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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

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¡Contigo no, bicho! Los votantes ante las alianzas postelectorales

Sebastián Lavezzolo

Tras el tsunami en nuestro sistema de partidos las certezas cotizan a la baja en el mercado demoscópico. Sin embargo, sondeo tras sondeo, todas las encuestas apuntan a un dato que difícilmente cambie de aquí a el día de las próximas elecciones generales: ningún partido político conseguiría mayoría absoluta. En este sentido, no es de extrañar que muchos ciudadanos ya empiecen a preguntarse sobre el día después. ¿Cuál será la alianza postelectoral que permitirá la formación de un nuevo gobierno? ¿PP-Ciudadanos? ¿PSOE-Podemos? ¿PSOE-Ciudadanos? ¿Gobierno bipartito? ¿Tripartito? ¿Pacto de investidura o gobierno de coalición? ¿O habrá un gobierno minoritario? Si la geometría variable de Zapatero os daba mareos, agarraos que vienen curvas.

Comenzar analizando los costes y los beneficios de las posibles alianzas por parte de cada partido parece una buena idea. No obstante, ustedes perdonen, dicho análisis se me antoja algo prematuro todavía. Fundamentalmente por dos razones. La primera es que aun a tres meses de las elecciones no sabemos bien con qué fuerza llegará cada partido político al día D+1. Es cierto que los movimientos son cada vez menos volátiles, pero el tamaño de los músculos (medidos en escaños) todavía sigue enredado en muchas incógnitas. ¿Continuará el PP con su tímida remontada en las encuestas, o los meses de infarto que nos esperan podrían devolverlo a una posición de severo castigo? ¿Seguirá recuperando el PSOE aquellos viejos simpatizantes que votaron a Podemos, o el sorpasso de los de Iglesias podría volver a entrar en el imaginario colectivo? ¿Superará Podemos los obstáculos del sistema electoral para favorecerse de sus ventajas, o se quedará como partido minoritario en una suerte de IU 2.0? ¿Y Ciudadanos? ¿Le llegará finalmente su revulsivo durante la campaña, o conseguirá una posición decente pero marginal?

La segunda razón es el momentum del conflicto catalán. Para analizar y especular con las posibles coaliciones postelectorales a nivel estatal primero habría que prestar atención a los resultados del 27S y, aun más, a las reacciones reales de todos los actores políticos que, como ya sabrá nuestro agudo lector, no siempre tienen que coincidir con las anunciadas. ¿Pactaría Podemos con el PSOE si a este último se le pone cara de Régimen del 78 tras una declaración solemne del inicio de la independencia en Cataluña? ¿Pactaría el PSOE con Ciudadanos si Rivera se suma a la intransigencia de Rajoy? ¿Pactaría Ciudadanos con el PP si las reacciones de los populares ante el procés siguen chocando frontalmente con el discurso de los de Rivera respecto a la defensa de la independencia del Poder Judicial? Aun nos quedan muchas cartas por ver.

Así las cosas, y prometiendo retomar esa perspectiva en el futuro, os propongo un ejercicio más sencillo pero bien interesante. Exploremos qué opinan los votantes sobre las posibles coaliciones en un escenario postelectoral sin mayoría absoluta, así como también sus fobias respecto a algunos partidos. A fin de cuentas, los partidos –suponemos– responden a lo que los votantes desean. Aunque esto es algo más complejo. [1] No obstante, será un buen antipasto para lo que nos espera.

El gráfico 1 muestra datos del barómetro del CIS de julio de este año, en donde los encuestados responden sobre cuál sería su alternativa preferida en el caso de que ninguna fuerza política alcance la mayoría absoluta tras las elecciones generales.

Gráfico 1

Una coalición entre el PSOE y Podemos es la que más apoyos suscita, el del 21% de los encuestados. Lejos están los que prefieren un gobierno PSOE-Ciudadanos, el 11%, o PP-Ciudadanos, el 10%. Otro 10% de los encuestados han señalado muchas y variadas alternativas (PSOE-IU, Podemos-IU, Podemos y Ciudadanos…) y solo un 5% dicen preferir un gobierno de gran coalición entre el PP y el PSOE. Dos datos más merecen la pena ser destacados. Primero, las alternativas de gobiernos en minoría no brillan. Solo un 12% prefiere un gobierno del PP en solitario y un 9% uno del PSOE. Resulta llamativo teniendo en cuenta la tradición monocolor de los consejos de ministros en la Moncloa. Segundo, el 19% de los encuestados aun no lo tiene claro.

