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Las riadas generan dudas sobre su caudal, las ayudas y las soluciones a largo plazo

El agua que se ha acumulado dificulta analizar los daños causados / Foto: E.P.

Garikoitz Montañés

“Zonas como Arguedas o Ribaforada parecen un mar”. Tras las riadas, se acerca el momento de hacer balance, y tanto sindicatos como cargos públicos creen que el impacto de las lluvias en zonas como la Ribera navarra exige que las instituciones, en general, adopten medidas de forma inmediata, y no solo a corto plazo. De entrada, recuerdan que hay indemnizaciones pendientes de cobro desde las avenidas de 2013 y, para seguir, insisten en que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) debe plantearse soluciones más definitivas para evitar que un caudal como el supuestamente registrado en los últimos días, de alrededor de 2.400 metros cúbicos por segundo, no provoque este desastre. Muchos recuerdan que en 2003 hubo riadas de 3.300 metros cúbicos sin esta afección. Y, de fondo, está el debate de si debe dragarse el río, un tema delicado por su posible impacto medioambiental.

“La sensación es la de hartazgo, rabia y frustración. Esta riada era algo anunciado, que veníamos denunciando desde hace meses”, apunta el presidente del sindicato agrario UAGN, Félix Bariáin. La entidad ha convocado para este miércoles una concentración precisamente frente a la sede de la CHE, en Zaragoza, para exigir responsabilidades ante las constantes inundaciones. Desde la entidad recuerdan que aún hay indemnizaciones pendientes por las riadas de 2013, por lo que insisten en que “hay que dejarse de reuniones de cara a la galería” y ponerse manos a la obra.

En el balance inicial de los daños causados, desde UAGN apuntaba a 20.000 hectáreas afectadas solo en la Comunidad Foral. Parece que las zonas más dañadas son, por ejemplo, Milagro, Tudela, Ribaforada o Mendavia, pero en general el agua se ha cebado con la Ribera Baja y Aragón. Desde la Coordinadora de la Organizaciones de Agricultores y Ganaderos COAG Valle del Ebro se hablaba este martes de 45.000 hectáreas afectadas en cuatro comunidades (Navarra, Aragón, La Rioja y Euskadi) y unas pérdidas de unos 50 millones de euros. Para la asociación de agricultores y ganaderos EHNE Nafarroa, representada en la COAG, este impacto contrasta con las cifras facilitadas por la CHE: “Ha sido una riada histórica, la sensación es que se tuvieron que superar los 3.000 metros cúbicos”, apunta el miembro de la junta directiva del sindicato Ignacio Gil. Por ello, desde EHNE esperan que este viernes el Gobierno central “no haga un calco” de las ayudas de otras riadas y contemple una situación extraordinaria, que permita financiar el 100% de las infraestructuras agrícolas afectadas.

La alcaldesa de Mendavia, María José Verano, lamenta que a lo largo de febrero prácticamente se hayan registrado cuatro riadas, y asegura que “nunca” la zona se había inundado “tantas veces como este año”. Por otro lado, desde Feagra-Comisiones Obreras ya han advertido que, además de los empresarios agrícolas afectados, también habrá empleados de otras industrias (por poner un ejemplo, las conserveras) afectados por las riadas, así como personal eventual. En total, calculan que hay unos 5.540 trabajadores y trabajadoras vinculados de alguna forma al campo que pueden verse afectados. Según explica el secretario general de la entidad, Jesús Ceras, las administraciones también tienen que plantearse medidas de protección social para este personal, para así contrarrestar “las pérdidas de jornadas”.

En municipios como Castejón, por su parte, el impacto no es tanto a los cultivos (con unas 10 hectáreas en principio afectadas) como en el sector servicios. “La N-113 está cortada y la alternativa es la AP-15. Eso supone más kilómetros, más combustible, y muchos clientes que optarán por otras zonas y que serán difíciles de recuperar”, explica la alcaldesa, Yolanda Manrique. Y el problema es que, dado que por ejemplo los restaurantes u otros negocios no se han visto afectados directamente por el agua, los efectos que causa la riada no están contemplados por las aseguradoras. De entrada, estos negocios calculan que sus ventas se han reducido al 25% mientras recuerdan que, tras la riada de 2013, la carretera estuvo un total de 36 días cortada.

¿Hay que dragar el río?

La mayoría de los portavoces consultados coinciden en la necesidad de limpiar el río, un tema que a menudo genera polémica por su impacto medioambiental. Desde Ecologistas en Acción, Eduardo Navascués insiste en que la formación no se opone a un dragado puntual, pero sí a que se convierta en algo rutinario, en un “parche” para salir del paso y no en una solución más meditada. Este portavoz ecologista insiste en que un dragado puede afectar a la calidad del agua, ya que, por ejemplo, elimina sedimentos, y cuestiona las constantes actuaciones realizadas en torno a los ríos (y en contra de su transcurso natural) que han provocado situaciones, en su opinión, como la actual. Para Navascués, hay alternativas como plantearse zonas de inundabilidad, la recuperación de sotos o retrancar motas.

Desde EHNE, Gil expresa que “quienes vivimos al lado del Ebro sabemos que esta situación se volverá a repetir”. Y, por ello, insiste en la necesidad de afrontar una solución coordinada, que no entienda de parches locales porque “una actuación en un punto afecta a toda la cuenca”; también pide que se impulsen seguros contra inundaciones y que no se planteen actuaciones “drásticas” en el río sino más “equilibradas”. En su opinión, no se trata tanto de dragar como de eliminar “de forma regular” los depósitos acumulados. El debate vuelve a estar abierto ahora, y no parece que esta vez puedan superarse las riadas sin plantearse esas soluciones a largo plazo.

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