando instituciones como la Academia Municipal de Música o la Escuela de Música de la Casa de Misericordia. También se reseña el papel de personalidades destacadas que impulsaron el desarrollo musical de la ciudad, alentando la creación de sociedades culturales como el Liceo Artístico y Literario, el Ateneo Científico y Literario o el Orfeón Pamplonés. En la investigación, la autora destaca la importancia de la burguesía en el desarrollo del panorama musical de Pamplona y en la difusión de la música en general.

En su tesis doctoral, Madurga profundiza también en el devenir profesional de los músicos que vivían en la capital navarra en esa época. Así, se pone de relieve su origen social modesto, en general, y su situación precaria que derivaba en pluriempleo y búsqueda de estabilidad laboral por encima de puestos mejor remunerados.

Algunos de los trabajos más frecuentes eran los de miembro de la orquesta del teatro, profesor en una institución pública, compositor o miembro de la capilla de música catedralicia y, en menor medida, otros como propietario de editorial o de un almacén de música, pianista, afinador de pianos, músico de banda, gaitero o txistulari.

Como explica Madurga, “el pluriempleo necesariamente desarrolló la versatilidad del músico y determinó su movilidad favoreciendo la relación de los músicos en las diferentes instituciones musicales de la ciudad”. “La Academia Municipal de Música, la catedral y el teatro fueron espacios especialmente aptos para que los músicos establecieran relaciones de amistad o, por el contrario, para que se dieran situaciones conflictivas”, indica. En este contexto surgieron figuras relevantes como Mariano García o Joaquín Maya.

La creación de la Academia Municipal de Música de Pamplona, pionera en su constitución, por su parte, cumplió una labor social con los niños que consiguieron labrarse un futuro como músicos y, en menor medida, con las niñas, “que pudieron desarrollar una carrera profesional como cantantes, pianistas o profesoras, a la vez que satisfizo la necesidad de la población de encontrar nuevas alternativas al ocio cotidiano de la ciudad”, apunta la investigadora.

En cuanto a los espacios musicales que se describen en la tesis doctoral, el Teatro Principal fue el más destacado de Pamplona en esa época desde su inauguración en 1841, sumándose a los salones de algunas familias pamplonesas (que reunían a miembros de clase media-alta) y a sociedades y cafés (lugares de reunión a los que también acudían las clases más humildes) donde también tenían lugar conciertos y veladas musicales.

Por otro lado, a partir de 1839, tras la promulgación de la Real Orden que permitía la asociación, intentaron establecerse en Pamplona muchas sociedades de diferente naturaleza con el fin de buscar espacios para el entretenimiento. De entre todas ellas las más relevantes fueron el Liceo Artístico y Literario, el Ateneo Científico y Literario, el Nuevo Casino y el Orfeón Pamplonés que, en mayor o menor medida, contribuyeron a difundir un repertorio musical de salón y a estimular la afición filarmónica a la vez que ofrecieron interesantes posibilidades educativas y de ocio a sus socios.

Por su parte, el salón era un espacio tradicional para interpretar la música y a él llegaban las modas nacionales y europeas, principalmente a través de la circulación de músicos y del comercio de partituras. “Los músicos que protagonizaban las veladas privadas también utilizaron la música que interpretaban en este ámbito en otras agrupaciones como las bandas de música militares y las municipales que surgieron en esta época, u otras de cámara que actuaban en el Nuevo Casino o en el Teatro Principal pues, al final, también eran los mismos”, indica Madurga.

Así, explica, “hubo algunos géneros que se escucharon en todos los ámbitos, como el de la ópera italiana y, a partir de la década de los cincuenta, la zarzuela y las piezas de bailes nacionales y extranjeras”. Todo este repertorio, según indica la investigadora, articuló los conciertos públicos del Orfeón Pamplonés y demás colaboradores en los que se mezclaron, alternando la música vocal con la música instrumental, fragmentos de ópera y música religiosa italiana, otros de zarzuela, piezas de carácter bailable, obras de músicos locales y conjuntos de cámara que tocaron música de corte clásico.

Rebeca Madurga Continente es titulada superior en la especialidad de Musicología por el Conservatorio Superior de Música de Navarra (2006) y licenciada en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de La Rioja (2009). También ha realizado el posgrado de Estudios avanzados en historia, espacio y patrimonio en la Universidad Pública de Navarra (2012) y en 2001 obtuvo la titulación de profesor de música en la especialidad de saxofón.

Ha publicado varios trabajos de investigación: 'Joaquín Maya: un paradigma del músico decimonónico', publicado en la revista Príncipe de Viana; 'El Paloteado de Cortes' y 'La dulzaina y su función socio-cultural en Pamplona en la década de 1750', ambos publicados por la sociedad Eusko-Ikaskuntza; 'La música folklórica en el auditorio: el Poema Sanférmico de Vicente Egea', en la Revista Musical Tresefes.

Su labor profesional se centra en la enseñanza de la Historia de la Música y la Historia del Arte, asignaturas que ha impartido en el Conservatorio Profesional de Música de Navarra, así como en el Conservatorio Superior de Navarra, en la Escuela de Música de Pamplona Joaquín Maya y durante más de diez años en el centro cívico Civican de Pamplona.

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