La Alianza de Civilizaciones ve clave el papel de los líderes religiosos contra el extremismo

Los líderes de todas las religiones deben desempeñar un papel clave para frenar el actual auge del extremismo, según aseguró hoy el alto representante para la Alianza de Civilizaciones, el qatarí Nasir Abdulaziz al Nasser.

“Yo creo en el papel de los líderes religiosos moderados”, dijo Al Nasser en una conferencia de prensa, en la que analizó el aumento del extremismo violento.

Para el responsable de la Alianza de Civilizaciones, la labor de esos responsables religiosos es “esencial” si se quiere combatir la “intolerancia”, no sólo en el Islam, una fe que a su juicio ha sido “secuestrada” por grupos que no la representan.

“Los ataques no se limitan a un país, continente o religión”, recordó Al Nasser, que puso como ejemplos recientes atentados cometidos en Nigeria, Dinamarca y Estados Unidos, entre otros lugares del mundo.

“Esta es la simple y amarga verdad: el terrorismo no conoce fronteras”, insistió.

Por ello, la Alianza de Civilizaciones está trabajando con gobiernos, líderes religiosos y civiles para tratar de dar respuesta al problema e impulsar la reconciliación, aseguró.

Para Al Nasser, el extremismo es “un nuevo desafío global que amenaza la paz y la seguridad en el siglo XXI” y que requerirá de “esfuerzos colectivos” por parte de la comunidad internacional.

Entre otros aspectos, destacó la importancia que nuevos desarrollos como las redes sociales tienen para los grupos extremistas como el Estado Islámico (EI) y para la propagación de sus ideas.

Así, consideró necesario entrar en una “guerra de ideas” para frenar estas corrientes, algo que consideró más importante que otras vías, como el uso de la fuerza militar.

“Vemos a muchos jóvenes uniéndose al EI y otros grupos radicales, que vienen de vidas cómodas, de la clase media”, recordó como ejemplo de la importancia de analizar las “raíces” de este nuevo tipo de radicalización.

La Alianza de Civilizaciones fue una idea lanzada por España en 2004 y copatrocinada por Turquía con el fin de fomentar el diálogo entre culturas y religiones, aunque en 2005 fue asumida por la ONU, bajo cuyo amparo sigue trabajando.