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Alejandro Toledo rompe su silencio en Manhattan

Alejandro Toledo clama inocencia y acusa de conspiración a Keiko Fujimori y a Alan García

EFE

Nueva York —

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El por qué Alejandro Toledo ha decidido romper ahora su silencio, después de tres o cuatro meses de intensos requerimientos judiciales, no parece ser otro que el de haberse percatado, finalmente, de que su imagen pública y situación legal están en caída libre y aún le queda trecho para tocar fondo.

Por recomendación de sus abogados en Perú y EE.UU., el matrimonio Toledo escogió hace unos meses la vía del aislamiento mediático (salvo esporádicos tuiteos y mensajes), que habría conducido a lo que consideran una persistente desacreditación y rumorología acerca de presuntos intentos de fuga de la justicia.

Y es que a pesar de que la justicia peruana tiene orden de captura contra él, Toledo niega insistentemente ser un “fugitivo”.

Israel y Australia fueron algunos de los destinos mencionados como posibles refugios, si bien él ha negado en su entrevista con Efe que llegara a comprar siquiera los pasajes para aquel famoso vuelo de United Airlines 954 del pasado 12 de febrero, que tuvo en vilo a decenas de periodistas en el aeropuerto de Tel Aviv y al propio Gobierno israelí.

Se decía entonces que Israel -que acabó cerrándole sus puertas- era el destino más propicio porque no tiene acuerdo de extradición con Perú, su mujer es también de esa nacionalidad y, lo que no es menos importante, tienen allí un reducido pero fiel grupo de amigos, entre ellos el empresario Yosef Maimán, también presunto partícipe de las tramas de las que Toledo es sospechoso.

Fue a raíz de ese vuelo cuando Efe inició una serie de largas conversaciones que condujeron eventualmente a la entrevista en un hotel cuatro estrellas de Manhattan con la que Toledo quiere recuperar terreno perdido y frenar, según él, la “muy cruel” ola de desprestigio que le ha causado la apertura de las investigaciones por presunta corrupción, sospechas de las que se declara inocente.

Si lo es o no dependerá en definitiva del resultado de las causas judiciales abiertas contra él, pero en el mundo de las redes sociales es consciente de que no hay peor que el aislamiento.

A diferencia de otras entrevistas en sus días de gloria, cuando Toledo aún pisaba alfombra roja con el aura de un “pastor de ovejas” y “lustrador de zapatos” (sic. A.Toledo) convertido en presidente gracias a una educación a la que pocos en su país tenían entonces acceso, en el curso de la de Manhattan, su gesticulación refleja la indignación, frustración, enojo desenfrenado y hasta ira por lo que considera una injusticia y una “persecución política”.

Por haber sido declarado “fugitivo” sin la oportunidad de defenderse en condiciones de “debido proceso”; y por la imposición, sin citación ni audiencia previa, de 18 meses de prisión preventiva.

Hasta tres veces rechaza la condición de “fugitivo”, y alega que regresaría a Perú si anulan la orden de prisión por los casos Odebrecht y Ecoteva, relacionados entre sí según la fiscalía peruana.

En los momentos de mayor agitación, el brillo de sus ojos deja entrever también la presencia de alguna lágrima no derramada, acompañada a continuación de un fuerte movimiento de manos e incontenibles impulsos del torso hacia adelante.

Acompañado de su esposa Eliane en un extremo del sofá, fuera de foco, la entrevista se celebró en una pequeña antesala en su habitación del hotel, en la que el equipo gráfico de Efe apenas tenía ángulos para cambiar de plano.

Sin un examen autocrítico de cómo ha podido llegar a la actual situación, en la conversación Toledo elabora sobre su compleja situación legal, insiste en su inocencia, en el temor a la pérdida de democracia en su país y explica sobre cómo es la vida a la sombra del proceso judicial abierto en su contra.

Una vida hoy, confiesa, marcada por “mucha incertidumbre”, en la que “duerme menos” y “trabaja más”, y de “restricción severa en la economía” después de la congelación de sus pensiones por las autoridades judiciales de su país.

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