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Sobre este blog

Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Humildad democristiana

Antonio Rivera

Me gusta contar un chiste de democristianos. Supongo que procede de la cultura comunista italiana de los setenta. En la primera escena hay unos leones en el circo romano comiéndose a unas gentes. En la segunda ocurre justo lo contrario. El emperador mira al tribuno y éste se lo explica encogiéndose de hombros: “Fuimos a buscar cristianos y solo había democristianos”. Habría valido igual el otro chiste del tipo que va a contramano en la autopista y oye el anuncio de su alocada situación por la radio y dice eso de “¿Uno solo conduciendo del revés? ¡Son todos!”. El primer chiste ilustra sobre la naturaleza de nuestros protagonistas; el segundo sobre la circunstancia.

Nuestro Gobierno de antiguos democristianos –ahora ya nadie sabe qué son o qué somos cada cuál- se ha comido su proyecto presupuestario y ha culpado urbi et orbi a toda la oposición en pleno: 27 van por la recta vía frente a 48 obcecados que no reconocen la virtud y acierto de los primeros. Miran a todos los demás con gesto sorprendido, como si hace cuatro meses, cuando llegaron al Gobierno, no se imaginaran que esto era lo más previsible que iba a pasar. Llevan toda su vida gobernándonos y se pretenden ingenuamente primerizos, engañados por tirios y troyanos que no piensan más que en ellos mismos.

No son sino rehenes de su actitud en el inmediato pasado. Cuando les tocó sanamente desalojar el Gobierno que pretenden propio por naturaleza se portaron como los más antiinstitucionales que hemos conocido en más de 30 años. No dejaron títere con cabeza y del lehendakari a la radiotelevisión vasca pasando por los parques tecnológicos, la política lingüística o las estrategias sanitarias o educativas se ciscaron en todo. Se portaron como el niño maleducado que si no se queda con el juguete lo rompe. Fueron auténticos antisistema en una concepción cainita y de 'adversarial politics' (lo contrario de la política que busca el consenso) a la hora de hacer oposición. Rompieron todos los puentes por su particular obsesión de regresar a 'su' Gobierno y ahora se encuentran solos, en mitad de una devastadora crisis.

Y claro, con la que va cayendo pretenden ampararse en el bien común, en la colaboración entre todos. Transfieren la responsabilidad a quien solo la puede tener en segunda instancia, pues hacer y sacar adelante el presupuesto solo corresponde en la primera al Gobierno. Ya lo intentaron sus colegas nacionalistas catalanes, con el mismo éxito, y vuelven otra vez a emular a aquellos fenicios (Sabino dixit). No tienen legitimidad ni ganas de buscar el consenso, de recuperar el camino que cortaron con un machete cuando eran otros los que tenían que bregar y buscar soluciones a la crisis. No tienen números para sacar un presupuesto, pero tampoco para sostener cada día un Gobierno y sus propuestas en medio de una situación que demanda políticas a cierto plazo y con cierta estabilidad para que puedan cuajar. No saben qué puede ser peor a la hora de decidirse por una pareja concreta de entre su plural oposición y tratar de concertar un matrimonio de conveniencia de cierta continuidad: negaron el pan y la sal a los socialistas como para venir ahora con cuentas de vidrio a cambio; han llamado de todo a los populares como para que éstos se olviden de un plumazo; y le tienen un temor cerval y comprensible a sus correligionarios abertzales por aquello del abrazo del oso, del 'sorpasso' o de la alteración de posiciones en tiempos de mudanzas. Total, no hay socio bueno ni posible hoy por hoy.

“La humildad es la verdad”, decía Santa Teresa. Y así es. Porque solo desde la soberbia se te pueden bailar los números y ver estabilidad donde solo tienes incertidumbre. Solo desde la soberbia reclamas de los demás el esfuerzo que tú primero debes hacer. Solo desde la soberbia puedes culpar a los otros de las consecuencias e incapacidades de tus actos. Solo desde la soberbia puedes reclamar responsabilidad ante una crisis que no empezó cuando llegaste al Gobierno en diciembre de 2012, sino que venía ya desde 2008 y la viste manifiesta por lo menos desde un negro día de mayo de 2010. Has tenido tiempo de sobra para hacer algo por el bien del país. Y no lo has hecho.

Y ahora, ¿qué? Pues a la humildad. A volverte con los números a casa y a empezar a trenzar, no añagazas presupuestarias o recursos inverosímiles, sino una mayoría parlamentaria estable para el Gobierno. La imagen absurda de la coincidencia o solapamiento entre retirar un proyecto presupuestario y empezar a preparar el siguiente con similar destino previsto es lo suficientemente potente como para plantearse las cosas del Gobierno de otra manera. Pero para eso posiblemente haga falta un tipo de humildad franciscana y no democristiana, que es la que destila el viejo y desgastado “partido-guía”.

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