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“Una mascota es un ser vivo, no una lámpara”

Un perro, ajeno a la información, aguarda a su dueño atado a una señal.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

“Si cogiéramos a todos los perros y gatos que nos ofrecen, estaríamos saturados”. Desde la fundación Protectora de Animales de Navarra lamentan la falta de concienciación que supone ese balance: que haya dueños de mascotas que sigan desprendiéndose de los animales porque ya no les encaja su tamaño, su pelo, su comportamiento o su raza. Pesa todavía esa sensación de que un perro o un gato es un peluche y no un ser vivo del que responsabilizarse. Por eso, la protectora, con sede en Mutilva Baja, tiene un número máximo de mascotas atendidas: entre 15 y 20 perros, y la misma cifra en gatos. Así, para que un nuevo animal entre en la protectora, otro tiene que salir.

Este servicio se compagina con los de recogida que ofrecen el Ayuntamiento de Pamplona y el centro de protección animal Etxauri, competencia del Gobierno de Navarra. Además, también se pueden hacer cargo de perros encontrados en la calle, pero apenas es uno de cada diez ejemplares. En cualquiera caso, se trata de perros abandonados, ya sea en la vía pública o por unos dueños que ya no pueden hacerse cargo de ellos. “Son gente que viene y cuenta sus penas. Y, a pesar de que intentes ofrecerles alternativas, tienen la decisión tomada. Así que, si los animales no acaban aquí, acabarán en otro sitio”, cuenta uno de los trabajadores de la Protectora, Ramón Castro. La clave está en que en la Protectora nunca se sacrifican animales.

En verano, ya sea por las vacaciones, porque se ha acabado la temporada de caza o simplemente porque sueltan mucho pelo, estas decisiones de desprenderse de la mascota se producen más. Desde la fundación, no obstante, también han notado más este tipo de prácticas a raíz de la crisis: “La gente se muda a pisos más pequeños y ya no tiene espacio para el animal”, lamenta este empleado con veinte años de experiencia en el colectivo.

Pero, además de los perros que entran en sus instalaciones (en torno a quince voluntarios colaboran con la protectora, por ejemplo dando paseos a los perros), están los que salen. Ellos son la otra cara de la moneda, la de un animal que encuentra un nuevo hogar. El sistema es sencillo: los interesados en adoptar una mascota miran los animales en la página web del colectivo, donde se muestran fotos de los ejemplares, pueden interesarse por uno y, además de responder a un cuestionario a través de Internet, tienen que acudir a una entrevista con los responsables de la fundación. Luego, incluso cuentan con la posibilidad de conocer al perro y pasearlo. Ahí se ve si el animal se ajusta al dueño y viceversa. No tiene sentido, por ejemplo, que una persona mayor se haga con un can muy activo que necesita mucho ejercicio. Por 80 euros, los interesados pueden llevarse a su perro, vacunado y, en algunos casos, incluso esterilizado.

Sobre la esterilización

Este es todavía un tema de debate en lugares como Navarra. ¿Debe esterilizarse a una mascota? Ramón Castro apuesta por esta vía, que ayudaría a controlar el problema de los abandonos: “Aún hay gente que se pregunta cómo le haces eso a una mascota. Incluso hablan de que es una mutilación. Sin embargo, para mí es peor que un perro tenga instintos, tenga celo, y le estés todo el rato cohibiendo. Además, si tiene crías, suele pensarse ‘Ya las colocaré’. Igual si es un perro de raza es más fácil, pero los mestizos acaban al final aquí o abandonados en cualquier sitio”.

El objetivo de la Protectora es encontrar dueños (en los pasados días, por ejemplo, ‘colocaron’ cuatro perros y otros tantos gatos) que se hagan responsables de sus animales. También hay quien se hace cargo incluso de perros más adultos, con una personalidad más desarrollada o especial. ¿Qué tipo de mascota suele buscarse en Pamplona? La Protectora gestiona, prácticamente en nueve de cada diez casos, perros adultos, y los dueños buscan sobre todo razas pequeñas, que se adapten al tamaño de un piso de ciudad. Quien acude a la Protectora, eso sí, no busca algo en concreto, sino adoptar antes que comprar, y un animal que se equilibre con su personalidad. “Al final, da igual la raza. El cariño que te van a dar es el mismo”, explica Castro.

Para intentar concienciar a las nuevas generaciones sobre las necesidades de su mascota, y que no es un juguete, la Protectora busca ahora un terreno que, compaginado con su sede actual, permita algo más de libertad para sacar a los gatos acogidos. Así podrían, además, atender a colegios interesados en que sus alumnos conozcan qué pasa con esas mascotas sin casa. Porque, como explica Castro, la meta es “que sepan que se llevan un ser vivo, no una lámpara”.

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