Más 'procès'

¿Quedará resuelto el procès catalán en la noche del 21 de Diciembre? ¿Será el día 21 de Diciembre un día inolvidable para los españoles, una gran fiesta democrática en Cataluña? La respuesta está en el viento…

Y el viento se muestra inquieto y persistente en la misma o parecida ambigüedad que ya conocemos. Ya no cabe hablar de actuaciones extraordinarias o de provocaciones, porque algunos dirigentes del bloque independentista catalán, con el caudillo Puigdemont a la cabeza, se han empeñado en convertir las provocaciones constantes en su modus operandi. El desprecio al que está sometiendo el independentismo a los catalanes no independentistas es malvado, y mucho más propio de dictadores que de demócratas.

A los líderes independentistas ni se les ha ocurrido valorar públicamente algunos hechos, o cifras, que denotan claramente que su afán no es proporcionado con la situación ni con la demografía catalana. Su falta de tacto ha llegado tan lejos que no son capaces de admitir que una secesión requeriría de una mayoría cualificada, que los votantes (uno por uno) de las formaciones políticas no asumen todos los postulados o propuestas presentados en las campañas, que han de ser respetadas aunque no se conozcan expresamente las voluntades de los abstencionistas en este sentido tan importante para sus vidas, que el recurso a cualquier tipo de consulta o referendo precisa que previamente se fijen las condiciones que han de ser tenidas en cuenta además de fijar el modo de leer e interpretar los resultados, y que el Estado, como garante del sistema y del bienestar de los ciudadanos, ha de velar para que la legitimidad y la legalidad estén en el frontispicio de todo el proceso.

No ha sido así hasta ahora, por eso nos encontramos con un 'procès' atípico, no solo por el incumplimiento de las premisas anteriores, sino porque la actitud de los dirigentes del 'procès' ha sido avasalladora y se ha servido de todo tipo de subterfugios, mentiras y golpes de efecto tendentes a impresionar y amedrentar a los ciudadanos. El último de ellos, -la manifestación celebrada en Bruselas para exhortar a Europa a “que despierte”-, colma la estupidez más absoluta y, aunque ha sido un “éxito” para sus organizadores, toda vez que la cantidad ha primado sobre la calidad, es un fracaso en lo referente a su significado real, que se ha quedado en una “excursión multitudinaria” pagada por sabe Dios quién.

El encuentro en Bruselas con el prófugo Puigdemont ha resultado tan espectacular como costoso (vuelos chárter, flota de autobuses, alquiler de vehículos, hoteles, etc…). Por cierto, debería alguien afirmar bajo promesa de confesión, que cada uno de los asistentes pagó su pasaje y estancia de su pecunio y que, por tanto, ni un solo euro destinado a la “excursión” salió de arcas dudosas. Es verdad que, salvo un puñado de independentistas belgas ningún extraño hizo campaña al President “evadido”, eso sí, también estuvo allí Egibar, del que los nacionalistas vascos dijeron en un principio que había acudido a título personal, lo que él mismo desmintió con una frase memorable: “yo, a título personal, solo voy al médico”. Oficialmente el PNV no ha especificado aún que haya ido al médico belga, o si ha ido en viaje placentero.

Aún le quedarán capítulos a la farsa “puigdemont”, que culminará cuando se conozcan los resultados electorales en la noche del 21D. Si ya la configuración de las listas electorales ha culminado en un laberinto difícil de entender, quizás nos depare nuevas anécdotas absurdas durante la campaña. Conviene alimentar de serenidad el 'procès' para que los catalanes y los españoles, -que vienen a ser lo mismo en Cataluña, por más que los independentistas lo nieguen-, para que el futuro favorezca la convivencia rota por la intransigencia de Puigdemont, de ERC, de la CUP, y de esas organizaciones (ANC y Omnium) que han devenido, de las manos de sus “pacíficos” líderes, en ser más cerriles que civiles.

El día 22 deberemos ser todos un poco más cuerdos. Sí, también algunos no independentistas  que se han adscrito a un lengua procaz y provocador (léase Albiol) que enardece más que calma. ¿Será capaz de Puigdemont de dejar a un lado la condición de “president”, de la que presume aunque no le pertenece, para convertirse en mero candidato, aunque lo sea a distancia? Las Elecciones del 21D vienen avaladas por la legalidad, e impulsadas por la legitimidad de todos (TODOS) los catalanes que desean, -¡no me cabe ninguna duda!-, que el 'procès' no vuelva a ser un atolladero, un camino arruinado o una senda sin salida.