El segundo gráfico reproduce el primero pero dividiendo su composición por el voto estimado (voto+simpatía). Es decir, examina a qué partido votarían aquellos que señalan una u otra alternativa de gobierno. En principio puede parecer una obviedad, como que los que prefieren un gobierno del PP en solitario son básicamente votantes del PP, y lo mismo con el PSOE. Pero algunos aspectos no son tan obvios. Por ejemplo, aquel 21% que señala un gobierno PSOE-Podemos en caso de que nadie consiga mayoría absoluta, resulta de la suma de un 10% de potenciales votantes de la formación morada (de un total de 14%, es decir 7 de cada 10) pero de sólo un 4.5% de votantes-simpatizantes socialistas (un conjunto de votantes que no llega a ser un cuarto de todos los que se estima votarían al PSOE, que son el 20% de toda la muestra). Curiosamente, un proporción similar a la de aquellos que votarían al PSOE pero que prefieren una colación con Ciudadanos (4%). El resto de los que prefieren la formula PSOE-Podemos es nada más y nada menos que casi un tercio, el 6.6%, que se reparte entre votantes de IU, ERC, Compromís-EQUO, Convergencia, abstencionistas o ciudadanos que declaran que votarán en blanco.

Gráfico 2

Por otro lado, tres cuartas partes de los que no saben o no contestan cuál sería su preferencia en caso de que ninguna fuerza política consiga mayoría absoluta no son votantes-simpatizantes de PP, PSOE, Podemos o Ciudadanos. Aquí, la categoría “Otros” está compuesta fundamentalmente de potenciales abstencionistas. Un dato interesante por lo fértil que podría ser para algunos partidos de cara a cultivar apoyos durante la campaña ¿Mostrarse como potencial aliado de un u otro partido podría activarlos a que participen?

Otro dato interesante: en contra de lo que puede aconsejar la intuición, los votantes-simpatizantes de Ciudadanos (un total de 9.3% en toda la muestra del CIS) no prefieren mayoritariamente una colación con el PP. De hecho, se reparten a partes iguales entre los que prefieren un gobierno con el PP (3.4%) y los que lo prefieren con el PSOE (3.2%).

En lo que respecta a los votantes-simpatizantes del PP, la mayoría (el 10% de un total de 18% de la muestra) prefiere un gobierno genovés en solitario. Ciudadanos es el único potencial aliado a los ojos de los votantes populares, aunque esos ojos no brillan al ver la sonrisa de Rivera: solo 3 de 10 señalan una coalición con Ciudadanos como la alternativa más deseada en caso de no conseguir la mayoría absoluta. Por otro lado, solo 1 de 10 (el 2% de los votantes populares) ve con buenos ojos una gran coalición con el PSOE. Malos tiempos para sus pocos defensores.

En aras de dibujar cómo serían las preferencias de los votantes de cara a un escenario de alianzas postelectorales, un complemento conveniente a estos datos podría ser la opinión que los votantes tienen sobre cada uno de los partidos políticos. Una forma de explorar esta cuestión es mirando sus fobias, utilizando una pregunta del cuestionario del CIS en donde se le pide al entrevistado que diga con qué probabilidad votaría a un partido, siendo 0 que con toda seguridad no le votaría nunca y 10 con toda seguridad le votaría siempre. Prestaremos atención al porcentaje de ciudadanos que eligen la opción 0 para el PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos. Es decir, que con toda seguridad no les votarían nunca jamás. Sin ser muy arriesgados, podemos decir que este tipo de respuesta captura un rechazo en toda regla –una especie de ¡contigo no, bicho!– que nos ayuda a inferir la nula deseabilidad o amor político con un partido por parte de los encuestados. Un dato relevante a la hora de pensar en sus preferencias sobre posibles alianzas.

