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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

¿Importan los debates? Los efectos en el 20-D

José Fernández-Albertos / Ignacio Jurado

Cuando hablamos de política, existen asuntos que atraen mucha atención pública sobre los que los politólogos tienden a ser más escépticos. Uno de estos temas son los debates electorales. Debates como el del martes ocupan cientos de páginas de nuestros periódicos y horas de tertulias y, en cambio los politólogos han insistido mucho en los efectos limitados de los debates. La razón principal es que cuando vemos los debates, los solemos ver a través de nuestras gafas ideológicas y partidistas, de tal modo que suelen confirmar aquello que ya creemos. Les sonará de tantas veces que hemos visto votaciones entre lectores de periódicos en las que el ganador es el candidato más cercano a la línea editorial del medio.

¿Significa esto que el debate del martes no servirá para nada? En realidad no. Aunque por regla general los debates no sean decisivos para muchos votantes, pueden tener algunos efectos relevantes. Y si hay un momento para que los debates tengan un impacto, es precisamente ahora. Estamos todavía viviendo un tiempo nuevo de transformación de nuestro sistema de partidos, donde hay lugar para que los debates sean más decisivos. Este impacto mayor sobre el voto se basaría en dos razones. Primero, la volatilidad electoral todavía es alta. Muchos votantes no terminan de cambiar su voto, pero ya cuentan con opciones nuevas que suponen alternativas ideológicamente más cercanas que las alternativas tradicionales. Igualmente, los partidos nuevos tienen electorados en formación que pueden perder en beneficio de los partidos tradicionales (o de la abstención) si no los terminan de percibir como alternativas atractivas. En este escenario en que los votantes no tienen su voto completamente fijado, eventos extraordinarios como los debates pueden mover a más gente.

En segundo lugar, los debates son más relevantes cuanto menos historia tengan los partidos. Así, para Podemos y Ciudadanos, un debate es una oportunidad para tratar a los partidos tradicionales de tú a tú. Además, estos son partidos a los que los votantes conceden mayor incertidumbre sobre lo que finalmente harán si llegan al gobierno. Los debates son más importantes para ellos, pues los votantes pueden ser más receptivos y reactivos a lo que allí puedan proponer.

La importancia de estos debates en las circunstancias actuales queda reflejada en el pasado 20D. El CIS, como es habitual en todas las elecciones legislativas, realizó una encuesta en dos momentos del tiempo (antes y después de la campaña) a varios miles de encuestados. (Las famosas “preelectoral” y “postelectoral” del CIS son en realidad una única encuesta a un misma muestra de entrevistados, con las enormes ventajas que ello conlleva). Gracias a este panel de encuestados, podemos decir cosas algo más refinadas sobre el efecto de la campaña, las transferencias de electores entre partidos y, claro, la posible influencia de la exposición a los debates en el voto.

Un 34% de los encuestados reconoce haber visto entero el debate a cuatro entre Sáenz de Santamaría, Sánchez, Iglesias y Rivera (un 22% adicional reconoce haber visto parte de él), y un 31% el debate a dos entre Rajoy y Sánchez (un 27% lo vio parcialmente). ¿Qué efecto tuvo esta exposición en el voto que estos encuestados emitieron el 20D?

Si nos fijamos en los datos en bruto, encontramos algunas diferencias llamativas entre los que vieron y los que no vieron el debate. Entre los que no lo hicieron, un 29% se abstuvieron, un 20% votó al PP, otro 20% votó al PSOE, un 11% votó a Podemos y sus aliados, y un 10% votó a Ciudadanos. Entre los que sí presenciaron el debate, sólo un 10% se abstuvieron, un 22% votó al PP, un 18% al PSOE, un 15% votaron a Ciudadanos, y… ¡un 27%! votaron a Podemos y las confluencias.

Por supuesto, estas diferencias no tienen por qué deberse a los efectos del debate. Sabemos, por ejemplo, que los votantes de Podemos están más interesados en la política, por lo que es normal que se “autoseleccionaran” entre los televidentes del debate. Por ello, resulta más interesante fijarse en las diferencias dentro de un grupo electores más comparables. El gráfico se fija sólo en aquellos encuestados que en la encuesta preelectoral declararon no saber todavía a quién iban a votar, los famosos “indecisos”. Como se puede apreciar, la proporción de ellos que acabaron votaron a PP, PSOE o Ciudadanos es prácticamente la misma entre los que vieron el debate y los que no lo hicieron (las líneas muestran los intervalos de confianza de la estimación: al tratarse de datos de una encuesta hay un margen de incertidumbre respecto a la proporción real en el electorado en conjunto). Pero en el caso de Podemos hay una diferencia significativa: los indecisos que vieron el debate acabaron votando a Podemos en una proporción significativamente mayor que aquellos que no lo vieron.

Gráfico 1

Podría pensarse que los indecisos del 20D que pusieron la televisión el día del debate a cuatro eran ya propensos a Podemos. Sin embargo, cuesta encontrar evidencia de esto en la encuesta: la predisposición media a votar a Podemos entre los indecisos en la encuesta preelectoral era menor que la de votar a Ciudadanos y PSOE (y casi igual a la de votar a PP). Tampoco eran más de izquierdas, ni tenían una valoración de Iglesias mejor que la del resto del electorado.

¿Se limitan estos efectos a convencer a indecisos? En el siguiente gráfico analizamos algo mucho más difícil para los partidos: quitar votos a otros partidos. Convencer a un votante indeciso parece en principio una tarea más asequible que persuadir de que te vote a ti a un ciudadano que anuncia antes de la campaña que votará por otro partido.

Para analizar esto, seleccionamos aquellos que en la encuesta preelectoral del CIS expresan la intención de votar por un partido. En el siguiente gráfico mostramos la probabilidad de que esos votantes cambien su intención de voto por otro partido frente a mantener su voto inicial dependiendo de si vieron o no el debate.

Gráfico 2

De nuevo comprobamos que entre ver el debate sólo tiene un efecto positivo para el cambio de voto hacia Podemos: los que lo vieron tienen un probabilidad 4,5 puntos mayor de cambiar hacia Podemos que los que no lo vieron. Este cambio no es de gran magnitud, pero en términos agregados no es despreciable, máxime teniendo en cuenta la expectativa de que los debates suelen servir sólo para movilizar el voto propio y rara vez logran cambiar las predisposiciones de los votantes. En el caso de Podemos el 20D, este efecto “conversión” se debe principalmente a votantes que se decantaban por el PSOE antes de la campaña (un 6,6% de los votantes finales de Podemos) y de Izquierda Unida (un 6,5% de los votantes finales de Podemos).

Paradójicamente, ver el debate reduce la probabilidad de “convertirse” al PP durante la campaña. En el caso del PSOE este efecto es minimo e insginificativo, mientras que la exposición al debate ni aumentó ni redujo la probabilidad de que los votaran cambiaran su voto a favor de Ciudadanos.

Estos datos hay que tomarlos con cautela. A pesar de que estas relaciones se mantienen cuando uno realiza análisis más sofisticados (inclusión de más controles en la estimación, o el uso de técnicas de “matching” que comparan individuos que vieron el debate con otros iguales que ellos pero que no lo vieron), somos prudentes a la hora de establecer con certidumbre un efecto causal del debate. A pesar de ello, los datos del CIS sí sugieren que en el contexto del 20D los debates pudieron ejercer una influencia en el voto mayor que la que los politólogos solemos atribuirles. Y Podemos fue el partido que más beneficio consiguió sacarles.

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