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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El dedo, la luna y el acuerdo vasco

La líder del PSE-EE, Idoia Mendia.

Javier Arteta

Habrá que volver, si hablamos de política vasca, a lo del proverbio oriental sobre el sabio que señala a la luna y el necio que sólo se fija en el dedo. A falta de sabios, abundan por aquí los entusiasmados con su propio dedo, aunque hayan perdido el sentido de la orientación y no sepan bien a qué luna quedarse (o de cuál se tienen que bajar). Fijémonos, por ejemplo, en el pacto de Gobierno de PNV y PSE-EE, desautorizado y devaluado por los más sagaces, al descubrir -¡ellos solitos, sin ayuda de nadie!- que el acuerdo le convenía al Partido Socialista; y que, además, el pacto “no suma”, esa cantinela de la nueva política  que permitió en su día–Podemos mediante- sostener al viejo  Gobierno de Rajoy.

Nos encontramos, pues, ante un “pacto de conveniencia” que ni siquiera goza del respaldo parlamentario suficiente para poder gobernar. Ahí se acaba para muchos todo su recorrido argumental. Bastante corto, al no explicar por qué otra mayoría parlamentaria, la del “derecho a decidir” (75% de la Cámara vasca), ni estaba ni se la esperaba a la hora de conformar un Gobierno  de coalición alternativo; hasta el punto de tener que limitarse, en el arranque de la actual legislatura, a emitir una declaración de principios sobre los “derechos de los pueblos”, avalada por esa extraña reserva espiritual de la izquierda que conforman Elkarrekin Podemos y EH Bildu, y en compañía de Joseba Egibar, oficiando de hermano mayor como garantía de que lo que se dijera fuera 'euskadikamente' correcto.

Pero, aspavientos aparte, lo cierto es que al “derecho a decidir” se le ha pasado el arroz. Ya no es lo que era, a juzgar por la relevancia que se le ha concedido en el acuerdo de socialistas y nacionalistas. Porque ya me dirán qué derecho de pitiminí es ése que parte del reconocimiento a un Estatuto de Gernika, que ya no está muerto como en los buenos tiempos de Ibarretxe; o que conduce a una simple Reforma del Estatuto, “respetando el ordenamiento jurídico”; o que ha quedado relegado, y también “dentro del ordenamiento jurídico vigente”, a ser una cuestión debatible entre las fuerzas políticas.

Pese a todo, y por increíble que parezca, el “derecho a decidir” sigue conservando su viejo prestigio en la opinión publicada de este país; hasta el punto de hacernos olvidar decisiones muy concretas que el pacto de Gobierno ha puesto sobre la mesa: como, por ejemplo, aprobar, en el primer semestre del próximo año, un Programa Marco de Empleo y Reactivación Económica, para reducir las tasas de paro por debajo del 10% al final de la presente legislatura. Cuestión de la que nadie habla, pese a que la creación de empleo es la gran prioridad de la ciudadanía vasca, según admitimos de manera unánime.

Aunque tampoco hay por qué que extrañarse demasiado, si consideramos que en este país de fábula que es Euskadi las cosas extrañas están a la orden del día. Ahí tenemos, sin ir más lejos las declaraciones del lehendakari Urkullu, al hilo de las operaciones policiales en Francia sobre las armas de ETA. Pedir al mismo tiempo, como pidió,  que se aclarasen las circunstancias que condujeron a unas detenciones y prejuzgarlas negativamente al exigir la libertad inmediata de los detenidos no deja de ser una operación de lógica creativa de altos vuelos. Por no hablar de la subsiguiente foto de unidad nacional-sindicalista que el hecho llegó a provocar, con Andoni Ortuzar, Arnaldo Otegi y el inevitable Txiki Muñoz como actores principales. Todo muy “en modo Pacto de Lizarra”, porque es algo comprobado que, en materia de emociones nacionales, lo que el Gobierno separa contribuye a unir la Policía, aunque sea la francesa.

Al fin y al cabo, ¿qué es una nación de fuste sin episodios nacionales que la vayan tonificando? No es, por eso mismo, realista pensar que se vayan a abandonar de la noche a la mañana por un pacto de más o de menos. Máxime teniendo en cuenta el programa de festejos que los de Gure Esku Dago van a poner en marcha el año entrante para organizar consultas populares en las capitales de Euskal Herria y llevar la buena nueva del derecho a decidir a 600.000 ciudadanos vascos. No le van a faltar, por tanto, al PNV motivos abundantes para querer mojar en la salsa autodeterminista, aunque no crea demasiado en ella.

Tampoco, es de suponer, le faltarán motivos al Partido Socialista para recordar a sus compañeros de coalición -por si se despistan, que se despistarán-, los contenidos que asumió en el pacto que ambos firmaron; el único acuerdo vasco posible, para construir una Euskadi con “más y mejor empleo”, más “equilibrio social”, más “convivencia” y “más y mejor autogobierno”. Por ese orden, y en consonancia con las prioridades de los hombres y mujeres de Euskadi.

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