El gráfico 3 recoge la evolución de estas respuestas en cuatro de los últimos barómetros del CIS: octubre 2014, enero 2015, abril 2015 y, el último, en julio también de este año. Si miramos la última barra de cada partido veremos lo más parecido al estado actual de la cuestión. El partido que cosecha menos rechazo es el PSOE (35.5%), seguido por Ciudadanos (43.8%), Podemos (50.6%) y el PP (56.4%). Vemos que entre octubre del año pasado y julio de este año han habido cambios algo significativos. El PSOE ha disminuido en 7 puntos el nivel de rechazo entre los encuestados; el PP ha mejorado, pero muy poco y sigue con más de la mitad de los españoles diciendo que no les votarían nunca. Un escenario, por cierto, que empieza a ser también preocupante para Podemos. La formación de Pablo Iglesias es la única que empeora sus niveles de rechazo en este período de 10 meses. En octubre de 2014 el 41% expresaba su negativa a apoyar a Podemos, en julio de 2015 ya eran la mitad de los encuestados. Ciudadanos, en cambio, mejora su nivel de deseabilidad, pasando de un nivel de rechazo muy alto (55%) a uno medio en términos comparativos (43%). Visto así, los socialistas y el partido liderado por Rivera parecerían las formaciones que levantarían menos asperezas entre el electorado en general. Veamos ahora, como hicimos más arriba, quienes son –en términos de voto– los que expresan este rechazo hacia los partidos. Esto nos dará más y mejores pistas.

Gráfico 3

En este último gráfico ya solo nos concentramos en la última foto del rechazo hecha por el CIS, es decir, en el barómetro de julio. Ahora es posible conocer cuál es la estimación de voto entre aquellos que dicen que nunca votarían por el PP, el PSOE, Ciudadanos o Podemos.

El primer dato a destacar es que la categoría “Otros” (todos aquellos que no votarían ni simpatizan con ninguno de los cuatro partidos estudiados aquí, o que se abstendrían o que no saben o no contestan) es la más representada en las cuatro barras: del 35.5% que rechazan al PSOE lo son el 17%; del 56.4% que nunca votaría al PP lo son casi la mitad; del 50.6% que no quieren saber nada con Podemos lo son el 18.5%; y del 43.8% que nunca votarían a Ciudadanos lo son el 20%. Todo esto indica que el nivel de enfado con los partidos –del viejo bipartidismo pero también de los ¡nuevos!– sigue a la orden del día. Una lectura negativa de estos datos es que –sea la que sea la alianza postelectoral que de lugar a la formación de un nuevo gobierno– el apoyo social no será su fuerte. Lo cual podría traducirse en una alta inestabilidad política.

Más cosas: la mitad de los que dicen que votarán o simpatizan con el PP (el 18% de la muestra) nunca votarían al PSOE, y casi ninguno (el 15%) lo haría por Podemos. Curiosamente, casi 4 de cada 10 votantes populares dicen que de Ciudadanos nada de nada. En lo que respecta a los votantes del PSOE, 3 de 4 rechazan con rotundidad al PP, y 1 de 2 a Podemos o Ciudadanos. Los votantes de Podemos rechazan casi por unanimidad al PP y no tanto al PSOE: solo 4 de cada 10 ven como imposible un apoyo a Sánchez. Un dato algo mejor del desamor político que cosecha Ciudadanos entre los seguidores de Iglesias: 1 de cada 2. Por otro lado, confirmamos que la mirada de los votantes-simpatizantes de Ciudadanos hacia el PSOE y el PP son muy similares: 4 de cada 10 no votarían nunca por alguna de estas dos formaciones. Sin embargo, su rechazo a Podemos es mayor: casi 7 de cada 10.

Gráfico 4

Todos estos datos confirman muchas intuiciones pero desmienten algunas otras. Habrá que seguir atentos a su evolución. Fundamentalmente en las próximas semanas. Pues la mirada de los votantes ante un escenario postelectoral sin mayoría absoluta será un elemento crucial para que los partidos afinen sus estrategias electorales. Porque si hay algo seguro en estos tiempos de cambios es que el mapa sociológico con el que medían sus pasos ya no es el mismo. Y la capacidad de llegar a acuerdos y pactos puede que sea un nuevo activo político.

****

[1] Un lector perspicaz me llamaría al orden objetando que del mismo modo que “los meses de infarto que nos quedan” pueden modificar las estrategias de los partidos de cara a las alianzas postelectorales, las preferencias de los votantes también podrían cambiar. A fin de cuentas, como decía antes, los partidos responden a lo que los votantes desean. Pues bien, permítanme que levante las manos y diga: Lleva usted razón. Pero también que quizás la opinión de los votantes sobre qué tipo de alianzas prefieren sea algo menos volátil que la de los propios partidos, pues éstas últimas responden a muchas variables que van más allá de la opinión de los votantes. Así, al menos, las preferencias de los ciudadanos parece un sitio lógico por donde empezar.

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