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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

Élites políticas y ventaja hereditaria

Héctor Cebolla Boado

Estamos bastante acostumbrados a escuchar argumentos (y a ver análisis) sobre la forma en la que el privilegio se reproduce generando desigualdades entre generaciones. Algunos de estos procesos sitúan a los hijos de las clases privilegiadas en posiciones de partida muy aventajadas en el sistema educativo y, así, les garantizan niveles de estatus social equiparables a los de sus padres. La mayoría de estos trabajos se centran en la importancia que supone nacer en hogares con más o menos recursos en función de la ocupación de los padres, de su capital cultural, su renta y otros recursos.

Con el fin de dar una visión diferente, aunque complementaria de todo ello, presento hoy evidencia un tanto exótica sobre la importancia de una dimensión poco discutida en el estudio de las desigualdades educativas por la dificultad de encontrar datos de algún país que permita hacerlo: la pertenencia del hogar a la élite política dominante, y no sólo económica o social.

Desde hace algún tiempo trabajo en un proyecto de investigación que, en su mayor parte, se desarrolla en China y por ello he tenido acceso a diversas bases de datos relevantes para el estudio de la educación en ese país (estudios de cohorte, paneles de hogares, etc.). En todos los casos se trata de datos de gran calidad, justo como los que muchos quisiéramos tener en España algún día. En casi todos los cuestionarios se pregunta por la afiliación política de los miembros del hogar. El Panel de Hogares de China registra si el padre (y la madre) son miembros del Partido Comunista Chino (11.3%), de otro partido (1%) o de “las masas” (87,7%), el grueso de quienes no tienen o no declaran afiliación política. Muchos de los trabajos que se publican hoy en día sobre la equidad educativa en China discuten el impacto de esta variable. En esta ocasión os muestro su impacto en el desempeño escolar y las expectativas educativas de largo plazo de los niños chinos con edades comprendidas entre los 10 y los 15 años.

Resulta interesante que el efecto de esta variable sobre los logros de estos niños sea significativo más allá del efecto de otros recursos del hogar como su estructura, la ocupación de los padres, la provincia de su emplazamiento o el tipo de registro del hogar (rural o urbano). En concreto, el gráfico de la izquierda, en la Figura 1, muestra el impacto de la afiliación política de los padres sobre las notas medias obtenidas por los niños en pruebas de competencias en lengua china y matemáticas. Para poner en perspectiva la magnitud de este efecto, el gráfico de la derecha cuantifica la importancia que tiene la estructura del hogar sobre los resultados de los niños (si viven en él los dos padres, uno de ellos o ninguno).

Se podría decir que la magnitud del efecto de esta variable es moderado: ser hijo de uno de los 90 millones de afiliados al Partido Comunista Chino mejora el rendimiento mejora cerca de un 3% con respecto a los hijos de padres de “las masas”. Sin embargo, este efecto es sólo algo menor al efecto que tiene vivir sólo con el padre  y no con los dos progenitores.

Esta ventaja no sólo es visible en los resultados de corto plazo. Casi el 73% de los hijos de los miembros del Partido Comunista Chino esperan llegar a la universidad mientras que aquellos cuyos padres no tienen este estatus lo hacen en un porcentaje casi diez puntos menor. Como se ve en la Figura 2, este efecto es de similar magnitud al que tiene vivir con los dos progenitores o hacerlo sólo con el padre.

Los procesos por los que una generación transmite ventajas y desventajas a la siguiente son complejísimos y muy diversos. Los sociólogos estamos acostumbrados a reflexionar sobre las diferencias educativas que imponen los recursos económicos y culturales de los hogares. Pocas veces tenemos la oportunidad de evaluar el impacto de pertenecer a élites de otra naturaleza, como la política.

Que más o menos uno de cada diez hogares chinos disfruten de los privilegios que otorga ser miembro del partido, y que los datos lo registren, es una oportunidad de oro para ver cómo más allá de lo comúnmente sabido, la reproducción de la desigualdad entre generaciones siempre encuentra su camino.

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