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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El PSE y Euskadi

Josu Montalbán

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Según una encuesta de “EITBfocus”, cuyos planteamientos de partida no conozco, más de un 45% de los vascos piensa que Urkullu será el próximo Lehendakari. Del mismo modo es él el único líder que aprueba en su valoración, quedando los demás por debajo del aprobado. Lo peculiar de la encuesta es que más de un 40% de los preguntados no se pronuncia en ningún sentido. Esta alta abstención desvirtúa el sentido de los resultados porque, además, los encuestados no han tenido la opción de votar sobre Podemos o Ciudadanos que aún no han nombrado sus representantes ni sus cabezas de lista para las próximas Elecciones autonómicas. Sin embargo hay una manifestación evidente en relación con los posibles resultados del PSE. Según la referida encuesta los escaños que puede obtener caen hasta más o menos la mitad de los que actualmente tiene, y su líder Idoia Mendía, que debutará como candidata, solo es deseada como Lehendakari por apenas el 3% de los encuestados, siempre teniendo en cuenta que cerca de un 50% no se ha expresado en ninguna dirección.

Resulta realmente contradictorio que el PSE sea percibido de tal manera, tan precariamente. El PSE es el único partido vasco que ha ostentado la Lehendakaritza aparte del PNV, y cabe decir que su corta legislatura, con Patxi López a la cabeza, supuso el comienzo del fin de ETA. Da la impresión de que los vascos no valoran en su justa medida este logro, que no fue obra exclusiva del Gobierno socialista, aunque el riesgo asumido por el Gobierno de Patxi López es digno de una altísima valoración. Igualmente el PSE ostentó la Presidencia del Consejo General Vasco (Ramón Rubial), que supuso el primer paso dado para la implantación de la Democracia que disfrutamos actualmente. Y, para completar, el PSE ha formado parte de diferentes gobiernos de coalición con el PNV, o ha apoyado la estabilidad de Gobiernos nacionalistas en minoría durante la mayoría del tiempo de democracia en Euskadi.

Más aún, no han de ser interpretados como meritorios los socialistas asesinados por ETA, principalmente porque todos ellos murieron en contra de su voluntad, pero el precio que el PSE ha pagado por la pacificación de Euskadi, en vidas humanas, ha sido altísimo.

Y en este punto surge una pregunta de difícil respuesta: ¿qué ha pasado para que un partido histórico haya caído de tal manera en el grado de aceptación de los votantes vascos? No creo que haya demasiados expertos capaces de responder. Porque además el elenco de socialistas vascos que han formado parte de los sucesivos Gobiernos no han ofrecido dudas: Benegas, Jáuregi, Buesa, Recalde, Freire, González Orús, Maturana, Bengoa, Zabaleta, etc… (por nombrar solamente a unos pocos de todos ellos), todo lo contrario, ayudaron en los periodos en que el PNV titubeaba agitado por movimientos impetuosos que tenían lugar en sus propias entrañas. Cada vez que el nacionalismo democrático lo ha requerido el PSE ha acudido en su socorro para calmar las aguas que golpeaban tanto a la nave vasca que llegó en varias ocasiones a amenazar naufragios. Sin embargo ya nadie tiene en cuenta eso y da la impresión de que, como dijo en una ocasión Arzallus, el PNV recoge las nueces que caen del árbol que ha agitado ETA, pero también ha recogido las nueces que han caído del árbol social que agitaban los nuevos tiempos bajo el cuidado de los socialistas vascos.

La Sanidad y la Educación vascas tienen el sello socialista (Freire y Buesa fueron los brillantes impulsores de las dos). El Plan de Lucha contra la Pobreza igualmente, como las diferentes políticas sociales fueron siendo implantadas y han devenido en la RGI y otras políticas paralelas que nos colocan a los vascos a la cabeza del Estado. En resumen, que el papel jugado por el PSE en la construcción de nuestra Democracia ha sido determinante, porque no solo lo ha sido incorporando a los ciudadanos al progreso social, sino también atemperando los tiempos de cambio de la vieja estructura industrial a la nueva economía durante la década de los ochenta. En aquel tiempo los pueblos afectados por aquella brutal transformación, tan urgente como imprescindible, que produjo paro a raudales y los consiguientes incrementos de la pobreza, estaban siendo gobernados preferentemente por alcaldes socialistas tanto en Guipuzkoa como en Bizkaia. Cuando todo aquello ocurría, pocos podíamos augurar que el PSE fuera ninguneado como lo está siendo.

¿Qué hay que hacer? Si yo lo supiera a ciencia cierta estaría haciéndolo en lugar de estar escribiendo estas reflexiones, pero si bien es sencillo elaborar un diagnóstico, resulta complicado y muy trabajoso decidir cuál debe ser la terapia que se debe aplicar. En todo caso me permito alertar que la simbiosis PNV-PSE que nos viene acompañando durante la gran parte de la existencia de ambos partidos, corre el riesgo de ser insuficiente para continuar gobernando en Euskadi, probablemente porque en dicha unión el pagano principal ha sido el PSE, cuya militancia y clientela, sometida al proceso de vasquización posterior a la muerte de Franco, -teniendo en cuenta el alto número de emigrantes del resto de España que votaban al PSE-, empieza a pensar siguiendo la propaganda nacionalista, que el PSE no es de aquí y, por eso, impone lo de allá.

Siempre he echado en falta la dimensión didáctica que deben tener los partidos políticos y sus líderes. Los partidos de izquierdas con más razón aún. El PSE no ha podido, o no ha sabido, ejercer esa dimensión. Y tal vez se está haciendo tarde para retomar dicho empeño. La eterna, y cómoda, estrategia de ejercer de muleta del PNV ha sido buena para los vascos pero no ha sido tan buena para el PSE. Pero la Historia es tozuda y se repite constantemente en Euskadi. Se trata, por tanto, de que los vascos caigan en la cuenta de que sin el PSE, y su vocación social de servicio, Euskadi no sería lo que es, y los vascos y las vascas viviríamos bastante peor. Ya es hora de que todos nos vayamos dando cuenta de ello… y demos al césar lo que es del césar y al otro lo que es del otro (no es bueno hablar de dioses cuando se habla de Política)

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