“Las leyes nos definen”, dice un personaje de la serie danesa Borgen. Cuando el Gobierno vasco presentó en 1987 el estudio ‘La pobreza en la CAV’ y se evidenció el alcance de la misma, inmediatamente se puso en marcha un proceso que culminó con la aprobación, en 1990, de la Ley de Ingreso Mínimo de Inserción (IMI). Posteriormente, aquel IMI y su regulación fue sufriendo diversas modificaciones hasta llegar a la actual Ley para la Garantía de Ingresos y para la Inclusión Social. Pero el cuestionamiento de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), en sus formas pasadas o presentes, ha sido recurrente. Unas veces de forma burda (me ahorro los ejemplos, que por burdos son de sobra conocidos) y otras de forma más sutil, como cuando algún partido de ámbito vasco apoyó en el Parlamento español una reforma legislativa (que no fue aprobada) para que las personas inmigrantes en situación irregular perdieran el derecho a empadronarse, lo que las habría expulsado de la RGI.
Es curioso lo bien que viene Madrid para todo. Cuando interesa, es la encarnación del abuso y la intromisión en nuestras competencias. Cuando no, un cómodo burladero. La reciente subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 707,60 euros, con su llamativa alusión a la no necesidad de que las rentas autonómicas que lo toman como indicador se ajusten a él -caso de la RGI-, no hace más que confirmarlo ¿Es una contrapartida a un posible apoyo del PNV a los presupuestos de Rajoy? ¿La cuestión competencial también cuenta con la liquidez de la que hablaba Bauman? Parece que hoy toca burladero.
Pero las leyes nos definen, sí. Y la ley que regula la RGI es una ley vasca. Fue nuestro Parlamento el que decidió ligar su cuantía al SMI. ¿Dónde estaba el Gobierno vasco cuando el SMI estaba congelado y el IPC subía el 2,9 %? Nadie se planteaba desligar la RGI del SMI, ¿ahora si? Fuimos soberanos y ahora el Gobierno vasco anuncia que va a incumplir su ley como consecuencia de una subida importante del SMI. Creo que no se pueden cambiar las reglas con el partido empezado.
Tengo que recordar que la Mesa de Diálogo Social, de la que UGT-Euskadi forma parte, tuvo que salir hace dos años en defensa del sistema vasco de garantía de ingresos ante los ataques que estaba sufriendo. Incumplir la ley (o modificarla ad hoc) no hace más que debilitar el sistema.
Las leyes nos definen. Pero pienso que no solo las leyes. También nos definen la capacidad de las instituciones para intermediar y la de los agentes sociales para llegar a acuerdos que transformen la realidad. Por eso necesitamos un sistema social que proteja al más débil y un sistema laboral -no hablo de sistema de empleo, que es solo una parte- que nos permita individualmente desarrollar nuestro proyecto vital. Pero constantemente estamos cuestionando el primero, y muchos han dado por perdido el segundo. Yo no. Me consta, además, que están conectados, que la reforma laboral de 2012 ha precarizado tanto el empleo que muchas trabajadoras y trabajadores tienen que complementar su salario con la RGI (en estos momentos 12.570), que otros han sido expulsados ¿para siempre? del mercado laboral, que el empleo que no tenemos, y muchas veces el que sí tenemos, es la puerta de entrada al sistema de servicios sociales. Pienso que además de explotados algunos quieren que seamos excluidos sociales.
También conviene recordar que más de 15.817 pensionistas, en su mayoría mujeres, complementan sus pensiones con la RGI. La suma de los trabajadores pobres y los pensionistas que complementan sus pensiones hacen un total de 28.387, lo que supone el 44,49 % de los actuales perceptores de RGI (63.797).
Por eso, creo que aunque nos quieran vender resignación tenemos que trabajar en un empleo dignamente retribuido y de calidad suficiente. Y que, como recientemente señalaba Piketty, esto no es solo una tarea sindical, sino que las instituciones, los servicios públicos y los sistemas educativo y fiscal tienen que reorientarse a este objetivo. De los experimentos que se están poniendo en marcha sobre distintas fórmulas de renta básica (Oackland, Finlandia,…) me llama especialmente la atención este último porque, lejos de la simplificada lectura que lo ha explicado como un experimento más sobre un ingreso básico, tiene como principal objetivo declarado la promoción del empleo. Dejando a un lado el debate sobre si esto pudiera considerarse una especie de subvención a los bajos salarios y, por lo tanto, contribuir a perpetuarlos, parece claro que el objetivo de unos ingresos dignos supera el ámbito de una renta básica y está conectado, para la mayoría de la gente, con salarios dignos. Hace algo más de 25 años el Consejero Arrieta expresaba, a propósito de la incipiente renta básica, que “en Euskadi hemos asumido la marginación no como un problema del que la padece, sino de la sociedad y, como tal, su solución no puede ser patrimonio de nadie, sino responsabilidad de todos”. Ya es hora de que también asumamos como responsabilidad de todos la necesidad de recuperar la capacidad del empleo para garantizar la libertad y autonomía de cada ciudadano.
Sobre este blog
Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
