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La contabilidad de Osasuna, un sistema sin “claridad” agobiado por las auditorías

Extracciones de dinero facilitadas por el excontable de Osasuna y, después, ratificadas con la firma del que fuera gerente del club, Ángel Vizcay.

Garikoitz Montañés

“No había una claridad”. Con estas palabras, el que fuera contable de Osasuna, Tomás López, declaró ante el juez del caso Osasuna, Fermín Otamendi, por qué no estaba satisfecho con cómo se justificaba algunas de las salidas del dinero del club y por qué, en un momento dado (enero de 2014), no pudo más y cogió una baja por ansiedad y depresión. Su testimonio, como uno de los 21 imputados en esta investigación, es vital para intentar entender por qué había tantos pagos en efectivo, las justificaciones no realizadas y los documentos presentados después para hacerlo.

El abogado de López ya insistió entonces en que la labor del contable era hacer constar esos pagos, no entrar en su “bondad o maldad”, para dejar claro que no tenía poder de decisión. En cualquier caso, lo llamativo es que las dudas de López sí permitieron dejar constancia de muchas de esas salidas de dinero.

Una de las claves del caso Osasuna es la cantidad de dinero en efectivo que se gestionaba en el club, con pagos a futbolistas y empleados que eran opacos para Hacienda, algo confirmado por varios de los imputados y, entre ellos, el que fuera contable del club desde 2006 y hasta su imputación. López explicó este sistema ante el juez el pasado 9 de marzo, en la que también detalló la “desconfianza” que sentía por parte de la directiva, en gran medida, como había adelantado a la Policía, desde que, a finales de 2012, facilitó a un auditor registros de dietas pagadas a directivos, algo que impiden los estatutos, por lo que dejaron de rellenarse hojas de gastos y pasó a retirarse el dinero y firmarse recibís. López relató esta situación como parte del difícil ambiente de trabajo, algo que llegó a atribuir a la situación financiera del club, a la carga laboral y las labores de la auditoría que controlaban al club.

El propio contable desarrolló una caja paralela (pero inexistente, ya que solo figuraba a efectos contables) a la del club en la que registró las salidas de dinero que le pedían los directivos, y para las que, según afirmó López ante el juez, no había ni facturas ni justificantes. Es decir, que se controlaba qué dinero salía del club pero no para qué función servía. Y, para esa salida, destaca en los documentos (uno por extracciones de hasta 188.000 euros y otro de 304.000) que figure la firma, ratificando que estaba al corriente de esos abonos, del que fuera gerente del club durante más de veinte años y testigo clave ante la Liga de Fútbol Profesional para el presunto amaño de partidos, Ángel Vizcay. Este, por cierto, señaló a López como una de las personas involucradas en uno de los presuntos pagos de primas (supuestamente, por un Osasuna-Getafe), en concreto en Zaragoza, cuando acudió al área de servicio de Alfajarín junto al exdirectivo Txuma Peralta. López confirmó que estuvo allí pero que, prácticamente, Peralta le llevó de excursión, que no sabía con quién se reunió Peralta y que no participó en la operación, algo que cuestionó el juez por la vaguedad de esas explicaciones.

En cuanto a la contabilidad, esas salidas llamativas sí captaron después la atención de las auditorías, que pusieron sobre la mesa diversos gastos que no habían sido suficientemente justificados. Por ejemplo, los 76.711 euros del supuesto pago a un agente deportivo. A este respecto, López aseguró que ese dinero faltaba de la caja fuerte de las oficinas del club, en la que se guardaba el efectivo procedente por ejemplo de las taquillas, las ventas de la tienda oficial o la campaña de socios, después de que él se fuera de vacaciones entre junio y julio de 2011. A su vuelta, comprobó que faltaba ese montante y pidió explicaciones sobre ese dinero, algo que no llegó hasta diciembre de ese año, cuando, según su versión, Izco le dijo que lo apuntara en la contabilidad simplemente con el concepto pago agente. Sin más documentación. El expresidente de Osasuna, por su parte, aseguró ante la Policía que eso le parecía “muy raro”, que “las cosas no funcionaban así” y que no recordaba ese trámite.

Con los 900.000 euros que supuestamente se abonaron a dos agentes inmobiliarios (aunque luego se ha demostrado que no se pagó esa cantidad) ocurrió una situación similar, ya que se apuntaron como “Inversiones Inmobiliarias”, sin entregar ninguna documentación. Solo después se detalló ese concepto con la copia del recibí (que según la versión del contable y de los agentes inmobiliarios, el exgerente Ángel Vizcay mandó por correo a los agentes para que lo firmaran y que, después, facilitó el supuestamente el exdirectivo Peralta). La Policía, en sus diligencias, ya concluyó que ese recibí era un documento ficticio con el que se intentaron cuadrar las cuentas ante la auditoría en marcha de la Liga de Fútbol Profesional.

La orden del superior, por escrito

Tampoco hubo justificante, originalmente, de los sucesivos pagos a Flefield por sus labores de seguimiento de jugadores, que llegaron a costar a las arcas del club un total de 1.440.000 euros. La tensión en torno a las cuentas del club era tal que el propio contable estuvo de baja médica, y fue a su vuelta cuando presuntamente Vizcay le presentó tres facturas de la sociedad portuguesa. Este punto es llamativo, puesto que después el contable exigió a Vizcay, que era su superior como gerente del club, que le firmara una orden en la que le pedía contabilizar esas operaciones porque “aquello me sonaba extraño”. Esta operación sorprendió al juez Otamendi, no solo que se planteara sino también que se realizara y que Vizcay “como un corderico” se prestara ello.

Con todo, el propio contable reconoció ante la Policía que no podía soportar la situación, por la pésima situación financiera del club, la falta de documentación y la auditoría en marcha, la anterior de la LFP y la posterior y ordinaria en el club. Y, en enero de 2014, inició una baja tras la que, incluso, intentó negociar su salida de Osasuna. Cabe destacar que el que fuera supervisor del trabajo de López y director general del club, José Gómez, también estuvo de baja, según aseguró ante el juez por sus diferencias con el expresidente que sucedió a Izco, Miguel Archanco.

Esa baja por ansiedad y depresión de López también interesó al juez Otamendi, que al tomar declaración a López le preguntó quién llevaba las cuentas en su ausencia, cómo era su relación con la directiva y, ante sus explicaciones, el propio magistrado evidenció que pensaba que no le estaba contando toda la verdad. De ahí que, para confirmar al menos las operaciones contables, haya sido clave que se faciliten los documentos firmados que acreditan prácticas de pago en efectivo, sin muchas más explicaciones, que se habían convertido en habituales en el club.

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